𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙑𝙄

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Al ver que pronto darán las seis de la tarde, me levanto del sofá y me dirijo a la habitación

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Al ver que pronto darán las seis de la tarde, me levanto del sofá y me dirijo a la habitación. Es necesario ir de compras, por lo que saco dinero del que guardo para la comida y los objetos básicos.

Al salir me encuentro con Anda, desafiante. Sigue molesta y no sé lo que espere, pero parece desesperada, angustiada.

-¿A dónde vas?-. Pregunta al ver que me pongo una chaqueta.

La miro de re ojo, sin timidez y le contesto:

-De compras, no quedan muchas cosas en el refrigerador y mañana vas a llegar hasta tarde, ¿o te vas a comprar comida hecha?

Mueve la cabeza de izquierda a derecha. Suspiro y paso por su lado. Ella me sigue.

-¿Me vas a acompañar?-. Inquiero al ver que trae las llaves y está a punto de cerrar la puerta.

-No tengo nada mejor que hacer-. Responde

Analizo lo que trae puesto y le señalo la camiseta.

-Hace fresco, ve por un suéter o algo.

Me giro y salgo de la casa, viendo con el rabillo del ojo que me ha obedecido y ha ido por un suéter.

¿Anda obedeciendo? Me muerdo el labio. Ella nunca sigue una orden por más gentil que se escuche. Es Anda..

Al salir, caminamos hasta su Ford, una camioneta de cabina y media que usamos para salir comúnmente. A Anda le encanta su camioneta y la cuida como un hijo, incluso más que a sus putas.

Durante el camino no hablamos, nos mantenemos tranquilas y también al momento de elegir lo que vamosa comprar. Como siempre, me deja echar al carro todo lo que tenga oferta, porque gracias a eso gastamos menos y disfrutamos inclusive más.

Al pagar la cuenta, Anda se adelanta y cubre todos los gastos. A ella nunca le ha gustado que paguen lo que come y sinceramente, es ella que más come en la casa, así que...

-¿Qué vas a hacer para cenar?

La miro de repente. No tengo idea, no había pensado en eso.

-No lo sé, ¿qué quieres cenar?

-Pasta-. Dice, metiendo las bolsas de mandado en algún lugar de la cabina.

No respondo nada. Sé que a ella le encanta la pasta con albóndigas y eso será su cena.

Al llegar a casa pongo manos a la obra, situándome primero el mandil y luego prendiendo las mechas para poner a cocer la pasta.

Vierto en una vasija la carne picada y comienzo a marinarla con ajo, cebolla, pimienta, sal..

-¿Anda?-. Pregunto al sentir un cuerpo tibio contra mi trasero y unas manos apretándome los muslos, por debajo del mandil. Muevo la cabeza, encontrándome con su cara excitada y sus fuertes brazos rodeándome.- ¿Qué se supone que haces?

-¿No querías que diera el primer paso?-. Responde, apretando su endurecida entrepierna contra mi trasero. Me estremezco.

-Después de cómo me hablaste, no gracias.-. Busco salir de ahí, pero me retiene y hunde la cabeza entre mi cuello y hombro.

-No me gusta ser la otra-. Confiesa, besándome el cuello.

-A mí tampoco me gusta ser la otra-. Digo de igual manera, meneando la cadera circularmente contra su pene cubierto. Lo siento palpitar con cada roce que hago y me pone mucho, demasiado.

Anda gruñe, la escucho desabrochar sus pantalones al mismo tiempo que me aprieta una nalga con fuerzas. Miro de lado que tengo las manos dentro de la vasija con la carne y me pongo ansiosa. Trato de sacarlas, pero Anda lo impide, respira ruidosamente cerca de mi oído y el cuerpo entero se me estremece

Está caliente, deseosa de tenerme. Sonrío de lado y giro la cabeza para verla. Necesito verla una vez más. Ella se relame los labios, me desabrocha la falda, baja mi braga y me inclinó, restregándome con su carne. El prepucio cubre y descubre su pene con el movimiento de mi trasero, a consecuencia gimo. Su piel es tan caliente y húmeda.

La escucho jadear y dejar escurrir de su saliva hasta el intermedio de mi coño. Lleva un dedo a mi entrada y lo fricciona para luego meterlo. Abro las piernas de golpe. La sensación me parece insuficiente; necesito su pene dentro, por lo que murmuro la petición que seguramente ella tanto espera.

Me sujeta de las caderas, sitúa la goteante punta de su pene en mi coño y penetra lentamente, consiguiendo que todo entre de una sola estocada.

La respiración se me entrecorta, las piernas me tiemblan, pero aún así resisto a la intromisión, al roce de su carne en el interior de mi vagina, de sus besos en el cuello y sus gemidos feroces.

Trato de incorporarme un poco y al hacerlo, Anda sitúa los brazos en la encimera, alrededor de mi cintura, regalándome equilibrio. Hago chocar la espalda con su pecho y meneo la cadera en pausa, apretando su falo, con el único objetivo de impacientarla.

Al percibir que penetra fuertemente y que mantiene el ritmo, echo un respingo. Ladeo la cara, acaricio su mandíbula con la punta de la nariz y nuestras bocas se fusionan al vaivén de las embestidas.

Hago puños las manos que tengo aún dentro de la vasija, la carne entre mis dedos se ha puesto caliente y un desespero inmenso me recorre el cuerpo. Quiero tocar a Anda, ir más rápido, hacerla delirar, pero al mismo tiempo mi cuerpo no resiste sus implacables besos y su pene moviéndose en mi vagina.

La respiración se me acelera imposiblemente más, Anda me sujeta el clítoris con dos de sus manos y me toca a la misma velocidad con la que muevo la cadera de adelantehacia atrás. Los dedos de las manos y pies se me retuercen, un sublime calor brota de mi abdomen y mi entrada se contrae estando apunto de venirme

Contraigo con todas mis fuerzas la entrada, y Anda gime cansada justo en mi oído. Su boca tiembla mientras siento su semen entrar por completo en mi interior. Las sienes me punzan; ese ha sido el orgasmo más fuerte que he tenido en toda mi vida, y junto a Anda

Dejo descansar la cabeza en los pectorales de Anda, feliz de que pese a ya haber terminado, no se haya ido de inmediato. Y al igual que yo, Anda también se toma su tiempo para sacar su pene y subirse los pantalones.

Luego de unos minutos aguardando, escucho que se cambia y que inmediatamente me sube mi braga y mi falda, vistiéndome también. Roza su nariz por todo el largo de mi cuello, me muerde el lóbulo de la oreja y susurra:

-Maldita sea, eres tan erótica.

-Maldita sea, eres tan erótica

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𝘼𝙡𝙗𝙖𝙣̃𝙞𝙡 (𝘼𝙣𝙙𝙖𝙡𝙤𝙤𝙠𝙠)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora