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"Bianca"

La sensación asfixiante que había sentido esta mañana estaba volviendo. La prensa seguía en la puerta de nuestra casa, los rumores no paraban de crecer en las redes sociales y Thomas continuaba pidiendo explicaciones sin parar. Definitivamente, este día no podía ir a peor.

"¿Qué es todo esto?"- escucho como un eco procedente del exterior de la burbuja de estrés que me rodea.

"¿Puedes parar por un momento de hacer tantas preguntas para las cuales no tengo respuesta?"- digo claramente exasperada por la situación. – "Lo que necesitamos ahora es una solución para el problema de la prensa que está fuera, ¿alguna idea?"- pregunto en busca de apoyo para que todo este caos acabe ya.

"Mejor pídele ayuda a Lorenzo, se os ve muy unidos"- expresa acompañado de un tono de fastidio, a lo que yo respondo con un suspiro de agotamiento.

"No tengo ganas de discutir, lo único que quiero es que todo esto se arregle y poder irme a dormir, porque la verdad es que estoy agotada"- expreso desganada.

"Has buscado un remplazo demasiado rápido. Ese chico es muy poco para ti, déjame decirte que has bajado de nivel"- dice guiñando un ojo en un tono cargado de burla.

"No me puedo creer que estemos teniendo esta conversación en un momento como este, pero ¿de qué me extraño? Siempre has sido un inmaduro que no sabe afrontar los problemas ni tomárselos enserio"- su expresión cambia radicalmente tras escuchar mis palabras, y por un momento agradezco que se haya callado.

Una vez que sale del trance en el que había entrado, interviene- "Bueno, no tengo tiempo para nada de esto. Me voy, tengo planes esta noche"- no pude evitar pensar que Isabella lo acompañaría en esos planes, y eso era lo que más me fastidiaba.

"¿Estás loco? ¿Acaso quieres que se forme un escándalo aún mayor? Si sales por esa puerta con una maleta van a comenzar las especulaciones, y no podemos permitírnoslo, no a un mes de los Juegos Olímpicos – en ese momento se me ocurrió una idea que no me apetecía llevar a cabo, pero que era la única opción que teníamos.

"Quédate esta noche, hasta que el ambiente se calme y todos los periodistas se marchen"- para mi sorpresa Thomas no expresó disgusto ante la idea.

"Está bien, me quedaré en la habitación de invitados y mañana me iré a primera hora"- dijo en un tono cargado de monotonía.

"Perfecto. Ya es tarde y estoy cansada. Buenas noches"- me dirigí hacia la habitación acompañada de una extraña sensación, ya que estaríamos en la misma casa, pero no en la misma cama.

La situación me sobrepasó y me derrumbé por tercera vez en el día. No podía evitar sentir pena por como todo había terminado, como dos personas que se han querido tanto podían estar ahora así.

Me di una ducha que consiguió relajarme y me preparé para dormir. Una sensación de comodidad me invadió una vez que me envolví entre las sábanas de la cama, pero el sueño nunca llegó.

Aburrida de dar vueltas sin conseguir conciliar el sueño decidí mirar la hora. El reloj marcaba las tres y media de la madrugada. ¡Madre mía! Y yo mañana tenía entrenamiento. No iba a ser capaz de rendir al máximo.

Me dirigí escaleras abajo hacia la cocina paraprepararme un vaso de leche caliente que me ayudara a dormir. Para mi sorpresaThomas se encontraba cabizbajo y perdido en sus pensamientos, acompañado de un vasode leche. ¡Vaya! Parece que tenemos el mismo problema y las mismas ideas.

"¿Tú tampoco puedes dormir?"– intervengo sin pensarlo, y por poco suelto una carcajada cuando Thomas pega un salto del susto.

"¿Acaso pretendes matarme? ¡Qué susto me has dado!" – dice con una mano cubriendo la zona del corazón.

"Ganas no me faltan"- añado irónicamente. Hacía tiempo que no veía a Thomas sonreír tanto cuando estábamos juntos, simplemente siendo dos bobos y gastándonos bromas constantemente.

"El sentimiento es mutuo, no te preocupes"- expresa conteniendo la risa.

"¡Oye! Que no soy tan mala"- digo al mismo tiempo que lo empujo juguetonamente.

Ambos estallamos en una marea de carcajadas incansables. La escena que estábamos viviendo me recordó a hace unos meses, cuando aún estábamos bien, y éramos felices juntos.

Una vez que conseguimos cesar nuestras risas, me dirigí hacia la nevera para preparar un vaso de leche para mí. Fue en ese momento como sentí que dos dedos acariciaban mi brazo, enviando escalofríos a todas las partes de mi organismo.

"¿No crees que nos estamos precipitando un poco con todo lo de la ruptura?"- escucho su voz llena de tristeza y una pizca de esperanza.

Muy a mi pesar, decido apartarme y establecer distancias. Habíamos tenido un momento de risas y alegría, pero últimamente nuestra relación ya no funcionaba.

"Mira, a mí tampoco me gusta esta situación, pero creoque es lo mejor para los dos. Hace tiempo que esto ya no funciona. Nos pasamosel día discutiendo. Ahora debemos centrarnos en el ámbito profesional, y esto nos va a venir bien a ambos"- dije mientras acariciaba su mejilla suavemente.

Su mirada me permitió entender que aceptaba la situación y que en parte la entendía. Fue entonces cuando intervino- "Buenas noches Bianca"- las palabras salieron de su boca como un susurro.

Antes de irse, depositó un beso en mi mejilla, y desapareció en la oscuridad de las escaleras.

El simple gestó provocó que mi cabeza diera vueltas durante toda la noche que quedaba. Definitivamente mañana iba a ser un día lleno de emociones.

A la mañana siguiente me desperté agotada. Solo tenía ganas de quedarme en mi cama pero sabía que debía presentarme al entrenamiento ya que ayer no había ido. Una falta más y el entrenador tomaría cartas en el asunto.

Escojo algo cómodo para ponerme y bajo hacia la cocina, donde me encuentro con Thomas, quien estaba preparando café.

"Buenos días"—dije bostezando.

"Buenos días"—responde él. En el momento en el que nuestras miradas chocan no puedo evitar recordar su gesto de anoche. En medio de mis pensamientos interviene él—"¡Vaya cara que tienes! Pareces un fantasma".

Me sorprendo por el comentario, pues últimamente no solía despertarse de muy buen humor, pero al escuchar su risa no puedo evitar sonreír como una niña.

Hoy me siento mejor al ver como las cosas entre nosotros han mejorado levemente.

"Qué raro verte de buen humor. Estos últimos meses no te he escuchado reír más de dos veces y nunca era conmigo"—digo.

Su expresión se tornó seria. "He estado dándole vueltas a todo y creo que tienes razón. Tomamos la decisión correcta y la más conveniente para los dos"—dice con una madurez que extrañaba ver en él.

Después de tomarme un café y recoger la cocina me dirijo a la entrada, donde Thomas me espera. Hemos decidido salir juntos para no levantar sospechas.

Al salir, los periodistas se acercan a nosotros haciendo miles de preguntas que me bombardean haciendo que mi dolor de cabeza empeore.

'Lo que me faltaba' pienso para mí misma.

"Señorita Ricci, ¿Cuál es su relación con su compañero Lorenzo Storti? Los hemos visto muy acaramelados por la ciudad"

"Thomas, ¿Qué opinas del acercamiento de Bianca y Lorenzo? ¿Te molesta?"

"¿Está todo bien entre vosotros?"

Preguntas como estas son las que más se repiten. Respiro aliviada una vez que entramos en el coche.

"Qué pesadilla"—dice Thomas exasperado.

Inmediatamente arranca viendo como el tiempo se nos echa encima.

NADANDO EN EL CAOS~THOMAS CECCONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora