Blanco

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Había una puerta blanca, tan blanca como todo lo demás en la habitación, estaba resplandeciente, tanto que provocaba ceguera, una ceguera no sólo física, una en mi interior, no veía nada y tampoco quería.

El reloj hacía "tic, tac", el sonido volvía a rebotar en mi cabeza "tic, tac, tic, tac", algunas veces el tiempo me torturaba más que la misma tortura de soledad y el aislamiento.

Tenía vagos recuerdos de personas, no recordaba su rostro pero sí el nombre del grupo con el que convivía "familia". Por alguna razón me producía un sentimiento de tristeza recordar éste nombre, no recordaba nombres, ni rostros pero recordaba aquella cálida palabra.

Me preguntaba constantemente sobre cómo lucía, cómo era todo fuera ahora, cuánto tiempo había pasado desde mi aislamiento... Extrañaba escuchar voces, escuchar música, hablar con alguien, discutir... Quería saber si todo esto valió la pena.

No hacía calor pero mi cabeza me engañaba haciéndome creer que lo había, aún cuando el frío se sentía en las paredes mi mente se empeñaba en acalorarme, como di se obligara a sentir alguien más en la habitación.

El sueño era algo típico para mí, no tenía noción de, día ni de la noche, la luces nunca parecían apargarse y las pesadillas se apoderaban de mi ser.

Mis emociones estaban restringidas a tristeza y nostalgia. Había olvidado cómo se sentía la felicidad, la adrenalina, los sabores y muchas mas emociones de las cualles ya no recuerdo su nombre. El sabor de la comida sólo se limitaba al de un alimento extraño con sabor a nada.

Ahora "nada" es mi mejor amiga, parecía estar en cada mólecula del lugar, aunque "nada" era cuerdo para mí, deambulaba entre la delgada línea de la realidad y la locura.

¿Era la locura realmente algo malo? ¿O eran los demás los locos y nosotros los cuerdos? No sé, pero el mundo es diferente para todos cada individuo tiene su propia concepción del mundo, sólo que lo escondemos ante la sociedad y probablemente yo no lo hice.

¿Por qué, por qué yo? No había hecho nada, no merecía estar aquí...¡Yo soy inocente! Pero...sí, sí lo hice por alguien que ya no recuerdo.

Mi mente parecía hueca, la mente se alimenta de experiencias, pero yo no las tenía. Tampoco tenía cerebro: no sentía, me era imposible.

El blanco me quitaba el aire de los pulmones como si lo absorbiese, pero era cosa mía, parte de mi locura... ¿O no?

El día que intenté salir fue una de las muchas veces que me enfrenté a la puerta, tenía miedo, estaba aterrorizada, alguien vigilaba la puerta, alguna vez escuché su respiración agitada, asustada, también tenía miedo.

Estaba fuera y temblaba, estaba asustada de ver a alguien, de verme a mí misma, pero sobre todo de enfrentar al mundo.

Sólo que el rojo empañó toda mi vista.

FIN.

Luna blanca manchada de sueños y sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora