CAPÍTULO 3: CARTAS.
Mi cuerpo me pesaba como nunca. Creo que no entrenar por unos meses me dejo en muy malas condiciones físicas, sin mencionar el mes pasado, que solo deseaba quedarme en mi cama, ni siquiera festeje mi cumpleaños y solo saludé y le dí su regalo a Emma por el suyo.
Acabó de volver a casa. Ryuman, como siempre, no me acompaño hasta casa, solo a una cuadra de distancia. Entiendo sus razones por las cual no querer volver o siquiera acercarse, pero me frustraba demasiado; yo era quien debía soportar las interminables preguntas de nuestra madre cada vez que volvía y él ni siquiera se asomaba a saludar.
Y ella parecía no entender que él problema no era mi hermano, o ella, o yo, sino Dane. ¿Cómo puede no notar, que desde que él se unió a la familia, más bien, desde que empezó a salir con ella —porqué me rehuso a aceptarlo— todo se desmoronó? Ryuman se fue de casa, ella ya no descansa y yo ni siquiera quiero estar aqui. El único parásito aplastado en ese sofá, es Dane.
——Hola Ivette.
Y hablando del rey de Roma. Como siempre, estaba en el sofá con el pecho, o más bien, la panza al aire y en pantalones cortos ¿Es qué acaso no sabe cómo utilizar una camiseta?
——Hola —dije sin más, dejando mi mochila en la mesa— ¿Y mi mamá?
Dane me miró de arriba a bajo, de forma despectiva, como si le molestase mi sola presencia.
——¿Por qué preguntas? —dijo con cierta brusquedad que intento disimular con desinterés.
Arqueé una ceja, de mala gana. ¿Es en serio? ¿Ahora no puedo preguntar dónde está mi propia madre? Suspiré, controlandome. Él aparto sus ojos de mi, volviendo a centrarse en la televisión.
——Hoy era su día libre.
Dane me vió de reojo.
——Fue de compras.
Asentí, yendo a darme una ducha. Mientras pasaba por el pasillo, podía sentir su pesada mirada en mi espalda, y eso solo me colocó los vellos de punta.
Busque mi ropa y me adentre al baño. Iría a visitar a Keisuke, y luego quedaré con Haiden; después de una noche sin dormir, dudando demasiado de mis decisiones, llegue a la conclusión de que no podía prolongarlo más. Esto debía acabar un día, y mientras antes mejor.
También debería visitar a la madre de Kei, no la he visto desde el entierro. Mierda, me siento tan mal por dejarla sola en todo este proceso, pero realmente no sabía que hacer. No me sentía con el valor de verla frente a frente, ni siquiera sabría que decirle, probablemente me echaría a llorar sin siquiera poder hablar. Y peor aún, tres meses han pasado y yo ni siquiera me he presentado un solo día en su puerta. ¿Cómo siquiera me atrevo a pensar en ir a verla? Debe estar más que furiosa conmigo.
No solo deje solo a su hijo en sus últimos momentos, la dejé sola a ella.
Cuando estaba por salir de la ducha, oí una puerta cerrarse. Me corrí el agua del rostro, comprobando que la puerta del baño aun estaba cerrada. Quizás mi madre ya había vuelto.
Me sequé y vestí con pantalones negros holgados y un poleron ajustado, pero abrigado. Luego de ordenar mi cabello, me coloqué mis tenis y me dirigí a la sala.
Mamá no estaba por ningún lado.
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𝐒𝐈𝐍𝐓𝐎𝐍𝐈̂𝐀 || Ran Haitani.
أدب الهواة𝐒𝐈𝐍𝐓𝐎𝐍𝐈̂𝐀ं ❝Cuando la primera pequeña mariposa empieza a explorar nuestro interior por su propia cuenta, ya no hay quien pueda detenerla a ella, y a todas las demás.❞ ┋Ran Haitani aprenderá a amar, creyendo que es un simple capricho, su obse...