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── Advertencia +18

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── Advertencia +18

Los jovenes caminaban por el estrecho pasillo del hotel, sus pasos resonaban en el silencio de la madrugada, Ninguno se atrevía a romper el silencio. Todo había pasado demasiado rápido, pero ahora se encontraban frente a una puerta blanca con el número 016, como si hubieran sido arrastrados por una corriente bastante fuerte.

El azabache deslizó la tarjeta por la cerradura con manos ligeramente temblorosas, y el clic que anunciaba que la puerta estaba abierta resonó como un detonante. Apenas entraron, sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con más urgencia, casi descontrolada. No había espacio para dudas ni vacilaciones. Él la empujó suavemente contra la pared al lado de la puerta, y ella lo recibió con la misma intensidad, sus manos recorriendo su cuello mientras sus bocas se buscaban con desesperación.

"Yoko, ¿Dijiste que te llamabas?" preguntó él, su voz entrecortada por el deseo que los envolvía. La pregunta fue casi un susurro, una interrupción apenas audible en medio del caos que ambos habian creado. Yoko solo asintió, incapaz de articular una respuesta coherente mientras sentía el calor de su cuerpo
presionando contra el suyo.

"Keiji", respondió él, su aliento acariciando su rostro, y en ese momento, ella se detuvo un segundo, mirándolo directamente a los ojos por primera vez en lo que parecía una eternidad.

'Keiji", repitió ella, probando el nombre en sus labios, saboreándolo. Luego, con una sonrisa irónica, casi desafiando el momento, agregó, "Pues es un gusto, Keiji." Su tono llevaba una mezcla de sarcasmo, antes de que sus labios volvieran a encontrarse, como si ese breve intercambio solo hubiera servido para intensificar lo que ya pasaba entre ellos.

El beso se volvió más profundo, más urgente. Akaashi, con un movimiento hábil y decidido, la tomó por la cintura y la arrastró hacia el interior de la habitación, sin detenerse ni un segundo. Las luces apenas encendidas proyectaban sombras danzantes sobre las paredes, reflejando el frenesí del momento. No se habían separado, Yoko estaba completamente sumida en el momento,sus brazos alrededor del cuello de Akaashi, mientras él la sostenía con firmeza por la cadera, como si temiera que ella pudiera escapar en cualquier momento.

El sonido de la puerta cerrándose detrás de ellos fue un eco lejano. Todo lo que existía ahora era la proximidad de sus cuerpos, el calor compartido y el deseo palpable en el aire. Akaashi la empujó suavemente hacia la cama, y Yoko no opuso resistencia. Sus labios seguían moviéndose con esa mezcla de desesperación y anhelo que los había consumido desde el principio, como si estuvieran al borde de un precipicio del que ninguno quería apartarse

Con manos temblorosas pero decididas, Yoko desabrochaba lentamente la camisa de Akaashi. Al deslizar la tela fuera de sus hombros, no pudo evitar notar lo tonificado que estaba su cuerpo. Akaashi, al sentir su mirada, le dedicó una sonrisa de satisfacción.

Ella llevaba puesta una falda y una blusa ligera, y observó divertida cómo él intentaba, con torpeza, desabrochar los botones de su blusa. Entre risas suaves, Yoko lo detuvo

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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