Pista.

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El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos. Miro la pantalla: Clara. Siempre llamaba cuando había algo importante. Me siento rápidamente en la cama y contesto de inmediato.

—¿Sí? —digo, tratando de mantener la calma.

—Encontré algo. Estuve investigando a fondo la editorial que publica las novelas de Lucy Velar.

Mi corazón se acelera. Ese nombre, ese maldito nombre, es lo único en que puedo pensar. Estoy casi seguro de que es Lucerys, pero hasta ahora no he tenido pruebas sólidas.

—¿Y? —pregunto, intentando que mi voz no suene demasiado desesperada.

—Tienen un contrato de confidencialidad muy estricto. No revelan nada sobre la verdadera identidad de ese autor en particular.—responde ella con tono profesional, pero sé que no ha llamado solo para decirme eso. — Pero investigué al editor. Él trabaja con varios autores, aunque su mayor éxito lo ha tenido con Lucy Velar. Y aquí es donde se pone interesante: hace viajes recurrentes a Suiza, sobre todo cuando se trata de lanzamientos importantes.—dice.

Suiza.

Algo en mi mente se desbloquea de repente, como si una llave girara en la cerradura correcta. Suiza… ¿dónde había oído eso antes? Entonces, lo recuerdo. Una cabaña. Un bosque en Suiza. Una mención en una de las novelas. Aparece una vez, fugaz, apenas un detalle entre muchos.

—¿Lanzamiento? —repito, apenas escuchando el resto de lo que dice Sara. Apretando el celular entre la oreja y el hombro.

—Sí, pronto será el lanzamiento del nuevo libro, y lo haran en Suiza. Faltan detalles a confirmar, pero ya se anunció.

Mis pensamientos ya no están en la llamada.

Lucerys siempre quiso una cabaña en medio del bosque, un lugar donde pudiera desaparecer del mundo. Lo mencionaba cuando hablábamos de nuestro futuro, cuando planeábamos qué haríamos "algún día".

Era lo único que queria, lo repitió varias veces. Yo nunca entendí su amor por el frío. Pero él lo amaba.
La última vez que lo menciono fue...

El rugido del público me llenaba los oídos mientras bajaba del escenario, sudor en la frente y el corazón aún latiendo con fuerza. Habíamos dado el show de nuestra vida en el famoso Club Nocturno "Red Moon", el tipo de lugar donde una banda como la nuestra podía despegar de verdad. La gente estaba enloquecida, aplaudiendo y gritando por más. Pero yo solo tenía una cosa en mente: Lucerys.

Lo había convencido de venir esta noche, después de rogarle a su padre, Laenor, para que le diera permiso. No era fácil sacar a mi precioso Omega de casa, mucho menos a un lugar como este, lleno de luces brillantes, música ensordecedora y personas con ropa que apenas cubría lo suficiente. Pero ahí había estado él, viéndome desde un costado del escenario con su suéter rojo de cuello en V y esos jeans que parecían demasiado formales para este lugar. Todos a su alrededor llevaban cuero, lentejuelas o ropa tan ajustada que parecía pintada, pero Lucerys destacaba de la mejor forma posible. No necesitaba nada de eso para ser perfecto.

Sabía que teníamos un límite. Una hora más y Laenor empezaría a llamar, tal vez incluso a la policía, si Luc no llegaba a tiempo. Pero estábamos bien de tiempo, y yo ya planeaba cómo íbamos a pasar esos minutos juntos antes de que el toque de queda nos separara.

—Gracias, Red Moon. ¡Nos vemos pronto!— Grité al público, mientras me despedía con una sonrisa enorme y me dirigía hacia el costado del escenario, donde Lucerys debería haber estado.

Solo que no estaba.

Fruncí el ceño, seguro de que tal vez se había movido un poco por la multitud. Empecé a buscar entre la gente, estirando el cuello para verlo por encima de las cabezas, pero nada. La música alta y el griterío me envolvían, pero solo podía escuchar el latido acelerado de mi corazón. El lugar era un caos, y mi chico... no estaba a la vista.

Acordes de Un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora