Capítulo 1🦋: Aléjate de Equis.

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Llorar en el piso del baño no resolvería las cosas, ni cortar mi cabello, ni mucho menos recostarme una semana en el sofá y comer helado hasta reventar. ¿Por qué las mujeres terminan desquitándose el sufrimiento con su cabello y barriga?

No... El no me quería, y no sería el fin del maldito mundo por eso.

Juró que lo hacía, pero estaba segura de que no.

Quien te quiere no dice que irá todos los lunes a buscar tus flores favoritas, como excusa, para revolcarse en el almacén con la florista.

Y tampoco roba tu pulsera preferida para regalársela.

¿Han visto algo más patético que eso?

Flashback:

— ¡¿Qué demonios...?!— Exclamé tras encontrarme con lo último que imaginé ver en ese almacén.

Perseguí a mi novio para conocer la floristería donde encontraba mis flores favoritas todos los lunes, y al llegar allí uno de los floristas me indicó con el dedo índice la puerta del almacén, donde se encontraba el chico con la descripción que le había dado.

¿Por qué estaba en el almacén?

Ahí tienes tu respuesta.

— ¡Mi pulsera!— No podía creer lo que estaba presenciando, mi pulsera perdida estaba en la muñeca de esa zorra.

— Puedo explicarlo Megan... — Dijo el muy descarado esperando que escuchara otra de sus mentiras.

— ¡No quiero escuchar nada! ¿Sabes qué Leonel? ¡No quiero volver a ver tu cara! — Le grité mientras le imploraba a mis ojos que no sollozaran. — Y tú puedes quedarte con la pulsera, la necesitas más que yo.— Añadí sarcásticamente mirando a la florista que se encontraba con una expresión de miedo y asombro.

Fin del Flashback.

¿Por qué les mentiría diciéndoles que no estaba triste? La verdad es que lo estaba, me ardió, me desgarró ver aquello ese día, tanto que estuve a punto de llorar.

Era un dolor más insoportable que aquel de la primera vez que te depilas...

Sé fuerte, pequeña mariposa.

Desde que tengo memoria para mí es prácticamente imposible derramar lágrimas, y muchas veces eso me trajo problemas. No importaba cuál situación fuese, no era capaz de derramar una sola lágrima.

No soy un monstruo, muchas cosas me entristecen y me hacen sentir mal, incluso a veces odio no poder hacerlo en determinadas situaciones.

No haber llorado en ese momento fue lo mejor, pero eso no significaba que estuviera feliz... Porque no lo estaba.

Con el paso de los días comencé a encontrarlo en todas partes, en el supermercado, en las cafeterías... ¡¿En los baños mixtos?!

Decidí tomar una decisión que cambiaría mi vida por completo... Mudarme sola a un apartamento en otra ciudad.

A mis padres les desagradó la idea de que los dejara, pero estaba segura que sería lo mejor para mí, continuar estancada allí solo revolvería mis recuerdos una y otra vez y me lastimaría aún más.

Habían personas importantes que dejaba atrás, no solo mis padres, sino también mis amigos de la Universidad.

Así que una tarde empaqué en la maleta las ganas de quedarme, y dejé guardados en la gaveta los malos recuerdos.

En una nueva ciudad no sabes cuántas cosas podrías encontrarte, tanto buenas como malas, pero debía empezar por un alquiler. Tenía claro que no podría rentar una casa, sino un pequeño apartamento en un edificio.

(EN PROCESO) Equis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora