Capítulo Seis: Reacomodando prioridades

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El insomnio tiene como causantes principales el estrés, el entorno, el consumo de productos como el alcohol, drogas incluso algo tal como el café (SIN AZUCAR) puede producir insomnio. La alteración que padecía Alexander era de corto tiempo, era propenso a padecer desordenes del sueño con cualquier pequeña alteración en su vida, ya sea problemas para encontrar buenas fotografías, o bien cambiar directamente de ciudad. Por esa razón intentaba dormir las veces que se pudiera permitir como ayer. Su cuerpo y mente parecían querer estar siempre alerta, aguardando a que llegara BB.

Eran las cuatro de la madrugada cuando su cuerpo se rindió y alcanzó a conciliar con su mente que Beyond no estaría allí esa noche. Y puede que durante un par más tampoco. Pasaban ya de las siete, iba por su segundo ciclo de sueño cuando acordes pop/rock 80teros animados junto a la voz de una joven Karla DeVito lo arrancaron de su sueño.

—Hija de...—tomó la almohada a su lado y se la apretó contra la cara. ¿Puede ser peor tener a una chica de la policía al otro lado del pasillo? Por supuesto, que esta sea de esos seres que no pueden estar en silencio con sus pensamientos por la mañana.

[...]

Una de sus películas favoritas se llama "El club de los cinco", que alegría la de prender la radio luego de sus ejercicios matutinos y toparse con esa descarga de energía de su canción icónica. La iba a necesitar, hoy compraría un par de cosas que le urgían: un colchón pues no quería despertar todos los días casi a ras de suelo, cotizar precios para mesas y claro un poco de material de trabajo.

Al salir consideró tocar la puerta con la placa 1ª e invitar a Alex acompañarla. El chico le cayó muy bien, su presencia le transmitía una sensación de serenidad que prometía mucho más si se decidía a conocerlo mejor. Sonrió y negó alejando la imagen de ella misma tocando a la puerta. Empezó a caminar y en poco tiempo estaba dentro de un vagón del metro.

Sus pensamientos corrían tan rápido sin que los controlara. Era extraño, cargaba con la sensación de que su corazón ya no pesaba tanto, por decirlo de alguna forma. Después de meditar un poco mientras seleccionaba fotos de su relación con Matt pudo entender que ella sólo estaba centrada en otros aspectos de la vida, eran (y siguen siendo) muy jóvenes para saltar tan pronto a ese modo de vida en pareja. Era lo mejor, Matty le parecía el tipo de persona que un día está viviendo en una ciudad y al siguiente un estornudo lo mudó al otro extremo del continente. Ella creía ser extrovertida, más no le llegaba ni a los talones a ese chico gamer amante de la tecnología. Su energía inagotable a veces incluso llegaba a sobrepasarla.

—Bienvenida, ¿está buscando algún modelo o tamaño en especial? —una chica de piel morena se acercó con ella al verla un poco perdida. Era la primera cliente en un domingo que nadie quería trabajar.

—Ah sí por favor, me gustaría de tamaño matrimonial y un juego de sábanas—fue como decirle a la chica llévame a ver todos y cada uno de los modelos, colores y sabores de colchones que tienes. Una hora después seguían en la tarea. Una de las primeras citas que tuvo con Matt fue en un sitio parecido, él buscaba un colchón porque según sus palabras "el que tengo puede ser parte de una escena del crimen de todas las manchas de dudosa procedencia" y en lugar de ir a comer comida china o caminar por Central Park dedicaron el día a pasearse por Ikea agarrados de la mano pensando en que bonito se vería esto o aquello.

Ah y corriendo cuando los trabajadores le dijeron a Matt que no podía hacer posiciones sexuales sobre las camas para probar su resistencia.

— ¿Tiene envíos a domicilio?

—Claro que sí cariño, sólo se cobra veinte dólares para el servicio a domicilio.

