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Choi Yeonjun estaba teniendo problemas con la chica con la que estaba saliendo.

De nuevo.

—¡No puedo creerlo, Yeonjun! ¡Era mi cumpleaños, mi cumpleaños!

—L-lo siento, linda, voy a compensarte, de verdad.—Decía el sostenido el ramo de rosas que había traído consigo a su casa.

—¡No!—Ella tomó las rosas y las tiró al piso para darles unos buenos pisotones.—Fue todo, hemos terminado. No quiero volver a verte jamás.

Y dicho eso, le cerró la puerta en la cara.

—Bueno, supongo que te veo el lunes en el taller de cirugía.—Río.

Su compañera de clases le había dicho que no quería volver a verlo jamás, qué ironía.

Miró las flores tiradas en el piso y decidió que ya no valían la pena, así simplemente llenó sus pulmones de aire fresco y se fue.

Tenía un auto, cortesía de sus padres, pero casi siempre prefería caminar. No había ningún lugar realmente lejano al que él tuviera que ir todos los días, pero claro que sus días empezaban y terminaban estudiando. El era un estudiante de medicina, uno de los mejores de su clase. Era su último año antes de poder empezar sus años de residencia y ya no podía resistir las ganas de estar realmente en el campo, haciendo lo que amaba.

Ya tenía un lugar en el hospital general de la ciudad, había competido con muchos -incluyendo Hye, su ahora ¿ex?- para conseguir las recomendaciones necesarias y lo había conseguido. Su vida tomaría un giro de 180 grados el año siguiente, estaría rodeado de los mejores doctores de la ciudad y algunos de los mejores del país.

Pero por lo pronto sólo estaba caminando a casa solo después de haber sido botado.

Hye no era su novia realmente, solo llevaban un mes saliendo, pero Yeonjun no podía culparla por su reacción, en esos 30 días, Yeonjun se las había arreglado para decepcionarla tantas veces que ya no podía ni contar. El día viernes había sido su cumpleaños, Yeonjun tenía un grupo de estudios que dudaría hasta tarde, pero había prometido llegar a tiempo. Todo se fue a la mierda cuando una de sus compañeras de estudio había declarado que no tenía cómo volver a casa, bromeando había dicho que le preocupaba volver sola tan tarde, pero para Yeonjun no fue una broma.

Se dijo a si mismo que podía acompañarla a casa y aún llegar a tiempo. No contaba con que ella viviera en las afuera de la ciudad y tendría que ir caminando hasta su casa con ella para traer su auto, ni había calculado el maldito tráfico de un típico viernes en la noche.

O que se le pincharía una rueda.

En fin, no había llegado ni para el pastel.

Y obviamente Hye se había enterado de la situación.

Tal vez si no hubiese sido una chica a la que había llevado, o si por lo menos era algo que pasaba por primera vez ella no se hubiese enojado tanto, pero no lo era.

Yeonjun tenía algo que a sus amigos les gustaba llamar "complejo de superman".

Siempre iba hasta las últimas para ayudar a todos a su alrededor, no sabía porque, pero simplemente no sabía como decir no, ni podía voltear el rostro ante situaciones así.

Eso, sumado a sus imposibles horarios de estudiante, digamos que no era la primera vez que una chica terminaba odiándolo.

En realidad, no le gustaba tanto Hye, quería darle una oportunidad porque la chica se lo había pedido, ella era bonita, pero no se sentía atraído hacia ella.

Ni con ninguna de las chicas con las que había estado.

Empezaba a pensar que sin querer había vendido al diablo su éxito en las relaciones por su éxito en su carrera, pero estaba seguro de que recordaría a un tipo mitad animal viniendo a su habitación en medio de la noche ofreciéndole su título en bandeja.

En fin, solo era un obstáculo algo pequeño en su vida.

Yeonjun pensaba que no se podía tenerlo todo realmente, su vida era genial, su familia siempre lo había apoyado en lo que quería, amaba la carrera que había elegido, tenía buenos amigos y se consideraba una persona feliz. Asi que aunque si, algún día tal vez quisiera sentar cabeza, pero su vida amorosa tampoco le quitaba el sueño por el momento.

Especialmente porque conseguir sexo casual para él era relativamente fácil, aunque tampoco lo hacía mucho.

El sonido de su teléfono con su tono de llamada lo había sacado de sus pensamientos.

—¿Hola?

—Choi, hay fiesta en mi casa esta noche, más te vale tener tu trasero aquí.—Era Hyunjin, el presidente de la fraternidad a la cual Yeonjun medio pertenecía. Medio porque jamás iba a sus fiestas, pero se había unido en primer año.

Tampoco vivía con ellos, pero eran sus amigos.

—Hyunjin, ¿alguna vez fui a alguna de tus fiestas?

—No, pero escuché que estaban botando tu trasero justo ahora así que pensé encontrarías el atractivo de un par de cervezas solo porque si.

—¿Cómo demonios sabes lo de Hye?, solo pasó hace como medio segundo.

—Si, pero le dijo a sus amigas que estabas yendo media hora antes.

—¿Y mencionó que me iba a botar?

—Sip.

—Tiene clase.—Río Yeonjun.—Supongo que lo merezco.

—Escuché que supo de ti saliendo de la universidad ayer con otra chica, espero que al menos hayas tenido acción.

—La lleve a su casa para que no vaya sola y se me pinchó la rueda.—Hyunjin bufó.

—Eso suena tan patético y tan tú, dime por qué sigo siendo tu amigo.

—¿Por qué soy genial?

—Se te va a caer el pito de tanto tenerlo ahí colgado sin usar.—Yeonjun negó.

—No se me va a caer el pito por ser selectivo de donde entra, tú en cambio me preocupas, ¿ya hemos hablado de las ETS, no?—Dijo en tono burlón.

—Dios, basta o no voy a conseguir que se me pare esta noche.

—¿Estas teniendo problemas para mantener la erección, Hyunjin?

—Adiós, Choi.

~

—Estas loco, ni siquiera conozco tanto a Yeonjun.—Dijo Taehyun al escuchar la descabellada idea de Huening Kai en una llamada.

—¡Es tu amigo! Te he visto saludándolo.

—Me dió tutorías de biología en primer año, no fui el padrino de su primogénito.—Le gruñó.

—Oh, vamos, tú sabes de su fama de hada madrina, si le pides que ayude a Beomgyu seguramente lo haga.

—¿No sería un poco aprovechado?

—¡Ese es el punto!

—Estas loco, no.

—Está bien, supongo que dejamos que Beomi vaya solo y lloré todo el camino, y que su horrible hermanastra se burle de él hasta el resto de sus vidas y que ella y su tonto esposo se regodeen mientras él se siente morir y...

—¡Ya, veré que puedo hacer!

—¡Yeii!—Celebro el rubio.—Yeonjun ya no tiene tantas clases teóricas en la universidad porque es su último año, pero el lunes tiene una a primera hora así que es tu momento.

—Pero y si él...

—¡Avísame como te va, adiós!

Taehyun no lo podía creer.

Le había cortado sin más.

Y le había dejado la difícil tarea de convencer a Yeonjun de ayudar a su amigo.

¿Cómo iba siquiera a plantearle la idea sin que Yeonjun pensara que estaba loco?

Apoyo la cabeza en la almohada y decidió que era momento de dormir.

Novio de repuesto | YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora