Raromagedon parte 1

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"¿Esa cosa es Fallin?!" exclamó Dipper, incrédulo mientras observaba con horror a la criatura que se lanzaba hacia ellos con velocidad y fuerza.

"¡Niños, corran!" ordenó Ford, desenfundando rápidamente su arma, preparado para enfrentarse a la amenaza. Su voz no admitía dudas, y la urgencia en su tono los hizo reaccionar de inmediato.

"¡Pero es Fallin!" exclamó Mabel, con lágrimas en los ojos y el corazón roto, queriendo correr hacia su prima para salvarla de la monstruosa forma en la que se había convertido.

Ford mantuvo la mirada fija en la criatura que alguna vez fue su hija. Su expresión era dura, pero su voz se suavizó al dirigirse a Mabel. "Mabel, escúchame, sé que esto es difícil, pero debes salir de aquí. Fallin ya no está en control... yo me encargaré de ella. Tienes que confiar en mí."

Dipper, viendo la confusión y el dolor en los ojos de su hermana, la tomó suavemente de la muñeca. "Mabel, por favor, tenemos que irnos. Ford tiene razón, no podemos ayudarla ahora."

Mabel dudó, mirando una última vez a la criatura, su prima, antes de dejar que Dipper la guiara lejos del peligro. Con el corazón pesado, Mabel comenzó a correr junto a su hermano, sus pasos apresurados resonando en el bosque, mientras el dolor de la separación se mezclaba con el miedo.

Ford se movía con agilidad, esquivando los ataques furiosos de la criatura que alguna vez fue su hija. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una manera de recuperar a Fallin sin hacerle daño. "Rayos," murmuró, con frustración y angustia en su voz. "Bill siempre fue el que sabía cómo calmarla cuando las cosas se ponían mal..."

Ford, en medio del caos, recordó un viejo consejo de Bill, algo que había pasado por alto en su desesperación. Un recuerdo nítido le vino a la mente: Bill, con una sonrisa burlona pero sincera, le había dicho una vez, "Cuando Fallin esté así, cántale la canción de cuna de siempre y verás cómo se calmará. Es lo único que siempre funciona, no importa qué tan mal estén las cosas."

Ford apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba sucediendo antes de que una bomba de humo cayera entre él y Fallin. La criatura, que había estado a punto de atacarlo, se detuvo en seco, confundida por la repentina nube. Cuando el humo se dispersó, Ford vio a Bill, claramente herido pero aún con su característico fuego en los ojos, levantarse para enfrentarse nuevamente a Vorazith.

"Hijo de..." murmuró Bill, sacudiéndose el polvo mientras se preparaba para lanzar otro ataque. Su cuerpo estaba cubierto de cortes y moretones, pero su determinación seguía intacta. Vorazith se acercaba a ellos con una sonrisa siniestra en el rostro, disfrutando de la aparente victoria que estaba a punto de obtener.

"Bien hecho, Fallin," dijo Vorazith con una voz llena de malevolencia. "Ahora yo me encargo de ellos. Ve por la fisura." Fallin, todavía bajo el control de Vorazith, rugió ferozmente y salió corriendo en busca de Dipper y Mabel.

Ford sintió un nudo en el estómago al ver a su hija transformada en un monstruo obedeciendo las órdenes de Vorazith. "¡No, Fallin, espera!" gritó, pero era demasiado tarde; ella ya había desaparecido en la espesura del bosque.

Bill, tambaleándose un poco, se posicionó junto a Ford. "Tenemos que detenerlo, Ford," dijo con una voz ronca, mientras intentaba recuperarse lo mejor que podía.

Ford y Bill apenas habían comenzado a elaborar un plan cuando, de repente, notaron algo extraño en sus cuerpos. Sus extremidades se sentían pesadas, como si fueran de plomo, y al mirar hacia abajo, vieron con horror cómo lentamente se iban convirtiendo en piedra.

"Bill," murmuró Ford, sintiendo cómo el miedo lo invadía. Con un último esfuerzo, extendió su mano hacia su exesposo, tomando la suya con fuerza. "Perdóname..." logró decir antes de que ambos quedaran completamente inmovilizados, transformados en estatuas de piedra.

Pausada////EL SECRETO DE STANFORD (BillFord)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora