CAPITULO 5

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Pov Any

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Pov Any.

La sala quedó en silencio una vez colgué el teléfono. Los ojos de Patricio y Edoardo se posaron en mí como dos faros en la oscuridad. La intensidad de sus miradas era palpable. Me giré para encontrarme con sus expresiones ansiosas. 

—¿Pasó algo?— me pregunta Patricio. 

—Liam y Antonio sufrieron un atentado— ambos se quedaron callados. Me levanto de la silla y estos también. 

Al salir del despacho, mi paso era firme y decidido. Edoardo y Patricio me seguían en silencio, el suelo resonaba bajo nuestros pies, pasamos por la sala pero Alessia ya no estaba. 

Salgo de la casa y mis hombres se reunieron a mi alrededor, formando un muro protector. Sus miradas eran leales y desafiantes. Sus manos descansaban sobre las empuñaduras de sus armas, listas para la acción. 

—Dile al chofer que prepare el vehículo inmediatamente— ordene con voz firme a uno de ellos. El hombre asiente y se aleja a paso rápido.

—Any— volteo hacia Patricio— Sabes que cualquiera cosa estamos aquí para ti.

—Lo se, pero tu hijo tiene razón, ahora mismo no estas en condiciones para estar involucrado en este tipo de situaciones. Te mantendré al tanto pero no quiero que te involucres— le ordeno y este asiente. 

—Estoy a sus órdenes, para lo que necesite— afirmó Edoardo, su voz cargada de determinación.

—Gracias— me alejo de Patricio cuando la camioneta se estaciona frente a nosotros. 

Me despido de ambos con un asentimiento rápido. La camioneta arranca y salimos rápidamente hacia el aeropuerto. Mientras el paisaje se vuelve un borrón fuera de la ventana, saco mi teléfono y marco el número de Liam para avisarle que voy de regreso a Milán, le pregunto donde están y me dice que en mi mansión con Eliza.

Cuelgo la llamada y me vuelvo hacia la ventana. El aeropuerto ya está a la vista. Sin perder un segundo, me pongo de pie y me dirijo hacia la salida. Avanzamos a través de la terminal privada. Apenas subimos al jet, comenzamos a despegar y el motor ruge. La ciudad se aleja rápidamente, quedándose atrás. 

El jet se elevaba por encima de las nubes, y el mundo se extendía ante mí como un mapa. Mi mente, sin embargo, estaba enfocada en un solo punto: descubrir quién estaba detrás de estos ataques. Alguien estaba jugando un juego peligroso, y yo no tenía intención de perder.

Tan absorta estaba en mis pensamientos que la suave aterrización del jet me tomó por sorpresa. Uno de los guardias me indicó que era hora de bajar. Al salir me encontré con la figura familiar de Monse. Su sonrisa me sacó de mi ensimismamiento y me arrastró de vuelta a la realidad, la saludo y salimos rumbo a mi mansión. 

Al fin, la camioneta se detuvo frente a la imponente mansión, al salir el aire me golpeó el rostro,  siento una oleada de emociones mientras me dirijo hacia la entrada. Al cruzar el umbral, me encontré en un pasillo largo y silencioso. Al final, a la izquierda, estaba la enfermería. La puerta cedió bajo mi empuje, revelando un espacio funcional y aséptico. Paredes color crema, seis camas alineadas, un armario repleto de instrumentos médicos y otro lleno de medicamentos, y al lado una puerta que era el baño. Todo estaba en su lugar, listo para cualquier eventualidad. 

La Hermandad De Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora