Día 3: Naranja y morado

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Con 4 años, Rubius tenía claro que quería a alguien que lo amara tanto como su madre amaba a su papá. Viviendo por tantos años viendo cómo era la relación de sus padres, no creía que se merecía menos de eso.

Su madre dejo su cena sobre la mesa, justo frente a él mientras ella se sentaba a su lado para verlo comer. Como los últimos meses, su papá llegaba tarde a casa, por lo que era poco probable que lo encontrará despierto debido a que su mamá era muy estricta en su hora de dormir.

-Mami

-Dime cariño- le sirvió un vaso de jugó, dejándolo cerca

-Cuando sea grande quiero conseguir a alguien como tú

-¿Como yo?

-Sí, que me quiera como quieres a papá, mi alma gemela - su madre sonrió

-¿Y cómo sabrás quién es?

-Fácil, será muy lindo, amable, inteligente y estará vestido con mi color favorito

-¿Con naranja?- Rubius asintió emocionado haciéndola reír- ¿Y cómo sabrá él que tú eres el indicado?

-Porque también llevaré su color favorito

-Ósea que se van a enamorar por llevar el color favorito del otro- apoyo su codo en la mesa y su cabeza en su mano aún sin dejar de sonreír

-Sí, así sabremos que estamos destinados a tener una vida feliz como tú y papi

-Ay mi amor- acaricio su cabello- Ojalá el amor y las relaciones fueran así de fácil

En ese momento, un pequeño Rubius no entendió a lo que se refería su madre, pero dos años después lo entendería cuando vio a su padre irse de su casa luego del divorcio. Ese amor que juro era único y especial se había terminado hasta el punto de quedar solo en cenizas.

Tal vez fue por eso es que se olvidó de lo que le dijo a su madre esa noche mientras cenaban, o tal vez fue su cabeza queriendo borrar la idea de haber creído que el matrimonio de sus padres podía durar. Sea lo que sea, nunca más volvió a repetir que quería encontrar a esa persona indicada para enamorarse.

En realidad, su idea cambió a todo lo contrario, mantener alejado el amor lo más que se podía. Y aún a su edad de diecisiete años, seguía manteniendo esa idea, sin tener ningún novio o relación en todos esos años, aun cuando tenía algunos pretendientes a su disposición.

-Buenos días mamá- bajo las escaleras con pequeños saltitos, acercándose a su madre y dejando un beso en su mejilla

-Buen día amor ¿cómo dormiste?

-Bien

-Rubén Doblas Gundersen, te conozco- lo miro con los ojos entrecerrados- ¿Te quedaste hasta tarde otra vez en el computador?

-Fue por motivos científicos

-¿Científicos?

-Quería ver si llegaba a superar varios niveles de mi juego en nivel hardcore- su madre puso los ojos en blanco- ¡Lo logré!

-No me hagas volver a hacer lo mismo que cuando eras más pequeño- camino hacia la cocina para traer el desayuno

-Apagar la luz y decir que un monstruo me llevará si no me duermo ya no sirve conmigo

-Pero si decir que si no duermes me llevaré tu computador

-Tú eres el monstruo

Su madre rio antes de dejar un beso en su cabeza y de paso también darle el desayuno. Lo único que agradecía del divorcio era que eso lo había unido mucho más a su progenitora, hasta convertirse en lo más importante de todo su mundo.

Rubegetta Month 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora