Suiza.

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El avión ronroneaba suavemente mientras nos deslizábamos sobre las nubes, pero en mi mente, todo era un caos. El plan estaba armado, las piezas en su lugar, pero la ansiedad se apretaba en mi pecho como una banda de acero. Lucerys estaba cerca. Muy cerca.

Me inclinine hacia atrás en el asiento de primera clase. Sofy jugaba con su Nintendo al otro lado del pasillo. Siempre tenía un ojo sobre esa pulga. Por si acaso.

—No puedo creer que nos convencieras de venir a Suiza para Navidad.— rió mi hermana junto a mí, rodando los ojos.
—Mama quería pasarla en casa, y yo, sinceramente, prefería algo más cálido, pero aquí estamos. Por ti. Para que busques a tu fantasma.

—No es un fantasma.— murmuré, dándole un trago a mi vaso de agua.
—Es Lucerys. Y está aquí. Lo sé. Lo siento.

—Lo sientes...— repitió Alex, con un aire de escepticismo.

No la culpo por dudar. Han pasado años desde que lo perdí.
A veces yo mismo pensaba que estaba persiguiendo sombras, pero esta vez era diferente.

—Tío, ¿cuánto falta para llegar?— Sofy interrumpió mis pensamientos, girándose para mirarme con impaciencia. Mi madre estaba dormida a su lado. —Estoy aburrida.

—Un par de horas más, pulga.— le respondí. —Deberías intentar dormir un poco. Mañana tendremos un día largo.

—¿Largo?— preguntó mi hermana, levantando una ceja. —¿Qué tan largo? Pensé que íbamos a descansar en el hotel.

—Sí, sí... pero tengo algunos planes.— respondí, con un tono evasivo.

—Planes...— me dio una mirada inquisitiva. —¿qué estás tramando?

—Solo quiero visitar los alrededores del lugar donde se presentará su nuevo libro.— expliqué rápidamente, bajando la voz para que Sofy no escuchara. Solo a Lara le expliqué los motivos por los que quería venir a Suiza. Necesitaba convencerla de venir.— Es en dos días, y quiero ver el lugar.

Ella meneó la cabeza.

—No sé si esto es una buena idea.— dijo.
—¿Y si no quiere verte? ¿Has pensado en eso? No puedes obligarlo.

—Solo quiero que me escuche.  Si luego quiere que me aleje de él, lo haré. Pero necesito disculparme.— murmuré, más para mí mismo que para ella. —No dejaré que se escape antes de eso.

Me lanzó una mirada larga y silenciosa, pero no dijo nada más. Sabía que no importaba lo que dijera, yo seguiría adelante con mi plan.

Laax, ese pequeño pueblo suizo, había sido mencionado en una de sus novelas. Y ahora, con su nueva obra "Winter’s Whisper", su editorial había publicado los detalles de la presentación en Zúrich. Todo encajaba. Solo tenía que ser paciente y esperar el momento adecuado.

El plan estaba claro: mañana por la mañana, haríamos un pequeño recorrido por los alrededores, exploraríamos el lugar de la presentación, y luego nos trasladaríamos a la cabaña que alquilé en Laax. Un lugar privado, apartado del mundo, donde podría buscar a Lucerys.
Pero solo Lara sabía la verdad de mis planes de venir a Suiza. Sofy no podía enterarse de ningún modo, y mi madre jamás hubiera aceptado venir. Por más que ella adoraba a Lucerys, siempre asistió en qué yo le había hecho suficiente daño y debía dejarlo en paz.

—Oye, bestia, ¿crees que conoceremos a alguien famoso en Suiza?— preguntó Sofy, interrumpiendo otra vez mientras miraba por la ventana, buscando algo interesante en la oscuridad.

—Quizá.— le respondí, dándole una sonrisa traviesa. —Pero ya tienes un tío muy famoso, ¿Qué más quieres? Además, lo importante es que vamos a tener una Navidad diferente. Algo que recordarás para siempre.

Acordes de Un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora