Fallin.

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Había pasado una semana desde la llegada de Stanford a la familia Pines, y las cosas iban bien... o al menos, eso parecía. Stanford se pasaba todo el tiempo en su laboratorio, alejado de su familia, y solo interactuaba con ellos para comentarles sobre sus experimentos. A Stanley, su hermano gemelo, no le importaba mucho si Stanford estaba bien o no; después de todo, ambos habían estado peleados durante años. Los más jóvenes, Dipper y Mabel, observaban la situación. Intentaban que sus tíos convivieran aunque fuera un poco, pero parecía una tarea imposible.

Por otro lado, en el pequeño pueblo de Gravity Falls, la vida seguía su curso normal, sin que nadie supiera que algo anómalo había sucedido desde la llegada de Ford. Sin embargo, había algo que todos notaban y no pasaba desapercibido: una mujer, de aproximadamente 30 años, había llegado al pueblo. Para muchos, ella era extraña. Su cabello castaño con reflejos rubios y un mechón verde claro en el flequillo llamaba la atención. Su piel morena y esos ojos cafés con una peculiar pupila amarilla también destacaban. Se hacía llamar Fallin, y había llegado al pueblo dos días después de aquel extraño acontecimiento que trajo a Ford de vuelta.

Fallin había escuchado rumores sobre un lugar llamado "La Casa del Misterio" y decidió investigar. Al llegar, notó que era un sitio turístico en medio del bosque, pero algo en la cabaña le resultaba extrañamente familiar, como un eco de su pasado que no lograba comprender del todo.

"¡Bienvenidos a la Cabaña del Misterio!" gritó el dueño con entusiasmo a los turistas que se agolpaban en la entrada.

El recorrido comenzó, y aunque la mayoría de los visitantes se mostraban emocionados por las exhibiciones extravagantes, Fallin solo se interesaba en las patrañas y fanfarronerías que Stanley Pines o como el pueblo lo conocía, Stanford Pines presentaba con orgullo. Cada objeto, cada historia contada, despertaba en ella una sensación de déjà vu, aunque no podía precisar por qué.

Después del recorrido, Fallin, con pasos cuidadosos, se acercó a las vitrinas, analizando las muestras con detenimiento. Quería verificar cuán reales podían ser esas supuestas reliquias y artefactos. Algo en su interior le decía que debía profundizar más, que esos objetos podían tener una conexión con lo que estaba buscando, aunque no estaba segura de qué era exactamente.

Fallin seguía analizando las muestras cautelosamente cuando alguien la sorprendió con un saludo.

"¡Hola!" exclamó una niña con entusiasmo.

El saludo inesperado asustó un poco a Fallin, quien se dio vuelta para ver a la niña. Tenía el cabello castaño largo y llevaba un suéter con el estampado de un gatito y una falda morada.

"Hola," respondió Fallin, guardando su cámara y libreta en su bolso. "¿Vienes con alguien o vives en esta cabaña?" preguntó mientras se agachaba para estar a la altura de la niña.

"Vivo aquí. El dueño de la cabaña es mi tío. Por cierto, me llamo Mabel. ¡Tienes un cabello bonito!" dijo la niña emocionada.

Fallin se sorprendió por el cumplido y sonrió. "Oh, gracias. Normalmente se ríen de lo extraño que es. A mí me gusta tu suéter," respondió amablemente.

"Vi que estabas mirando las exhibiciones. ¿Tienes alguna duda sobre ellas?" preguntó Mabel con curiosidad.

"¡Oh! Me presento, mi nombre es Fallin. Soy investigadora en el sector anómalo y paranormal para un canal de internet. Escuché que ha habido mucha actividad extraña en el pueblo, así que decidí venir a investigar, aunque admito que ha sido un poco difícil," dijo Fallin sonriendo mientras le entregaba a la niña su tarjeta de presentación.

"¡Oh, te llevarías muy bien con mi hermano Dipper! A él también le encantan ese tipo de cosas," dijo Mabel, recibiendo la tarjeta con entusiasmo. "¡Vamos, te llevaré a conocerlo!" agregó, tomando la mano de Fallin y guiándola hacia donde comenzaba la casa de la familia Pines.

"Mira, Dipper," dijo Mabel, señalando a su hermano que estaba sentado en la mesa de la sala leyendo. "Ella es Fallin, ¡también es una nerd como tú!" agregó emocionada.

"¿Nerd?" preguntaron Fallin y Dipper al unísono, ambos confundidos.

"Buenas tardes, jovencito," saludó Fallin amablemente.

"Buenas tardes. Mabel, ¿no te había dicho ya el tío Stan que no podemos traer extraños a casa, especialmente con lo de... ya sabes quién?" dijo Dipper, reprendiéndola.

"Pero ella también está interesada en cosas extrañas, como tú y... ya sabes quién," replicó Mabel.

"¿Ya sabes quién?" preguntó Fallin, frunciendo el ceño en confusión. La pregunta captó la atención de los gemelos, quienes se miraron entre sí, dándose cuenta de que habían revelado más de lo que debían.

"Lo lamento, señorita, pero debo pedirle que se retire," dijo Dipper, mientras llevaba a Fallin fuera de la casa. "Hasta luego," agregó, cerrándole la puerta en la cara.

Fallin, sin más remedio, decidió irse a su casa, aunque llevaba consigo información que podría serle útil.

"¡Mabel, ten más cuidado! No sabemos si esa mujer es de fiar," regañó Dipper a su hermana.

"Oh, vamos, Dipper, solo estás exagerando. Fallin parece alguien amable y de confianza," respondió Mabel, sin darle mucha importancia.

"¿Recuerdas lo que pasó con Gideon?" dijo Dipper, alzando una ceja y mirando a su hermana.

"Olvida lo que dije," admitió Mabel, dejando la tarjeta de Fallin sobre la mesa.

El día continuó tranquilo hasta la noche. Ford salió de su laboratorio en busca de algo para comer. Al pasar por la sala, notó algo sobre la mesa que lo dejó helado.

Fallin caminaba por el bosque, ya entrada la noche, mientras continuaba investigando la zona y anotando todo lo que encontraba a su alrededor. De repente, su celular sonó.

"¿Diga?" respondió Fallin, contestando la llamada mientras seguía caminando.

"¿Puedo saber qué haces aquí?" gritó una voz al otro lado de la línea.

Fallin suspiró. "Hola, padre... Stanford," dijo, deteniéndose y sentándose en una roca. "Créeme, no quiero estar aquí, pero es por trabajo."

"Aun así, sabes que por una simple razón te dejé en ese orfanato. No quería que te relacionaras con esas..." Stanford se detuvo, claramente molesto, sin poder terminar la frase.

"¿Con esas anomalías?" dijo Fallin, cortando la conversación. "Te recuerdo que yo también soy una, padre. Vamos, por favor, soy un producto de un experimento, hija genéticamente de ti y de un triángulo flotante," añadió con molestia. "Solo estaré aquí mientras investigo las anomalías, y después me iré."

"Si él descubre que estás aquí, será un desastre. Tendré que proteger a mi familia," dijo Ford, visiblemente molesto.

"... Yo también soy tu familia," dijo Fallin con tristeza. "Y aun así, me dejaste en el orfanato cuando te arrepentiste de trabajar con él y de crearme."

"Lo que hice tiene justificación," respondió Ford, tratando de defender sus acciones.

"Aun así, lo hiciste. Yo era solamente una niña de 4 años cuando me abandonaste," replicó Fallin, claramente dolida y molesta.

"No hablaré más de ese asunto. Solamente te pido que te retires. No quiero que mi familia salga lastimada por errores de mi pasado," dijo Ford, y luego colgó la llamada.

Fallin se quedó sola en el bosque, con el eco de las palabras de su padre resonando en su mente. Su enojo y tristeza se mezclaban con una determinación renovada de continuar con su investigación, a pesar del rechazo.

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He comenzado un nuevo fanfic, a pesar de tener otros en pausa, ¡jaja! No estoy segura de si continuaré con él o si alguien lo leerá, pero si veo que hay interés, seguiré escribiendo. ¡Hasta luego!

Pausada////EL SECRETO DE STANFORD (BillFord)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora