El oxígeno penetraba y abandonaba mis pulmones con intensidad, me encontraba corriendo como nunca antes por las aceras, empujando a cualquiera que se atravesara en mi camino.
Tras llegar a la tienda, por suerte a tiempo, me senté unos segundos en la acera para recuperar el aire.
— ¿Eres asmática? — Preguntó una voz masculina, había un chico de pie frente a mí.
— Ah... Hola...— Respondí sin aliento. — No, no soy asmática... ¿Pero podrías esperar unos segundos a que me recupere? Corrí media ciudad hasta aquí.
— No, no puedo esperar, soy un cliente y debes venderme, la tienda debe ser abierta en exactamente...— Hizo una pausa para mirar la pantalla de su teléfono.— Un minuto. De lo contrario voy a demandarte, mariposa insoportable.
— ¿Podrías esperar un poco?... Al menos por el maldito pastel.— Me quejé.
— No. — Se negó rotundamente.
— ¿Debo hornear otra tarta para que me dejes descansar unos minutos? Te ha gustado, a que sí.
— No te importa.
— A veces te odio, lo juro.— Mascullé entre dientes.
— Tranquila, el sentimiento es mutuo.
Lo fulminé con la mirada para luego abrir la tienda de un tirón.
— ¿Qué vas a llevar?— Pregunté acomodando mi bolso.
— Una caja de Lucky Strike.
— Enseguida.
— Ey... Los chicos me han dicho que les gustaría que los visitaras... Creen que eres graciosa.
No... Me lo puedo... Creer.
— ¿Les gustaría?— Pregunté arqueando una ceja con una pícara sonrisa.
— Sí, a ellos. Piensan que eres buena onda... Lo que ellos aún no saben es que has venido desde las profundidades del infierno con tu voz chillona a maldecir nuestro mundo.— Me arrebató la caja de la mano como siempre.
— Bien... Pero esta noche no podrá ser. — Susurré lo más bajo que pude para que no se escuchara el sonido de mi voz en la cámara de seguridad.— No tienes idea de las cosas que he tenido que inventar y hacer para visitar ese... Lugar en el que tocas.— Expliqué.— He inhabilitado la cámara de seguridad dos veces seguidas, el jefe no me creerá que todas las noches se descompone. Ayer se marchó algo inconforme.
— No es mi problema, es tuyo y de esos malditos locos que quieren que vayas, puedes hacer lo que quieras, me da igual.— Respondió dirigiéndose a la puerta.
— ¿Por qué eres así?
— ¿Por qué no serlo? Ya me preguntaste eso antes.— Respondió abandonando el lugar dando como siempre, un portazo.
¿La palabra que más se repite en esta historia, es portazo?
Mientras me encontraba atendiendo un cliente, recordé que Equis regresaba en la madrugada.
Quizás se queda con los chicos hasta esas horas... Puedo llegarme luego de cerrar la tienda. Aunque eso requiere no dormir lo suficiente para mañana...
12:00 de la noche.
— Todo de maravilla, al parecer la cámara no presentará problemas nuevamente. — Dijo el jefe mientras me ayudaba girando el cartel.
— ¿Entonces ya puedo irme?
— Claro, pero debo hacerte una pregunta antes. ¿Has tenido algún desencuentro con el chico problemático?
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(EN PROCESO) Equis.
Novela JuvenilRecién me mudé al edificio y no conozco nada sobre el chico del piso de abajo. Todos le llaman Equis, pero nadie conoce realmente su nombre. No establece ningún tipo de relación con las personas, por lo que se desconoce si tiene un empleo o aún asis...