1. Invocación

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Todo ocurrió en un momento fugaz. De repente, una estela de luz rodeó su cuerpo, y lo siguiente que supo al abrir los ojos fue que estaba en un lugar oscuro y silencioso.

Alastor no podía estar seguro de qué demonios había ocurrido. Y por la forma en que su cabeza daba vueltas y un zumbido extraño resonaba en sus oídos, tampoco tenía idea de si se había desmayado por un tiempo o si de verdad había estado en su habitación en el hotel hacía apenas un segundo.

Se tomó un momento para sentir. A ver... El ambiente era cálido, pero se encontraba recostado en el piso frío. Quizás estaba hecho de piedra. Y el hecho de que pusiera sentirlo y afirmar esa información para sí mismo con tanta seguridad se debía a que estaba desnudo.

Bueno, eso no era inesperado. Había estado desnudo en su habitación antes de ser transportado a este lugar.

Ante sus ojos se alzaba una negrura entre la cual no podía distinguir ni un detalle, como si cualquier atisbo de luz estuviera siendo tragado por la imponente oscuridad.

Mentiría si dijera que no se sentía un poco nervioso por no escuchar nada. Es decir, usualmente su sentido del oído era muy sensible gracias a sus orejas de ciervo. Sin embargo, en esos momentos parecía que el mundo se había puesto en pausa.

Alastor se incorporó, quedando sentado en el helado piso, pero de inmediato sintió un leve mareo que lo hizo tener náuseas. Se llevó las manos a la cabeza para tratar de recuperarse rápidamente y entonces...

Fue ahí cuando supo que algo estaba mal. Terriblemente mal.

El tacto al tocar su propia cara no fue el de siempre. Miró sus manos, y a pesar de la oscuridad, pudo obtener una imagen borrosa de... manos humanas. Estaba mirando sus manos, pero estas carecían de sus largas garras.

Rápidamente, Alastor tocó la parte superior de su cabeza, y entró en pánico al no poder sentir sus orejas ni sus astas entre su cabello. Instintivamente, sus manos se deslizaron a los costados de su cabeza, sintiendo las orejas humanas.

Se puso de pie de un salto, presa del pánico, pero sus piernas no lo sostuvieron y volvió a caer en el piso de piedra. El sonido seco del golpe y el eco que este produjo le hizo saber que no se había quedado sordo ni nada, era solo que ahora escuchaba como cualquier ser humano, nada más.

Trató de hacer algo de magia. Transportarse por medio de su sombra, encender una pequeña chispa aunque sea, pero nada ocurrió.

—¿Qué mierda está pasando?— dijo en un susurro.

Por supuesto, su voz no tenía el habitual filtro de radio.

Volvió a quedarse callado, tocando su cuerpo lentamente. Un cuerpo que no había sido suyo desde hacía décadas.

Había vuelto a ser un humano, pero... ¿por qué?

Respiró profundamente, tratando de calmarse. Vaya... esa sí que era una sensación peculiar. Él, Alastor, el Demonio de la Radio, tratando de calmarse porque se sentía nervioso. ¿Asustado? No, eso jamás.

Por supuesto, para cualquiera resultaría chocante una situación así. Estaba desnudo, solo, en un lugar extraño, y por alguna razón volvía a ser un humano.

Eso lo hizo darse cuenta de una cosa. Claro...

No era que estuviera en un lugar maldito donde la luz no podía entrar, no. Era sólo que él no podía ver nada porque, al recuperar su cuerpo humano y todo lo que eso conllevaba, no podía ver bien sin gafas.

Tomó una respiración profunda y dejó que sus ojos se acostumbraran a la falta de luz. Eso no ayudaba mucho con la parte de que veía todo muy borroso, pero al menos podía distinguir siluetas de los objetos que lo rodeaban.

Fue Un Placer (Radioapple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora