Habiendo llegado a casa, exhausta me puse mi pijama de estrellas y me lancé a la cama, cuando de repente una necesidad corporal acudió a mí.
— Justo cuando iba a dormir.— Refunfuñé resonando mis pies descalzos contra el suelo.
Encima del inodoro había un pequeño estante para cremas, pomos de champú y demás, en la cual coloqué también el rollo de papel higiénico que había traído de la tienda.
En cuanto mi mano exploró el estante en medio de la oscuridad, toqué una cosa peluda y regordeta.
— ¡¡¡Ahhhhhhhhhh!!!— Grité desgarradoramente apartando la mano.
Asustada presioné el interruptor, y en cuanto se hizo la luz mis ojos se toparon con la pesadilla más asquerosa y peluda de la tierra: otra rata.
Sus ojos rojos y brillantes intercambiaban miradas con los míos.
Mientras sentía que estaba a punto de desmayarme busqué un trapeador en la cocina, y la golpeé tan fuerte que esta cayó en el inodoro.
Sus patas rosas y viscosas se agitaban chapoteando.
Me dirigí nuevamente a la habitación y agarré la mesita de noche, cerré la tapa del sanitario y coloqué el mueble encima.
— No podrás escapar, sabandija.
En cuanto crucé el umbral, otro roedor corrió rápidamente sobre mis pies.
— ¡Asco! ¡Asco! ¡Asco!— Grité saltando hacia el baño nuevamente.
Cerré la puerta y pasé el cerrojo, luego me recosté en la bañera.
— ¿De verdad pasaré la noche aquí?— Pensé.— No pienso salir con criaturas como esas rondando por la pocilga. Definitivamente la situación no podrá permanecer así.
Si mis padres supieran de esto serías sopa de mariposa, Megan.
Mientras imaginaba escenarios falsos en mi mente de cómo terminar con la plaga, el ruido de la rata chapoteando dentro del inodoro me provocaba nauseas.
Flexioné las rodillas y crucé mis brazos descasándolos sobre ellas, temiendo que pudiera salir un ciempiés o una cucaracha de la rejilla.
Ha sido un día intenso.
Finalmente terminó venciéndome el sueño y mis pesados párpados se cerraron.
Un tiempo después desperté producto a los estrepitosos gritos de Gabe, los cuales se escuchaban desde su apartamento a la perfección.
— ¡Las 7:00 de la mañana!— Gritó él.
¿Las 7:00 de la mañana?— Procesé.— ¡Las 7:00 de la mañana!— Reaccioné tras recordar que esa mañana comenzaría mi primer día en la nueva Universidad.
Inmediatamente me levanté de la bañera y me olvidé por completo del roedor que rondaba la habitación.
Me dirigí apresurada al clóset y busqué el atuendo que más apropiado me pareció para la ocasión.
Un vestido negro top de unos centímetros sobre las rodillas, acompañado de un chaleco sin mangas, largo hasta las rodillas y de color amarillo. En cuanto a los zapatos me sentí algo indecisa entre unas chanclas de lazos amarillos y unos tenis de color negro, pero al final terminé decidiéndome por estos últimos.
Me hice una cola de cabello alta y no me sobrecargué de maquillaje, solo usé máscara de pestañas, delineador y gloss.
Agarré la mochila que se encontraba colgada en el lateral del guardarropa y tomé algo de dinero para desayunar en el camino.
ESTÁS LEYENDO
(EN PROCESO) Equis.
Novela JuvenilRecién me mudé al edificio y no conozco nada sobre el chico del piso de abajo. Todos le llaman Equis, pero nadie conoce realmente su nombre. No establece ningún tipo de relación con las personas, por lo que se desconoce si tiene un empleo o aún asis...