INSECURE

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Charles Leclerc era la timidez hecha persona por obligación, el joven monegasco estudiante de medicina y con especialidad en pediatría buscaba la estabilidad en su ser y su pasión por ayudar.

En su momento estuvo perdido, antes de ingresar a la universidad no sabía que hacer con su vida y no era como si le importase. Vivía cómodamente en uno de los condominios de su familia, vivía de fiesta en fiesta, de boca en boca.

Nunca se detuvo para cumplir sus objetivos, solo que, en ese entonces era algo despistado y un poco indiferente a lo que pudiese pasar en el futuro, al final de cuentas tenía la vida más que asegurada.

Ser de las familias más acaudaladas de Mónaco tenía sus ventajas, no obstante, no los volvía inmunes y el 5 de febrero fue una fecha que marcaría su vida por el resto de esta.

Un terrible accidente lo hizo perder demasiadas cosas; su vida, su estabilidad, sus padres, su padrino y la capacidad de gesticular oraciones de más de tres palabras.

Una condición neurológica en donde, como resultado del accidente, su capacidad del habla se vio bastante limitada. Fue complicado determinar lo que le sucedía pues varios especialistas lo catalogaban como estrés post trauma, aunque en realidad iba más allá.

Con el paso del tiempo y gracias a Marcos un psiquiatra especialista en traumas, lograron diagnosticarlo con Disartria, aquello que limitaba su capacidad del habla debido a una lesión cerebral, pero que poco a poco iba logrando superar.

Dejó su vida de desenfreno, era frustrante para él querer ligar o salir con gente cuando con trabajos y podía gesticular un "hola" no podía tener contacto físico pues se tensaba, sus manos temblaban y sus piernas flaqueaban.

Y por si no fuese suficiente, no podía consumir alcohol o algún tipo de psicotropico pues su capacidad del habla se podría ver afectada. Todo esto lo llevo a encerrarse en una burbuja y tener grandes cambios emocionales.

Pasar de un torbellino lleno de energía y seguridad, a ser uno de esos bichos raros que no querían ver si quiera la luz del día era algo difícil, pero algo que el tiempo volvió su nueva realidad.

Es como si su vida se hubiese reiniciado, como si el Charles desenfrenado hubiese desaparecido y su nueva personalidad sumisa se hubiese apoderado de él con el paso de los años.

Y es que Justo diez años después, Charles se encontraba a punto de concluir su maestría en pediatría. De alguna forma había encontrado su rehabilitación en ayudar a pequeños. Ahí no le temblaban las manos, no le fallaba la voz y se sentía tranquilo consigo mismo, como si nada hubiese pasado.

Estar en el consultorio del Doctor Hamilton era ese shot de adrenalina que necesitaba cada día, además de que Lewis era una de las pocas personas que comprendía su situación y que eran realmente pacientes. En si solo eran sus hermanos, el doctor Hamilton y Pierre junto con su novio.

Esas cinco personas eran las únicas personas que le ayudaban y lo apoyaban, que lo entendían y le tenían paciencia cuando sus manos temblaban y hablaba en monosílabos después de tartamudear un par de veces.

Tomó un respiro bajando del taxi —Gr-Gracias —susurró y cerró la puerta sin esperar respuesta.

Entró en la cafetería, como siempre, con pasos tímidos y una sonrisa débil. Pierre, el dueño, lo recibió con una cálida sonrisa y un gesto amistoso.

—Hola, Charles. Lo mismo de siempre, ¿verdad? —preguntó Pierre, mientras preparaba su café.

Charles asintió con la cabeza y murmuró un débil "sí".

DISARTRIA | CHARLOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora