KILLIAN
—Sean bienvenidos al Hotel & Casino Sahara de Las Vegas.
Una de las recepcionistas nos saludó dándonos una caja como regalo de bienvenida. Dijeron que no lo podíamos hasta haber llegado a la villa privada que nos esperaba. Una vez hechos los trámites, nos dirigieron a la villa. Vi a Sienna anonadada ante el lujo que teníamos sobre nuestras cabezas. Sinceramente, yo también estaba impresionado. Pero decidí guardarme el asombro dentro. Dejé que Sienna pasase primero cuando otra recepcionista, la cual no me quitaba el ojo de encima, se ofreció a acompañarnos a la villa porque, según ella, mucha gente se perdía intentando encontrar su habitación. Tuvimos que atravesar todo el hall y la recepción del hotel, encaminándonos por un sendero de piedras donde, a un lado, se apreciaba la piscina pública y al otro una zona de bar y restaurante al aire libre que parecía más un chiringuito se ricachones que otra cosa.
—La villa está sólo a cinco minutos de la zona de ocio del hotel. Se han construido un tanto alejadas para poder tener mayor privacidad. —Explicó la mujer que iba delante de Sienna.
Y tan alejada. Estuvimos por lo menos diez minutos caminando con las maletas a cuestas. Noté que Sienna empezaba a cansarse llevando una bolsa a un lado y una maleta a otro. Yo llevaba una maleta y una bolsa de deporte grande. No sé ni por qué lo hice, pero me desesperé al ver lo lento que iba. Me colgué la bolsa alrededor de mi cuerpo con la correa más grande, cogí mi maleta con una mano y le arrebaté la suya a Sienna. Se asustó por un momento y se giró a decirme que no hacía falta, que ella podía. La miré con una cdja en alto, cuestionando sus palabras con un solo gesto, y se limitó a fruncir el ceño y a intentar seguir andando con esos tacones de infarto y su vestido roto que hacía que una pierna se viera al descubierto.
—Señorita, dijo diez minutos, no media hora. —Espeté molesto.
—Hemos llegado.
Di dos pasos más y una pequeña villa que parecía sacada de la mismísima Indonesia se cernía sobre nosotros. Tenía toda la pinta de un paraíso balinés con miles de lujos y unos servicios de ensueño. Había una piscina al lado del complejo de madera. Una piscina natural sin ningún tipo de vigilancia ni turista que pudiera molestar a los huéspedes. Metimos las maletas en la casa y la mujer nos dejó solos, no sin antes darme su tarjeta con su número de teléfono para "emergencias". Estaba claro que no me lo dio por eso. En mi reloj conectado a mi móvil vibró y pude alcanzar a ver un mensaje de Vitali. No lo tenia guardado como tal, por si acaso me rastreaban en algún momento. Por eso en vez de el nombre de mi padre salía un tal "Dimitri".
MÁTALA.
Dejé el teléfono encima de mi mesita de noche. No quería saber nada de lo que quisiera mi padre o no. Al fin y al cabo estaba de vacaciones. Y nada más llegar ya estaba más cabreado que nunca. Por eso decidí guardar el móvil y el reloj en uno de los cajones de la mesa, al fondo, por si acaso. Sienna se dio cuenta de que me pasaba algo en cuanto salió del baño.
—¿Estás bien?
Asentí con la cabeza sin querer mirarla. Me di la vuelta para irme y no explotar contra ella. Si no, el operativo se iría a la mierda. Aunque, ¿cuando me había empezado a importar lo que ocurriese con el puto operativo? Estaba empezando a ablandarme, joder. Salí de la villa escuchando como Sienna me llamaba un par de veces, pero no podía quedarme allí. Si no, ya la habría besado y la habría hecho de todo. Pero ahí estaba el dilema. Las dos opciones. Besarla o matarla.
El paraíso balinés que se habían montado los del hotel no estaba nada mal. La tentación de quitarme toda la ropa y meterme en la piscina natural que había visto antes era muy fuerte, pero preferí irme antes de que Sienna me abordara con preguntas que estaba claro que no podía responder. Llegué a la recepción y una rubia se me cruzó por el medio.

ESTÁS LEYENDO
SIENNA CARUSO ©
Teen FictionLibro II de la saga "Tentación Italiana". Teniente Sienna Caruso. Hija del mafioso más temido de la Sacra Corona Unitá, cosa que ella no sabe. A su parecer, solo es la hija del multimillonario más poderoso de Italia. Decidió cumplir su sueño: formar...