Capítulo 34

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Finalmente, Draco se sentía como un adolescente normal que cursaba su último año.

Estuvo durante tres días en la enfermería. Harry fue el primero en mejorar, luego él y, al final, Mattheo, quien fue el más afectado de los tres debido al golpe que sufrió por su expulsión de magia y después con el crucio. La estadía fue bastante más tranquila de lo que esperaba y por primera vez, desde finales de noviembre, pudo volver a hablar con Riddle de forma normal. Mattheo tampoco se comportaba extraño cuando él y Harry se ponían melosos, solo los ignoraba. Ellos intentaban no hacerlo mucho, pero era imposible, cuando ambos lo único que deseaban, tanto racional como instintivamente, era mimarse.

Pasados los tres días en la enfermería, retomó todas las actividades que de plano dejó abandonadas por aprender magia sin varita, entre ellas, la música y los estudios. El segundo bloque de exámenes se acercaba poco a poco y el final del segundo trimestre también. El tiempo había pasado increíblemente rápido y en menos de lo que esperaba llegarían los E.X.T.A.S.I.S., exámenes a los cuales no les había prestado ni un poco de atención y los cuales, igual que su segundo género, determinaban si su vida sería más sencilla o complicada.

Ante sus problemas académicos, decidió hacer un plan de estudio. Aprender magia sin varita le había dado dos grandes beneficios, primero, lo había acostumbrado a usar cada rato libre que tenía para practicar, probablemente nunca había sido tan disciplinado, y, segundo, ahora se podía considerar una eminencia en Defensa Contra las Artes Oscuras, encantamientos y transformación. Así que lo único que le faltaba era utilizar ese tiempo para repasar y mejorar en todas las demás áreas que había desechado. Entre las más fáciles tenía: Pociones y Alquimia, materias a las que siempre les había dedicado mayor tiempo; su problema real se basaba en: Runas Antiguas, Historia de la Magia, Herbología y Astronomía, ya fuera porque le aburría o porque eran realmente difíciles.

Observó su libro de alquimia y sonrió satisfecho. No iba a decir que su vida estuviera resuelta, pero poder estar preocupado y estresado por su vida académica era fantástico. Daría lo mejor de sí para hacer sentir a su mamá orgullosa de haberlo apoyado.

—¿Y esa sonrisa tan bonita para quién es? —preguntó Harry, quien se encontraba sentado a su lado.

Estaban en la biblioteca estudiando. Por un lado, le estaba ayudando a Harry en pociones, como parte de la apuesta, y por otro, él se dedicaba a avanzar con sus estudios de Alquimia, mientras dejaba a Potter escribiendo sobre las propiedades de una poción o de algún ingrediente.

—No es para ti si eso es lo que crees —dijo burlón y volteó el rostro para observar el avance de Harry. Avance inexistente—. Recuerdo haberte pedido que analizaras esa poción —siseó.

Harry sonrió culpable y acostó su cabeza en la mesa.

—Es muy aburrido —se quejó—. Apenas me pongo a escribir, mi mente divaga... Quiero ir afuera. ¡Vamos a Hogsmeade o a volar un rato!— dijo entusiasmado.

Negó con la cabeza. Ambos tenían problemas en pociones, Harry no era el compañero ideal para esa materia y él no le había prestado suficiente atención, así que Snape los tenía en la mira y eso nunca era bueno.

—¿No hay una forma de que estudiar sea más entretenido? —refunfuñó molesto el alfa, volviendo a agarrar la pluma.

—No te comportes como un niño —regañó—. Es importante para nuestro futuro.

—Suenas como Herms —murmuró malhumorado.

Rodó los ojos. No tenía ni la más mínima idea de cómo Granger había aguantado a Potter durante tanto tiempo. Era increíble lo volátil que era, por un lado, si le interesaba la materia, se volvía un maestro en poco tiempo, pero si le aburría, era como lidiar con un niño de cinco años a quien no querían darle un dulce y estaba haciendo berrinche.

I wanna bewitch you [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora