Capítulo 4

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Después de recuperar mi cordura y concluir que lo que estaba imaginando no tenía ningún sentido, salí del salón en busca del peli castaño grosero y su amigo de apellido difícil para aclarar lo del trabajo. Revisé los pasillos, e inclusive el patio pero ambos habían desaparecido del colegio como dos fantasmas y ya no los volví a ver en lo que restaba del horario de clases.

-Julien, tu turno.- Melvin acababa de gastar sus lanzamientos con un puntaje lamentable en los bolos. Él y Jinwoo conformaban el equipo adversario, mientras Miguel y yo éramos los que llevaban la delantera por muy poco.

-Mi madre lanzaría los bolos mejor que tú, Melvin.- Se burló Miguel bajo risas. –Y eso que ella odia este juego.-

-Cállate, tú solo has hecho pocos puntos más que yo. Hablas demasiado para jugar tan poco.- Respondió a la defensiva.

-De todas formas serán ustedes quienes tendrán que pagar la pizza porque tengo al mejor de mi lado. ¿No es cierto, Julien?- Guiñé el ojo en respuesta mientras le daba un sorbo a mi refresco antes de levantarme de mi asiento para ir a lanzar. Este juego se convirtió en uno de mis favoritos desde que comencé a practicarlo hace poco más de un año, no era por presumir, pero tenía que reconocer que muy rápidamente obtuve dotes para jugarlo.

-Aún podemos quedar empatados si no alcanza el Strike, Jinwoo hizo el medio.-

-Ni siquiera lo dudes, Julien hará Strike.- Discutieron.

Que Jinwoo y yo siempre seamos el punto decisivo de una competición ya parecía una maldición que me habían echado encima. Pero, ¿Qué podía hacer? No me gustaba perder ante nadie... Ya me encontraba en posición de lanzamiento junto a mi bola favorito, el azul perlado con el que gané varios partidos. Hice un solo movimiento impulsando mi antebrazo hacia adelante y fin de juego.

-¡STRIKEEE!- Gritó Miguel saltando sin parar como un trampolín alrededor de los ahora perdedores de esta partida. Chocamos nuestras manos.

-¡Pizza gratis!- Cantamos al unísono.

Melvin sonreía lamentándose por la derrota, mientras que Jinwoo como siempre me miraba como si fuera una nube negra encima de la que quisiera desprenderse rayos que pudieran disiparme.

Abandonamos la pista de juego y subimos los escalones para acomodarnos en una mesa a esperar nuestro ansiado banquete. Pizza especial con extra de muzzarella. Las bebidas llegaron antes y nos permitimos unos tragos mientras hablábamos sobre nuestro aburrido día en el colegio. Por supuesto evité el tema de los dos raros del salón con los que me tocó hacer equipo en Literatura, solo recordarlos me molestaba, y además, conociendo a mis amigos no les agradaría para nada saber de ellos.

Melvin y yo nos conocemos desde el jardín de infantes, y como la mayoría de los niños a esa edad, nos declaramos amigos solo por compartir juguetes unos minutos, sin embargo, desde entonces no nos hemos separado jamás. Incluso planeamos estudiar en la misma universidad, hemos hecho todo juntos hasta ahora... Miguel se unió a nosotros en tercer año escolar, vivía con sus padres en Miami, pero se mudaron a Los Angeles por asuntos de trabajo y terminó en nuestro colegio. Su actitud con nosotros fue amistosa y carismática desde el principio. Su madre era argentina y su padre de México, ambos le habían heredado unos atractivos rasgos latinos de los que se enorgullecía a diario al igual que su acento al hablar español.

Fuimos un grupo de tres durante mucho tiempo, hasta que apareció JinWoo...

Él ingresó a comienzos del año pasado, bastante reciente. Que se uniera a nosotros no estaba en nuestros planes, pero fue necesario. Todos estaban impresionados por su aspecto elegante y apariencia tan bien cuidada y brillante, se decía que tenía la digna apariencia de un idol coreano y que si decidiera presentarse en alguna de las audiciones que organizaban esas empresas de entretenimientos, quedaría reclutado sin problemas.

Mi Novio Sustituto (Boys Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora