Me desperté con la primera luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas de lino que colgaban sobre las amplias ventanas del departamento. El cielo de la ciudad estaba teñido de un tenue rosa que anunciaba un nuevo día, pero para mí, todas las mañanas comenzaban de la misma manera: en soledad.
Con lentitud, salí de la cama, con los pies descalzos tocando el frío suelo de mármol. Caminé hacia la cocina, una lujosa estancia que, pese a su belleza, rara vez veía más actividad que la preparación de un café matutino. No solía cocinar, prefería la sencillez de una taza de café y una pieza de fruta antes de encerrarse en su estudio. El departamento era amplio y lujoso, traté de darle un toque de color, de calor, cariño, me esforcé, pero simplemente ya no tenía corazón para eso. Estaba decorado con buen gusto, con obras de arte que había adquirido en los viajes, pero a veces se sentía como un museo más que como un lugar donde vivir.
Después de servirme un café, me dirigi al estudio, una habitación que contrastaba con el resto de la casa por la calidez que emanaba. Las paredes estaban cubiertas de estanterías repletas de libros, y el escritorio de madera oscura estaba lleno de manuscritos, cuadernos y notas sueltas. Este es mi santuario, el lugar donde podía sumergirme en mundos imaginarios y olvidar, aunque fuera por un momento, el vacío y la soledad que sentía.
Me senté frente a la laptop, que ya estaba abierta en la última página del manuscrito actual. Una historia de amor, como todas las que escribía, que tenía el éxito asegurado. Era mundialmente reconocido como un escritor que teje historias épicas de aventura y fantasía, donde el romance florece entre mundos mágicos y corazones valientes que siempre terminaban en finales felices, aunque yo mismo no crea en ellos para mi propia vida.
Tengo la teoría de que la mayoría de los lectores buscamos finales felices en la literatura.Tomé mis lentes de lectura, me los puse y coloqué los dedos sobre el teclado, pero en lugar de comenzar a escribir, desvíe la mirada hacia una esquina del escritorio, donde una foto enmarcada descansaba, semioculta entre los libros.
Era mi inspiración...
En la imagen, yo era unos años más joven, adolescente de hecho, sonreía tímidamente a la cámara con mejillas ruborizadas y manchadas de glaseado. Benjicod, con su característica sonrisa encantadora y traviesa, me abrazaba por la cintura, inclinando su cabeza hacia mí en un gesto que hablaba de amor y protección. Teníamos 16 años, era el cumpleaños de su pequeña sobrina, Sofy, estábamos rodeados de niños pequeños con globos de colores. Ambos parecíamos inmensamente felices, ajenos a todo lo que vendría después.
El nudo en la garganta, con el que había aprendido a convivir, se hizo más apretado, como ocurría cada vez que permitía que los recuerdos de Ben volvieran a mi mente.
Ya pasaron cinco años desde la última vez que lo ví. Todo debería doler menos.
Pero no era el caso.Solo hice una pregunta, confiando en que su respuesta sería negativa, solo necesitaba oírlo de sus labios. Eso era todo.
Pero él no lo hizo. No lo dijo.
No dijo nada, en realidad, y eso fue suficiente.
En los ojos azules de Benjicod, la culpa se extendía como un océano oscuro, ahogando cualquier palabra, y lo supe, sin necesidad de escucharlo, supe que mis peores temores se habían hecho realidad.El Alfa que había jurado que su corazón pertenecería solo a mí, me había traicionado de la peor manera, y la más pública posible.
Lo recuerdo bien.
Ni siquiera podía respirar bien, me ahogaba en llanto, y tener a Ben enfrente solo lo empeoraba.
Él ya no era mi refugio.
Tenía que irme.
Aproveche su descuido, cuando los chicos de la banda ingresaron al camarín, corrí.
Corrí lo más rápido que pude.
Lo oí gritarme a lo lejos, pensé que me seguiría.
Qué idiota, él no vino tras de mí. Se quedó allí y dio su maldito concierto mientras yo solo quería morirme.
ESTÁS LEYENDO
Acordes de Un Corazón Roto.
FanficTenían 17 años cuando todo cambió. Con mi voz grave y guitarra guitarra al hombro, había cautivado a millones, pero en el proceso, dejé atrás a la única persona que me amaba de verdad, sinceramente y con el alma. La última vez que ví a Lucerys, hab...