Dos.

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El escenario cambio de un momento a otro, ahora, Harry Potter se encontraba en la sala de Astronomía en la noche, pero esta tenía un aspecto más avejentado al que él conocía.

Pudo divisar a la misma chica pelirroja sentada en la barandilla del balcón hacia el vacío en la sala. El niño se acercó lentamente observando todo con cuidado, aunque él ya se había dado cuenta de que no podían verlo allí. Era como si estuviera utilizando la capa mágica que le había dejado su padre.

—Heather —dijo una voz a sus espaldas.

— ¿Qué quieres? —pregunto la chica sin voltear.

Harry se giró a ver el dueño de la voz, y encontrarse con el muchacho, dueño del diario que lo absorbió.

—Sé que lo que dije te molesto... —dijo el adolescente acercándose a la chica lentamente.

— ¿Y desde cuando te importa?

El silencio gobernó por unos segundos.

—Oye, sé que lo que dije estuvo fuera de lugar y te lo reconocí en la cara. ¿Qué más quieres?

La pelirroja se bajó de la barandilla de un salto y se acercó al pelinegro.

—Dos cosas quiero; uno, deja de ser tan imbécil, y segundo... ¿Por qué? ¿Por qué tu repentino interés? ¿Por qué últimamente me persigues por todos lados sufriendo el hecho de que ya no te ignoro sino que te odio?

—Prefiero que me ignores a que me odies.

— ¿Por qué? —insistió persistentemente ella.

—Porque sí.

—No existe el "porque sí".

—Entonces, porque lo digo yo.

— ¿Y por qué debería importarme lo que tú me digas? —ella lo desafío con una cercanía de por medio.

El pobrecillo Harry Potter, no sabía dónde meterse de tanta tensión que había en el ambiente.

— ¿Por qué te cuesta tanto entender esto? —le pregunto entre dientes en respuesta.

— ¿Entender qué? —pregunto confundida Heather.

Él la miró molesto.

—No te quiero cerca, eres una distracción, pero no puedo alejarme de ti... —murmuro derrotado.

—Así que soy la debilidad del insensible Tom Riddle —se burló.

—No abuses de mi misericordia.

La Hufflepuff lo miro con los ojos entre cerrados y una sonrisa.

—Qué raro —dijo con sarcasmo —. Tú siempre tan dulce.

—No lo digas con sarcasmo... Solo un ciego no vería como te veo...

—Pero no me tratas como dices que te sientes conmigo —le echó en cara.

— ¿Quieres que te trate distinto?

—Solo si de verdad quieres algo conmigo.

— ¿Te parece si empiezo ahora?

— ¿A qué?

—A tratarte distinto... —murmuro molesto por tener que aclarar sus intenciones.

— ¿En serio lo preguntas Riddle? —pregunto divertida.

Riddle no tardo más y sorprendió a la muchacha robándole un beso pequeño. Apenas se separaron volvieron a unirse en un beso más necesitado y sincero. Ambos se acercaron más en este beso.

Todo empezó a dar vueltas para el pequeño Harry, y volvió a su cuarto donde comenzó a conversar con el diario mágico. Él no entendía absolutamente nada de lo que había sucedido. No entendía por qué el tal Tom Riddle decidió mostrarle eso, como respuesta a su pregunta. No entendía que había pasado con la dulce y fuerte Heather para que ahora fuera un fantasma que vagaba por Hogwarts.

Él no quiso dar más vueltas en sus pensamientos, por lo que en medio de la noche, y con el toque de queda, tomo su capa de invisibilidad y salió en busca del ente.

Luego de buscarla por un tiempo en la noche, encontró a Heather como un fantasma, sentada en la baranda del balcón en la sala de Astronomía, tal como en lo que el diario le mostro.

—Hola —la saludo el niño.

La mujer casi transparente se giró, flotando en el aire. Sonrió ampliamente cuando vio que se trataba de su estudiante favorito, Harry Potter.

—Harry —dijo ella en forma de saludo. — ¿Qué haces despierto a estas horas? —le pregunto dulcemente.

—Quería caminar —mintió.

Ella hizo su característico movimiento facial, achinando sus ojos con una sonrisa.

— ¿Por qué siento que me mientes? Tú sabes que no le diré a nadie... —le dijo ella con complicidad —Y en realidad, me gustaría preguntarte, ¿Por qué estas afuera de tu cuarto si hay toque de queda...?

—Quería salir a pensar... ¿Heather, que año falleciste? —pregunto de repente.

—En 1940. ¿Por qué preguntas?

—Porque me causo mucha curiosidad saber que te paso, por qué falleciste tan joven...

Ella entristeció un poco su mirada pero mantuvo la sonrisa en su rostro.

—Diferencias de opiniones... Pero bueno, de cierta forma me he inmortalizado, ¿no? —bromeo.

— ¿Y por qué estás aquí? ¿Por qué no fuiste al "cielo"?

Ella lo miro poco contenta, por no decir nada.

—Estoy esperando a alguien, alguien que quiero que me acompañe.

— ¿Quién es?

La mujer de un momento a otro desapareció de la vista de Harry. Ni aunque el pequeño sea su favorito iba a contestarle esas preguntas. Eran una fibra muy sensible para Heather, después de más de 50 años, todavía no podía hablar de ello.

memories | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora