VIII. Un último deseo

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Ojalá nunca cambies la cama caliente
por el gélido sofá del salón,
o la manta en el suelo.

Ojalá nunca prefieras el vino
al chocolate,
la embriaguez a la dulzura,
el deseo al cariño.

Ojalá nunca abandones el rinconcito de cielo
que es nuestro hogar,
y sigas leyendo mis poesías
como si fuesen periódico recién llegado,
novela de premio,
carta de amor.

Ojalá nunca dejes de mirarme como aquella noche,
de suplicarme que te bese,
de acariciarme el pelo,
de quedarte conmigo,
de amarme rota,
por sobre todas las cosas,
y descosida y frágil,
y aún así saberme envalentonada y brava
cuando creo que no llevas la razón.

Ojalá nunca prefieras el instante
a la eternidad,
ni la copa a la taza,
ni ames a nadie más que a mí.

Amar al borde del precipicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora