Confusión entre luces

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La fiesta está en pleno apogeo cuando llego al elegante salón de eventos. Las luces tenues y la música enérgica crean un ambiente vibrante. El lugar está lleno de gente influyente, y el aire está cargado de risas y conversaciones animadas. Con cada paso que doy, me siento más consciente de los ojos que me siguen. Aunque estoy aquí para mantener una farsa, no puedo evitar sentir una mezcla de incomodidad y expectativa.

Mi mirada se dirige rápidamente hacia el grupo de personas en el centro del salón. Allí está él, rodeado de un grupo de mujeres que parecen encantadas con su presencia. Lo observo mientras ríe y coquetea, con una facilidad que parece innata. La escena me resulta perturbadora, y no puedo evitar sentir un nudo en el estómago al ver cómo las mujeres se inclinan hacia él, riendo y jugando con sus coqueteos. No mentían cuando dijeron que es mujeriego.

Con una determinación irritada, me acerco al grupo. Mi postura y mi expresión son decididas, pero intento mantener la compostura mientras me acerco a él. Mis pasos son firmes y calculados, y puedo sentir cómo el ambiente a mi alrededor se vuelve más silencioso a medida que me acerco.

—Hola, cariño —digo, mi tono es un poco más cortante de lo que pretendía.

Mi "novio" levanta la vista y, al verme, su sonrisa cambia de una expresión juguetona a una de genuina sorpresa. Se aparta de las mujeres con una rapidez que no pasa desapercibida. Sus ojos se encuentran con los míos y, por un breve momento, el ambiente de coqueteo que tenía con las demás se desvanece.

—Ah, mira quién ha llegado —dice, su voz llena de una mezcla de alivio y felicidad—. No pensé que te vería tan pronto.

—Siempre llego a tiempo cuando tengo que venir a verte, cariño —respondo con una sonrisa forzada, tratando de mantener la apariencia de complicidad.

A medida que él y yo comenzamos a interactuar, noto que las mujeres a su alrededor se alejan lentamente, claramente desilusionadas, pero también curiosas. Me toma de la mano y me lleva a un rincón más apartado del salón, donde el ambiente se vuelve un poco más íntimo.

—Te ves increíble esta noche —dice, con una sonrisa que parece genuina pero calculada—. Me alegra que hayas llegado. La fiesta no es lo mismo sin ti.

—Gracias —digo, mi tono es coqueteo mientras me acerco más, sintiendo la necesidad de mantener la apariencia frente a los demás—. Tú tampoco estás nada mal.

—¿Te gusta cómo me veo? —Se da una vuelta para mostrarme su ropa. Está vestido todo de negro, una cadena en su cuello que hace juego con sus múltiples anillos que decoran sus manos masculinas. "¿Cómo se verán estas manos en mí...?" BASTA T/N, me digo a mí misma, pensamientos intrusivos, no es nada más que eso.

—Me encanta cómo te ves, es más, no puedo esperar a que tus manos se posen en mí en la noche —digo un poco más fuerte intencionalmente para los curiosos a nuestro alrededor. Me acerco un poco, pero no alcanzo a reaccionar cuando me toma de las caderas y las choca con las suyas.

—No digas ese tipo de cosas sin estar lista para las consecuencias —me besa la mejilla. Siento cómo todo mi cuerpo se tensa y me susurra—: Relájate, están mirando.

—Eso es lo que quiero, las consecuencias —cuelgo mis brazos alrededor de su cuello. Su mirada cambia cuando escucha esto, a confusión, sorpresa o... ¿deseo?

Nuestro intercambio parece satisfacer a los espectadores, y las miradas se desvían hacia otras partes de la fiesta. Cuando me percato de esto lo suelto rápidamente.

Seguimos hablando bastante tranquilos, de nuestro día, de lo que tenemos que hacer en nuestro trabajo. Se siente casi genuino. Sin embargo, la tranquilidad no dura mucho.

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