Adiós mesita para dos personas.

[...]

—Sí señorita, pero no puede darme un horario que va desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, me hace perder el día...sí, pero aún no me da un horario fijo...le vuelvo a...sí quiero el servicio, obviamente...no me estoy comportando altanero sólo...pero...señorita...si me dejara acabar...no pagare ni un minuto que no esté corriendo mi servicio y estaré en mi departamento desde las doce del medio día en adelante. Bonita tarde.

Colgó el teléfono y se dio leves golpecitos en la frente. Necesitaba forzosamente el servicio de internet, de lo contrario conseguir un buen trabajo y moverse dentro de esa ciudad sería una tarea abismal.

Escuchó la alarma de cuarenta minutos que puso, no podía creerlo, la llamada duró todo el tiempo que la lasaña se metió al horno. Agarró un par de paños y la puso en la barra. Volvió a poner una alarma para dentro de media hora. Se sentó en el diván junto a la ventana, el lugar tenía sólo lo necesario, un sofá, un par de sillas largas para la barra de la cocina, un librero en lo alto y claro una vieja tv que en lo particular creía que no serviría, no lo había probado.

Miró a la calle, veía la gente pasar, buscaba una cabellera oscura con paso despreocupado entre tanta gente, pero nadie se parecía a quien buscaba, se sentía cansado luego de limpiar y acomodar sus pocas pertenencias, dentro de poco debía bajar al sótano para buscar su ropa. Beyond...Beyond...Beyond...dónde puedes estar, suspiró. Estaba ansioso, no podía negarlo, mañana tendría que buscar las sedes principales del Times y buscar la forma de conseguir una vacante. Tu estúpida carrera no podría importarme menos esas palabras tan destructivas.

Se levantó y subiendo las escaleras llegó a la base sobre la cocina donde tenía una mesa de trabajo junto a su computadora y el radio puesto para las emisiones de la policía, apagado puesto que aún no conocía las estaciones en las que estos trabajaban. Sacó esa caja de debajo de un par de libros y al abrirla lo asaltó esa misma sensación de boca seca y malestar en el estómago. Pasó una tras otra las fotos. Los colores rojo oscuro y negros predominaban en tan macabros recuerdos: una chica a la que le arrancaron carne de la cara y el cuello; un hombre de mediana edad con la cabeza casi abierta en el medio de un establo; un joven maniatado de pies y manos con la camiseta empapada de sangre; la peor de todas, la que pasaba con singular rapidez un niño, no más de 10 años quizás cuya cara no se alcanzaba a distinguir por la sangre y los golpes. Eran tantas y tantas fotos que compartían una característica. Era el antes del incendio.

—Debería deshacerme de todo esto...—al fin llegó a esa que buscaba, una de ellos dos con pantalones cortos y exhibiendo sonrisas dolorosamente felices. Su madre la tomó hace tanto que el color ya no era tan vivo. Eran niños, con sueños y futuros ¿Dónde estaban ahora? —Todas esas vidas...—tenía un nudo en la garganta, sabía lo maldito que debía ser B...pero también sabía que jamás permitiría que algo le pasara. Sin importar nada ni nadie.

Regresó la caja a su lugar, volvió a bajar al sonar su alarma y cuando la apagó escuchó ruidos en el pasillo. "No digo que fuera predestinado, pero fue muy curioso que cuando estoy saliendo de la tienda pensando en él me llega un mensaje suyo" un pequeño espacio de silencio "Sólo serán dos copas un viernes por la tarde, Near, tal vez este es el cierre que necesito".

—Nada ni nadie, B, te lo prometo—se dijo, tomó el picaporte de la puerta y salió al pasillo.

N/A: se me quedó seco el cerebro. Díganme, alguna vez tuvieron malas experiencias con los vecinos o se crushearon con el chico/ca de al lado? Nos vemos pronto y muchas gracias por leer.

A TU CAPTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora