.❛ no one makes it out 𝐚𝐥𝐢𝐯𝐞. ❜
𝒊. 𝐂𝐀𝐋𝐋𝐈𝐎𝐏𝐄 𝐂𝐀𝐑𝐑𝐄𝐑𝐀 se había
perdido por completo luego de que
sus padres intentarán deshacerse de
ella. O al menos así había sido hasta
que encontró a su luz perfecta para
guiarla.
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﹑ ✶ CHAPTER THREE ⋆ 𓂃⊹ woke up feeling paralyzed, no one makes it out alive in paradise .ᐟ
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Si había algo característico de Calliope, era que siempre le daba prioridad a los sentimientos de los demás antes que los de ella. Aquello no era un secreto, Calliope siempre buscaba hacer sentir bien a las personas, y algunas veces, eso hacía que olvidara darle importancia a lo que ella sentía.
Su cabello mojado se movía junto a la brisa, mientras que sus fosas nasales aspiraban el olor de agua salada. Sus piernas estaban a cada lado de su tabla blanca con detalles celestes, y sus manos se posaban en sus caderas.
— No me digas que ya te cansaste, Cece — la voz de aquel chico se hizo presente, al igual que su figura. JJ Maybank apareció a su lado, sentado en su tabla mientras llevaba una mano a su cabello, desordenándolo.
— No sé de qué hablas — replicó la chica antes de mirarlo con una sonrisa a la vez que inclinaba su cabeza.
— Entonces, ¿una ronda más? — preguntó JJ dándole un leve empujón a la mayor de las Carrera, logrando que se desestabilizara de su tabla.
— Oh, claro que sí — respondió Callie antes de empujar a JJ de su tabla, provocando que este se cayera justo cuando una buena ola se acercaba.
Callie rápidamente comenzó a nada antes de levantarse en su tabla. La ola llegó a ella como una ráfaga de tranquilidad. Con agilidad se posicionó en su tabla, domando la ola con facilidad y haciendo uno que otro truco en ella.
Calliope Carrera siempre tenía ese talento de convertirse una con el mar. Era una conexión que nadie entendía, pero todos admiraban. Cada vez que montaba en el mar era como ver una danza en sintonía, era un arte magnífico. Llegaba a deleitar a cualquiera que la viera.
Parecía como si su corazón y su cuerpo estuvieran conectado con el mar. Era definitivamente una sirena. Su corazón siempre le pertenecería al océano.
No muy lejos de ella, aquel rubio la observaba con una sonrisa mientras negaba con su cabeza. Estaba sorprendido por la facilidad que Calliope tenía para convertir algo tan sencillo en algo maravilloso.
