4

1.4K 94 10
                                    

NUEVO CAPITULO 4

Tsukishima Kei

Estaba tirado en mi cama, mirando el techo, tratando de entender qué demonios me pasaba. Acompañar a Emi a casa era un favor para Yamaguchi o al menos eso es lo que me decía. Pero ahora me encontraba hecho una bola de pensamientos que no quería tener.

Yamaguchi era quien había insistido en que la acompañara. - Va en tu dirección,Tsuki - me había dicho. Pero ahora, aquí estaba yo, dándole vueltas de lado a lado de mi cama.

Reconozco que tal vez me pasé un poco con ella. No quiero admitirlo, pero parece que eso le molestó más de lo que esperaba. Y de repente, estábamos tan cerca que podía sentir su aliento. La distancia entre nosotros se esfumó, y mi corazón empezó a latir como un loco. ¿Por qué demonios estoy tan nervioso? ¡Ni siquiera debería estarlo! Estupidos sentimientos que no entiendo y tampoco quiero entender

No suelo ponerme nervioso, ni siquiera cuando estoy en partidos importantes. Pero ahí estaba, sintiéndome como un idiota, notando cada palabra y mirada que intercambiábamos. Ella se dio cuenta de mi incomodidad y en lugar de alejarse, sonrió de esa forma despreocupada que parecía decir que todo estaba bien. Sentí el corazón acelerarse aún más, y eso solo me frustraba. Mentí, si quiero saber que mierda me esta pasando.

Me giré en la cama, tratando de culpar a Yamaguchi por esto. Él había insistido en que la acompañara, si no fuera por él estaría tranquilamente apunto de cerrar un ojo para dormir.

Sea lo que sea, me sentía fuera de control, algo que me sacaba de quicio. Estoy acostumbrado a mantener las cosas simples y bajo control, pero Emi... maldita enana.

Solté un suspiro, cerrando los ojos, intentando apartar cualquier pensamiento relacionado a ella, lo cual parecía casi imposible. 


 Emi Nishida

Estaba recostada en mi cama, con los auriculares puestos y "Amor de cine" de Humbe sonando de fondo, pero mi mente no dejaba de girar en torno a ese rubio renegon. Sonreí para mí misma, convencida de que, aunque él sea tan frío como aparenta, voy a lograr que caiga. Va a ser divertido descubrir cómo romper esa coraza de hielo que tiene. Y sé que, al final,  no va a poder resistirse. Justo cuando estaba por perderme en mis pensamientos, la puerta de mi habitación se abrió sin aviso, y Himari entró como un huracán, sonriendo de oreja a oreja.

–¡Hermanita! –dijo, con esa energía arrolladora de siempre–. ¿Qué tal te fue?

–Ah, sí, más o menos –respondí, tratando de sonar despreocupada mientras me incorporaba en la cama–. ¿Y tú? ¿Cómo te fue en la universidad?

–La universidad está genial. Hoy conocí a más gente y... bueno, ya sabes... Akiteru me está ayudando mucho. Es tan lindo–dijo, dijo soltando un suspiro mientras se dejaba caer en mi cama. Levanté una ceja, sorprendida. Me cubrí la boca con las manos y solté un - No me digas que...- Ella soltó una risita, claramente disfrutando de la atención.

–Tal vez... –admitió, jugueteando con su cabello–. No sé, es diferente. Es dulce y siempre se asegura de que esté bien. Y creo que yo también le atraigo... No te burles, ¿ok? – dijo, ilusionada.

No pude evitar reírme un poco. – Hari. Es solo que... nunca te había visto tan emocionada por alguien.

Me lanzó una almohada, pretendiendo estar ofendida, pero ambas nos echamos a reír.

–Bueno, ya sabes –dijo con una sonrisa cómplice–, cuando alguien realmente te hace sentir especial... Es difícil no emocionarse.–dijo, con un brillo en los ojos que no solía tener hace muchos años.

Amor en la Red | tsukishima keiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora