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La propuesta de Bill había sido crear un portal que funcionara como puente a distintos rincones del universo

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La propuesta de Bill había sido crear un portal que funcionara como puente a distintos rincones del universo. Estaba conciente que la imagen de Clave solamente existe en su mente, pero estuvo seguro de haber sentido un cosquilleo cuando las flamas azules engulleron su mano. Lo encontró fascinante.

Para suerte había logrado convencer al dios de incluir a un viejo amigo al proyecto, pues según le había comentado, debían darse prisa.

Fiddelford era su mejor amigo de la universidad, ambos habían sido lo bastante cercanos como para confiarle el peso de esta misión y tenia que agradecer el hecho de que logró localizarlo.

Nueve años habían pasado desde la propuesta y Ford junto a su buen compañero se preparaban para seguir recolectando materiales dentro de la nave alienígena que se encontraba en el valle de Gravity Falls.

Era toda una suerte que Bill le hubiese mostrado ese lugar hace tanto tiempo.

- ¡Este lugar es una maravilla! Por favor déjame sujetar tu premio Nobel cuando lo tengas.

Ford rió con sus mejillas suavemente sonrosadas.

Estaban sentados en el suelo dándose un breve respiro de todo el trabajo.

-Claro que lo haré. Después de todo, no podría estar construyendo esto sin tu ayuda.

McGucket le dedicó una dulce sonrisa antes de levantarse del suelo.
-Entonces sigamos, ese premio no se va a conseguir solo.

Ambos se apresuraron el resto del día en continuar con la preparación de los planos para el portal.

Este proyecto le emocionaba demasiado tanto al joven científico que las semanas se pasaron volando sin darse cuenta de que repentinamente ya era su cumpleaños.

15 de Junio.

Llegó exhausto a la cabaña luego de un largo día de trabajo.

McGucket se había ido a descansar y se supone que el debería hacer lo mismo, pero no podía sacarse algo de la mente.

Su musa no había aparecido desde hace algunos meses y le asustaba que no fuese a volver.

¿Eso era todo?

Aunque se supone que no era una sorpresa que hiciera esto, pues a veces se marchaba un par de días o semanas sin dejar rastro, esta vez se sentía diferente.

Cada año no podía evitar sacar a flote el tormentoso recuerdo de su hermano gemelo Stanley. Fue tan duro con el.

La puerta de su habitación se abrió repentinamente.

-¿Qué demonios...

Bajó la mirada solo para encontrarse con una curiosa mantis cerrajera.

-¡Oye, ven aquí!

Shameless- BillfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora