Capítulo IX. Regreso a Avalon

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Al terminar las vacaciones y regresar a Avalon, la tensión en el castillo se tornó extrema y, en algunas ocasiones, insoportable. Los profesores les cargaron de deberes y prácticas para los OWLs, y la tensión iba en aumento. Y, además, comenzaron los entrenamientos de Brogeitilt para los partidos finales del curso.

El siguiente partido era Slytherin contra Hufflepuff, por lo que al menos no había peleas por la pista para los entrenamientos, ya que Lucius consiguió coordinarse bastante bien con el capitán de la casa tejón. Sara había entrado en el equipo el año pasado, porque ella solía ser defensa del equipo de Adaegina. Ella jugaba con su Huayche, el instrumento mágico de la comunidad mágica hispana, parecido a una varita, pero con un adorno de animal en la punta (el de Sara era una ardilla), que podía extenderse y usarse como escoba. Y de ahí que Arthur estuviera deseando ver el partido. El primer partido en el que Sara jugó en Avalon se lo perdió porque le habían castigado por entregar tarde una tarea, así que estaba deseando verla jugar con sus propios ojos. Pero no sabía si iba a poder ir, ya que cada vez tenía más carga de trabajo, y algunos hechizos todavía se le trababan.

Sara, Lucius y Narcissa no estaban mucho mejor. Arthur iba con ellos a la biblioteca a estudiar, y se quedaban ahí hasta que la señorita Brown, la bibliotecaria, les decía que debían regresar a sus salas comunes. Se sentaban en una de las mesas junto a la ventana, y compartían apuntes, se ponían exámenes y practicaban algunos hechizos menores. Molly a veces les acompañaba, y se sentaba junto a Sara, quien era la última en irse.

—Arthur, debemos de regresar a la sala común —le avisó Molly, un viernes por la tarde. El pelirrojo había vuelto a quedarse mirando a la chica española, soñando despierto, con la cabeza apoyada en su mano y el codo sobre su libro de Alquimia.

—¿Eh? Sí, vamos —respondió Arthur. Recogió sus libros y cuadernos, y los metió en su cartera.— ¿Tú crees que está permitido quedarse en la biblioteca hasta después de las once?

—Los prefectos sí que podemos —le explicó Molly, con calma.— Ah, ¿lo dices por Sara? Tiene un permiso de su colegio, me lo dijo el año pasado.

A Arthur le daba la impresión de que aquellos días que Molly y él habían estado separados, ella estaba distinta. Estaba mucho más tranquila, pese al estrés de los exámenes y todo el trabajo que tenían, e incluso parecía haber hecho las paces con Narcissa, ya que, por ejemplo, aquel día habían estado compartiendo sus apuntes de Alquimia, Lengua y Literatura y Encantamientos.

—¿Y qué tal las Navidades? —le preguntó Molly, dejándose caer en uno de los sillones de la sala común de Gryffindor. Dejó su mochila al pie del sillón.

Arthur se sentó en frente suyo, y dejó su bolsa a sus pies.

—Ha estado bien —respondió, simplemente.— Nada fuera de lo normal.

—¿Cómo es la mansión de Lucius?

—No es tan grande como me la imaginaba. Ni tan oscura.

—Eso sí que me sorprende.

—A mí también me sorprendió.


Los días pasaban, y poco a poco los deberes se terminaban, convirtiéndose únicamente en prácticas para los OWLs. Deberían quizá agradecer que se terminaran los deberes, pero las prácticas eran incluso más duras. Y, por si eso no fuera suficiente, en el colegio empezaron a surgir rumores sobre la posibilidad de que Michael Huntington fuese a regresar. Hasta ahora, le había tranquilizado el hecho de que Huntington no estuviera ahí para molestarle, ya fuera con preguntas incómodas, burlándose de su manera de jugar al Brogeitilt o, lo peor, lanzándole maldiciones. Arthur trataba de decirse a sí mismo que los rumores eran falsos y que seguramente Michael no volvería. Es decir, le habían expulsado por utilizar un hechizo como el Torturus. ¿Qué podría ocurrir para que le dejaran volver a terminar sus estudios? Pero ... ¿Y si sólo había sido una expulsión temporal?

Aquella posibilidad empezó a quitarle el sueño, y a dejar de poder centrarse correctamente en los exámenes. Arthur sabía que Michael tenía mucha capacidad para arrastrar a muchos estudiantes a su lado, y la posibilidad de volver a quedar marginado de Gryffindor le daba mucha ansiedad. Y esto fue algo que tanto Molly como Sara, Lucius y Narcissa notaron.

—No creo que tengas de qué preocuparte si finalmente los rumores se confirman —le susurró Lucius cuando le comentó sus temores, mientras terminaba una redacción para Runas Antiguas. Habían quedado para estudiar juntos en la biblioteca.— Supongo que si vuelve, que no creo, le tendrán más vigilado.

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