Mi Sol.

77 8 3
                                    

Me despedí de la multitud con una sonrisa forzada. El rugido de los aplausos llenaba el estadio, un eco de la fama que había alcanzado, pero dentro de mí, el vacío se hacía más profundo.
Agradecí brevemente a los músicos, a mi equipo, y me aleje rápidamente hacia la salida trasera, con el personal de seguridad rodeandome. Evitando las preguntas de los periodistas y el abrazo insistente de los fans.
Había tenido suficiente.
Pude llegar a un lugar lo suficientemente libre del gentío y mi chófer logró estacionarse el tiempo justo para que yo saltara dentro del auto y escaparamos.

Tardamos diez minutos en llegar al hotel, me coloco la capucha del abrigo y bajo del auto. Meto las manos en los bolsillos y camino dentro del edificio.
Es un bello hotel, lujoso y privado. Hay mucha seguridad, varios alfas caminan por las inmediaciones, son enormes.
Los ignoro.
Abordo el ascensor y llegó al último piso, en vez de entrar a mi suit, camino más allá y subo por la escalera que me lleva a la azotea. Es una especie de refugio, el lugar donde solía venir cuando las luces brillantes del escenario se volvían demasiado. Siempre visito la azotea de los hoteles donde me hospedo.
El viento fresco de la noche me golpeó, y por un momento cerré los ojos, dejándome llevar por la sensación.
Pero mi mente pronto me llevó a un lugar más oscuro, a un recuerdo que  atormentaba mi ser desde hace años.
Hoy, exactamente se cumplen cinco años.

-Lucerys...

Pronuncié su nombre en voz baja, casi como una oración, una súplica al viento que me rodea. La culpa todavía me consume, una carga que nunca he dejado de llevar. La fama, el éxito y el brillo de su nuevo mundo me absorbieron, alejándome  de la única persona que realmente importaba.

Me asomo al borde de la azotea, mirando la ciudad que se extiende bajo mis pies, los recuerdos llenan mi  mente.
Las miradas cómplices, sus besos tiernos,  las promesas susurradas, y la mirada luminosa de Lucerys cada vez que me veia, sus mano tirando de la mía recorriendo librerías...

Él ama los libros, leer, escribir. Siempre me impresionó como devoraba libros en cuestión de horas, y lo feliz que se veía haciéndolo.
Quería ser escritor, crear mundos nuevos solo con su imaginación. Donde si existan los finales felices.
Amaba las historias con finales felices. Una novela era un fracaso para él si no tenía un final feliz.

Intenté encontrarlo, claro que sí. Pero Lucerys se desvaneció, desapareció de mi vida sin dejar rastro.
Solo me bastó unas horas para arruinarlo todo, una maravillosa relación de dos años, arruinada por mi estupidez.
Después de ese día, había sido como si la tierra misma lo hubiera tragado. Había buscado, preguntado, investigado. Pero cada pista se convertía en humo, cada esperanza en desesperación.

-Te fallé, mi Sol... - Susurré  al aire nocturno.

Lo traicioné por una vida vacía, por una ilusión que creí desear. Pero sin él, no soy nada. Todo esto... no significa nada sin él.

Las lágrimas, que aprendí a contener frente a todos, comenzaron a caer libremente.
Había traicionado a mi novio de la forma más cruel, lo herí dónde yo  sabía que le doleria. Conocía bien sus miedos, se supone que lo cuidaría de ellos, pero fuí yo quien le clavó el puñal, en lo más profundo de su ser.
Elegí la fama, el brillo falso sobre la verdadera luz que había iluminado mi vida.

Había veces, en las noches más solitarias, en las que me permitía soñar con un reencuentro, con pedir perdón de rodillas de ser necesario. Haría lo que fuera, dejaría atrás todo lo que había ganado, si eso significaba tener a mi Omega de vuelta, si eso significaba volver a sentir su calor, su amor.

-¿Dónde estás?.-
La pregunta se escapó de mis labios, desesperada, rota.
-¿Dónde estás, mi Sol? ¿Cómo puedo encontrarte? Necesito...- se me quiebra la voz. Me enderezó, tomo aire.
- Necesito que vuelvas a mi vida mi amor...-

Acordes de Un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora