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"¡Familia, ya regresé!" La voz de Atsumu resonó en el restaurante vacío, su tono quejumbroso rebotando en las paredes silenciosas

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"¡Familia, ya regresé!" La voz de Atsumu resonó en el restaurante vacío, su tono quejumbroso rebotando en las paredes silenciosas. Podía oír la risa de su hermana proveniente de la cocina, así que se dirigió hacia allí. Al llegar, se encontró con los dos castaños inclinados sobre la mesa, concentrados en la preparación de onigiris.

"¿Acaso recuerdan que dejaron tirado a su hermano guapo en el hospital?" Atsumu se cruzó de brazos, fingiendo una expresión de disgusto mientras miraba a Osamu y Yoko, quienes apenas le prestaron atención.

"Tonto Tsumu," Yoko lo miró con una sonrisa juguetona, sus manos habilidosas formando bolas de arroz con movimientos precisos. "¿Dónde está tu amigo? Creí que vendría contigo." Preguntó, intentando ver más allá de su hermano, como si esperara que Bokuto apareciera de repente.

"Al final, no pudieron venir," Atsumu respondió, encogiéndose de hombros.

"Entonces, más comida para nosotros," comentó Osamu sin levantar la vista de lo que hacía, su tono despreocupado mientras alineaba los onigiris en una bandeja, cuidando de que todos quedaran perfectamente formados.

Atsumu se dejó caer en una silla junto a la mesa, observando cómo sus hermanos trabajaban en silencio. El aroma del arroz cocido y el sutil perfume del alga nori llenaban el aire.

"Oye, ¿no hay nada que pueda hacer?" Preguntó Atsumu, extendiendo una mano hacia uno de los onigiris, sólo para recibir un suave golpe en la muñeca por parte de Osamu.

"Espera a que terminemos," le dijo Osamu, dándole una mirada de advertencia. "No queremos que arruines nuestra obra maestra antes de que esté lista."

Yoko soltó una pequeña risa, disfrutando de la interacción entre sus hermanos. "No seas tan impaciente."

Atsumu bufó, pero en el fondo se sentía agradecido por este momento de normalidad. Después de la tensión de la clínica, era un alivio poder relajarse y disfrutar de la compañía de su familia.

"Bueno, pero que conste que soy el primero en probar," dijo con un tono que intentaba ser autoritario, aunque la sonrisa en sus labios lo traicionaba.

"Lo que tú digas" respondió Osamu resignado.

Finalmente, los onigiris estuvieron listos, y los tres hermanos se sentaron juntos para disfrutar de la comida.  Después de un rato, Yoko se apoyó en el respaldo de su silla, suspirando con satisfacción. "Estaba delicioso, Agradecida de la vida que me dio un hermano que sabe cocinar"

"Siempre es un placer cocinar para ti," respondió Osamu, dándole una sonrisa cariñosa.

"Y para mí siempre es un placer comer," añadió Atsumu, lo que provocó las risas de sus hermanos.

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Yoko caminaba por la acera, disfrutando de la suave brisa primaveral que acariciaba su rostro. La primavera era su estación favorita, y no solo por las flores que empezaban a florecer o el cielo despejado que la hacía sentir más ligera, sino porque le traía una sensación de renovación. Mientras avanzaba, se dejaba llevar por el ritmo de la ciudad, observando cómo los cerezos empezaban a teñirse de rosa y las personas parecían más animadas, más vivas.

That day... ! | 𝘈𝘬𝘢𝘢𝘴𝘩𝘪 𝘬𝘦𝘪𝘫𝘪 ‹𝟹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora