Capítulo I. Relaciones Imperfectas

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No hacía mucho que el séptimo curso, el año de los O.W.L.s, había comenzado. Siendo él era un prefecto de la escuela, cumplía con sus deberes y obligaciones. Aun así, le daba tiempo de pasar el rato con sus amigos en la sala común de Gryffindor y de jugar al Brogeitilt (el deporte más popular de la comunidad mágica, el cual es una mezcla entre Hurling y Baloncesto, y se juega sobre escobas mágicas). Arthur Weasley creía tomar las decisiones correctas, tanto en materia académica como en su vida personal. No era ni el más popular, ni el más querido, ni el mejor estudiante, pero sabía con quién relacionarse y con quién no.

Aquel día, durante la clase de Historia, que, como siempre, era la más aburrida de todas, Arthur estaba haciendo garabatos en su cuaderno, mientras que Lucius Malfoy y Rabastan Lestrange se entretenían jugando al tenis con una bola de papel. Sarah Gramunt, una estudiante española de la Escuela Adaegina de Brujería, la escuela de magia para los jóvenes hechiceros y brujos ibéricos, que estaba cursando sus dos últimos cursos haciendo un intercambio en Gran Bretaña, estaba sentada dos filas delante de él, y llevaba un tiempo mirándola, porque no quería distraerla. Había caído bien a todo el mundo nada más llegar, no sólo por su acento, sino por su dominio de la magia de las plantas. Desde noviembre del año pasado, Sara y él habían quedado juntos muy a menudo, y aquellas pequeñas quedadas habían sido de lo más agradables. Quería haberle pedido que fuera al baile de Navidad con él, pero resultó que Sara decidió regresar a Barcelona con su familia. Así que terminó yendo con la que era su novia, Molly Baevin, una chica de su misma casa, Gryffindor, con la que llevaba saliendo desde cuarto. Molly era muy simpática, pero no tenía muchos amigos. De hecho, había muchas chicas de Avalon que se burlaban de ella por su torpeza con la magia y su físico.

—Arthur, ¿va todo bien? —le susurró Lucius.

—Sí... —respondió el pelirrojo, aún distraído.

—Dile algo, ¿no?

—¡No puedo!

—¿Por qué no?

—Bueno, es que... es que...

—Te gusta.

Arthur se puso rojo como un tomate. Lucius se lo había resumido. Pero no podía admitirlo con Molly sentada al lado suyo. Por suerte, su novia estaba durmiendo, así que ni se enteró de lo que había dicho el rubio.

—No es eso, ¿vale? —replicó Arthur.

—Ah, ¿no? —Lucius tenía otra vez esa sonrisa pícara.— ¿Y qué es?

—No sé... La clase de Historia, que me hace soñar.

—Sí... Seguro que es eso.

Arthur agradeció que no hiciese más comentarios, pero aquella breve interacción había despertado en él, de nuevo, aquella preocupación: era su último año en Avalon, y, tarde o temprano, tendría que decidir entre una de las dos. Y que, a la que no eligiera, quizá perdería el contacto con ella para siempre. Desde que terminó su segundo año había hecho el balance entre ambas miles de veces, a veces llegando incluso a dormir mal o directamente pasar la noche en vela, casi siempre en vano. Tanto Sara como Molly tenían cosas que le echaban para atrás y le atraían al mismo tiempo.

Por fin, después de una hora mortal, el timbre tocó. Lucius, Arthur, Molly y Sara salieron, como la mayoría de los alumnos, medio dormidos del aula de Historia. Era normal, ya que Historia era la peor asignatura que había en Avalon (ya que el profesor era un muermo explicando).

—Tengo Runas Antiguas, os veo luego —se despidió Lucius, y se alejó con Rabastan Lestrange hacia el aula de Runas Antiguas.

—Y yo tengo Cuidado de Criaturas Mágicas —dijo Molly. Se volvió hacia Arthur y le dio un beso en la mejilla.— Nos vemos luego, Artie. Vamos, Sara, llegaremos tarde.

—Hasta la cena, Arthur —se despidió Sara.

Arthur se dirigió hacia el aula de Latín. Arthur se pasaba la mitad de la hora haciendo garabatos en su libreta, porque la clase le aburría. Él no había tenido la oportunidad de elegir esa asignatura, había sido cosa de su padre. Además, en aquella clase, de vez en cuanto, tenía que soportar a Michael Huntington, un chico de Gryffindor un año mayor que él, pero que había repetido curso y, para su desgracia, era el más popular de la casa, tan sólo porque su padre era el director del Departamento de Seguridad Mágica del Ministerio. Arthur sólo "toleraba" su compañía para mantener contento a su padre, ya que los Huntington tenían una posición muy favorable y quería que le consiguiera trabajo cuando saliera del colegio. Pero a Arthur no le caía nada bien. Mike era bastante corpulento, y bastante fuerte, y si no había entrado en el equipo de Brogeitilt como bateador era porque la última vez que eso ocurrió, mandó a la enfermería por una semana a la portera del equipo contrario. Michael y su pandilla gustaban de gastar bromas pesadas y de armar caos en Avalon.

—Anda, el niño mimado de mami profe anda con mala cara —dijo Michael, de pronto, sin detener la partida.— ¿Qué te pasa, pringao?

—¿Y a ti que te importa? Déjame en paz —respondió Arthur, cansado, sin levantar la vista de su libreta.

—¿Tiene que ver con una chica?

—Te he dicho que me dejes en paz...

—Creo que la elefantita es mejor para ti, pringao —comentó Michael, ignorándole, en un tono arrogante, levantando risas de su grupo.— Una chica como Gramunt está totalmente fuera de tu alcance.

—No te he pedido tu opinión sobre mi vida, Huntington.

—¡Oh, vale, vale, no era mi intención hacer llorar al nene!

Arthur dio un resoplido de indignación. En esos momentos, le gustaría que Lucius estuviera a su lado. Sí, era muy directo y muy brusco con sus opiniones, pero por lo menos no trataba de hacer de menos a otros para levantarse a sí mismo. ¿Qué tal le estaría yendo a él en la clase de Runas Antiguas? Al estar en la misma clase que su mejor amigo Rabastan Lestrange, que encima estaba en su misma casa, Slytherin, seguro que mejor que a él. Una parte de sí mismo lamentaba no haber elegido Runas Antiguas, aunque sólo fuese para estar con ellos. Pero luego recordaba la parte de la magia oscura de sus conversaciones y se le pasaba.

En el fondo, Lucius le daba cierta envidia. Su familia tenía un buen soporte económico y una posición social muy favorable, siendo como era una de las más ricas de Gran Bretaña, lo cual no le cabía duda que Lucius lo había utilizado para ganar popularidad en Slytherin, y en Avalon en general. Y, además, él ya tenía pareja. Una chica un año más joven que él, llamada Narcissa Beaugaest. Arthur ya la había conocido. Narcissa era bastante buena estudiante, aunque compartía la misma arrogancia, frialdad y gusto por la magia oscura de Lucius.

Ojalá lo suyo con Molly y Sara fuera más sencillo ... 

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