Capítulo Tres: Vecinos

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"Me encuentro en un autobús camino a una de las ciudades cuya fama nunca me gustó: New York, la ciudad que nunca duerme. Sigo sin tener del todo claro cómo es que mudarnos a una ciudad tan abarrotada será bueno para mí y Beyond. Si cumple su promesa de seguirme, por supuesto."

Traía puestos los lentes oscuros para evitar que la resolana le diera dolor de cabeza, últimamente era más propenso a estos. Tuvo suerte de no tener que compartir asiento, secretamente deseaba que B subiera de último momento y realizaran el viaje juntos. Se dijo que olvidara las cosas sin importancia y descarto su sentir al fondo oscuro, de donde los pensamientos y sentimientos no pueden regresar. Siguió escribiendo en su cuaderno.

"Le expuse mi inconformidad a mi antiguo jefe, insistía en que me quedara, que incluso me daría una columna. Igual renuncié, Beyond fue muy claro: quería conocer esa ciudad, sus calles donde todo puede pasar y una persona desaparecer sin más. Hay días extraños como estos, en los que reflexiono sobre nosotros ahora comparados a los que éramos y no encuentro dónde fue que cambiamos si cuando mi madre murió, cuando su padre le siguió o cuando ese mal nacido nos marcó para siempre. Antes no hubiera aceptado ese no por respuesta, no me mudaría sólo por capricho de B, no me importaría tomar lo que es mío así tuviese que arrebatarse___"

Un bache le hizo rayar su libreta. No era el mejor lugar donde escribir, terminaría con ese pensamiento en su cabeza y guardaría su diario en la caja de cartón bajo su asiento.

"Antes Beyond era...distinto, excéntrico sin duda, con ideas muy radicales y un poco egoístas, pero no era el monstruo que se arrastraba por mi ventana buscando donde esconderse. Aunque quizás estoy siendo demasiado duro con él. Crecimos siendo prácticamente hermanos, las familias en Castle Rock son unidas cuando viven tan cerca y apartadas. El verano era nuestra época favorita, recuerdo que después de ayudarlo con las tareas que su borracho padre le encargaba (sin olvidar las mías claro), corríamos por el camino Harlow hasta dar con el curso bajo del río donde podías meterte. Recuerdo que arrastramos un enorme tronco y lo vimos navegar lentamente. Era finales de verano, tendríamos quizás 14 años. Ambos nadamos hasta el tronco y sostenidos uno a cada lado de este nos acercamos hasta besarnos. Era lo más natural del mundo. Amaba a ese chico de ojos carmesí y sonrisa traviesa. Hace mucho no veo esa sonrisa."

[...]

—Cualquiera pensaría que soy yo quien te debe un favor—su amigo albino ya no vestía con ese traje que gritaba "soy agente especial" ahora llevaba unos simples pantalones chandal grises con una camisa blanca sobre su camiseta negra. Traía la cara roja y sudada de llevar a cuestas la maleta de ropa de Linda junto con una caja un tanto grande. La chica traía en brazos un par de cajas de tamaño medio y pequeño.

—Nadie te dijo que me fueras a sacar de mi miseria—sonrió emocionada, no importaba lo tranquila y deseable que fuera su vida en la academia, los cambios como estos le subían los ánimos y expectativas.

—No sería un buen amigo si te dejara sola—se apoyó un momento contra el barandal y este crujió peligrosamente—. ¿No pudiste encontrar un apartamento un poco más seguro?

—No con tan poco tiempo—Near estaba por abrir la boca—y vivir contigo ahora que sé que te mudaste con Mello no era opción. Lo único que diferencia a ese rubio de un labrador es que no tiene cola y sólo a ti te dan ganas de acariciarlo.

—No es un perro.

—Además...no quería toparme a Matt por las escaleras.

—Pero te lo puedes topar en la calle—no respondió, esperaba no tener la suerte de encontrarse al pelirrojo viviendo a un par de cuadras.

Cuando alcanzaron el descanso de la escalera vieron en el tercer piso a un viejo que a todas luces iba con unas cuantas latas encima.

— ¿Ustedes son Alexander y Lisa? —preguntó sin decir hola.

—Sólo Lisa. Buenas tardes, usted debe ser el señor Smith, muchas gracias por recibirme sin...

—Sí, sí buenas tardes. Escucha niña, estos apartamentos son históricos. Cualquier daño que le hagas saldrá de tu depósito. Las tuberías pueden llegar a tener problemas en épocas de frío y la calefacción hace ruido si la tienes demasiado tiempo. Los días de paga son los últimos viernes de cada mes. No quiero venir y escuchar que tu madre está hospitalizada o que te corrieron del trabajo—Linda y Near dejaron las cajas en el penúltimo peldaño de la escalera al alcanzar el cuarto y último piso.

Cuando su viejo casero abrió la puerta ella supo que tendría mucho trabajo por hacer. Estaba ansiosa. Era un estilo muy industrial, con paredes de ladrillo rojo y separaciones con paredes de cristal. Una cocina pequeña, arriba de esta estaba una plataforma que abarcaba hasta la sala apoyada en dos columnas, la base llegaba frente del gran ventanal que daba vista a la calle.

—No están permitidas las mascotas y sólo tienes un juego de llaves, yo conservo la otra. Cuida el inmobiliario y no hay colchón—le tendió las llaves a la chica y esta las tomó con gusto. Sentía su corazón latir emocionado. Esta era la segunda oportunidad que buscaba en la academia, iniciar su vida, con un trabajo en una gran ciudad tratando de alcanzar su independencia, su libertad. Si su madre la viera...

Un sonido estruendoso la sacó de esos pensamientos, todos se apresuraron a la escalera. Era un sinfín de papeles, libretas, libros, pinceles, colores, productos de rebelado todo haciendo un camino hasta la mitad de la escalera donde un joven castaño se sujetaba del barandal. La caja que Linda dejó en el penúltimo peldaño lo hicieron tropezar escaleras abajo. Al fondo estaban un par de cajas.

— ¡Disculpa, no fue intencional! —bajó corriendo, por gracia divina no tropezó con nada e inmediatamente trató de ayudar al chico a levantarse— ¿te lastimaste? ¿estás bien?

"Qué estúpida pregunta" su cabeza estaba que reventaba, sus planes eran tomar las llaves que el casero le entregaría, dejar todo sin desempacar, tomar una pastilla para el dolor de cabeza y acostarse a dormir hasta el día siguiente. Estaba muy molesto

—Estoy bien, no te preocupes, sólo fue un pequeño accidente—volteó a ver a la chica fingiendo una sonrisa amable como acostumbraba. Estaba muy cerca de él, sosteniendo su brazo, un mechón de cabello cayendo sobre su frente, completamente apenada y con clara preocupación en los ojos. Ya de pie Alex miró todo esparcido, dejó la mochila y comenzó a buscar sus cosas, le preocupaba las lentes de su cámara junto una cajita muy especial que no era asunto de nadie.

—Déjame ayudarte—tomaron las cajas y comenzaron a recoger todo. Linda metía en la suya todo lo que veía que era suyo, muerta de la vergüenza ¿sería su vecino? Era lo más probable.

—Yo me voy, llegaste tarde. Pregúntale a la chica de tu apartamento y las reglas. Aquí está la llave—no se las dio siquiera en la mano. Las dejó pegadas en la puerta frente la de Linda y sin importarle si pisaba o no papeles importantes se largó del lugar.

—Veo que no es muy amable—mencionó levantándose.

—Deducción acertada—intervino Near; Alex sintió su corazón un vuelco horrible al ver al chico con esa caja especial en las manos junto otras chácharas que no le pertenecían. Casi se la arrebató de las manos.

—Gracias por su ayuda. Me presento, soy...

—Tú eres Alexander, ¿verdad? El casero mencionó tu nombre. Un gusto Lisa Lindal, seré tu vecina—extendió la mano con una sonrisa sincera, viéndolo a los ojos. El primer impulso de Alex era dar un paso atrás, pero si lo hacía caería nuevamente. Estrechó la mano de la chica, tenía una mano muy cálida.

—Un gusto Lisa. Alexander Ryuuzaga, para servirte.

N/A: Ustedes han visto esas pelis con departamentos en la gran manzana que son muy muy amplios que hasta parece que antes eran fabricas? Esos son los estilo industrial, con ladrillos rojos, tuberías y columnas de acero.

Espero que les gustara este capítulo. En cada anotación de Alex trataré de que puedan ver un poco de su pasado con B; y aún faltan varios personajes por presentar. Gracias por leer.

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