𝐍𝐢𝐧𝐞 🥀

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𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤

Intenta darme otra patada, pero le agarró el otro tobillo y tiro de el hacia mí. Luego me pongo de pie y lo levantó, llevándolo de regreso a la casa.nSus pequeños puños golpean mi pecho.

—Cálmate, Ángel. Puedes hacerte daño. —

— ¡Bastardo! — grita mientras lo subo de nuevo por las escaleras, con mis
guardias mirando a todas partes menos a nosotros. Bien. Saben que no deben mirar lo que es mío. —Mi padre no era un buen hombre, pero era fiel. — Lo elevo, sus pies cuelgan de mis rodillas.
Se niega rotundamente a rodearme con las piernas. Me arranca una sonrisa
irónica, aunque sé que lo va a enojar.

— ¿Qué te ha puesto tan nervioso, Ángel?—

—No estoy nervioso. — Me empuja mientras lo siento en nuestra cama.

—Sí lo estás. — Me arrodillo frente a el, lo miro e intento no mirar la sombra
entre sus muslos. —Estás tan alterado que has salido corriendo. Así que dime qué es lo que te molesta. —

—No te estoy hablando de nada. — cruza los brazos sobre el pecho.—Excepto cuando esperas morir para que pueda tener todas estas cosas. Podemos
hablar de eso. — Sus ojos brillan.

—No sé, Ángel. Un hombre como yo, me gustaría pensar que voy a vivir una
vida larga y saludable. —

—No cuando ya tienes asesinos tratando de eliminarte— arruga la nariz.

—Así es la vida de un rey, Ángel. Siempre hay alguien que quiere mi corona. Eso no significa que vaya a renunciar a ella. —

—No tendrás que renunciar a ella si estás muerto. Alguien simplemente te la
quitará. — Su lengua se dirige a sus labios.

— ¿Quieres mi corona, Ángel?— Deslizó mis manos por la parte exterior de
sus muslos. Su piel es cálida, suave, y secretamente pide mi toque.

—Lo quiero todo. — sisea.

—Todo lo que tengo es tuyo. — Deslizó mis manos hacia arriba, acariciando
los lados de sus caderas y subiendo el dobladillo de mi camisa.

—Piensa en lo mucho que disfrutaría para mí solo. Sin un esposo infiel con el que compartirlo. — Se tensa y su mirada se clava en la mía. —Eso suena como el cielo. —

— ¿Esposo infiel?— le beso la rodilla. —Seguro que no te refieres a mí, Ángel. — Le beso la otra rodilla. Puedo decir que está pensando en romperme el
labio, pero no lo hace. En su lugar, sus labios se separan en un suspiro.

Vuelvo a acariciar sus muslos y separó suavemente sus piernas lo suficiente
para poder besar el interior de sus rodillas.

—Ya sabes de qué estoy hablando. No te hagas el tonto. Es demasiado
convincente. — Sus palabras son para cortar, pero sus piernas se abren para mí, su respiración se acelera mientras beso más arriba sus muslos.

—No lo sé. Por favor, edúcame, Ángel. — Paso mi lengua por su piel y jadea. Sus pezones están presionados contra la tela de mi camisa, y me moriría por sentir uno contra mi lengua. Pongo las palmas de las manos en el interior de sus muslos y los separó más. Es entonces cuando descubro que no lleva bragas. Un gruñido retumba en mi pecho. Lo quiero sin bragas, pero no quiero que pase por delante de mis soldados sin ellas.

Lo beso más alto y luego respiró profundamente su aroma. Aprieta la manta y se me hace agua la boca mientras me acerco aún más a mi
objetivo.

—Nadie te ha besado nunca aquí, Ángel. Nadie lo hará nunca, excepto yo. —exhalo y arquea la espalda. —Este pene caliente me pertenece. Solo a mí. —Algo se mueve en el, su cuerpo se tensa. —Oh, ya veo. Te pertenezco,
¿verdad?— Pone la palma de la mano en mi frente y empuja. Lo dejo, aunque quiero luchar y apretar mi boca contra su pene. —Como tú eres mi dueño.— Lo miro

Unexpected KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora