Segundo Mes

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Después de esa productiva ducha, ambos se encontraban caminando hacia la entrada del hospital, para la cual sería su tercera cita embarazados.

Hace algunos días se había cumplido su segundo mes de embarazo, y todo estaba llendo de maravilla, exceptuando los pequeños mareos y antojos nocturnos, aunque todas esas aventuras los hacían inmensamente felices.

Para el Alfa era increíble y maravilloso llegar a casa después de un día pesado de trabajo y encontrar a su Omega sentado acariciando con tanto cariño y devoción ese pequeño bulto de carne que cada vez se hacia notar más. Era simplemente gratificante y funcionaba como un elixir magnífico que le hacía tener tantas emociones conjuntas que le provocaban una felicidad infinita e implacable. Nada se comparaba con despertar a lado de quien más ama, y ver qué el resultado de toda la devoción que siente está creciendo en esa curiosa y tierna pancita, que con el pasar de los días se acentúa más, haciendo lucir como un perfecto ángel a Sergio. Es perfecto, toda su vida deseó esto, y por fin lo está viviendo, se siente como un sueño, todo el tiempo está pensando en su Omega y el pequeño cachorro que se está creando en él, no puede evitar pensar a una bonita princesa con las pecas de su padre, está ansioso por saber que será, y siendo lo que tenga que ser, lo amará tanto como ya lo hace.

Por otro lado, para el Omega pecoso, está era una de las experiencias que más ansioso estaba por sentir y poner a prueba. No había duda de que estaba que rebosaba de felicidad cada vez que veía esa pequeña pancita sobresaliendo de su cuerpo, amaba con todo su ser acariciarla, sabiendo que el fruto de su más grande amor estaba allí, creciendo cada día para finalmente tenerlo entre sus brazos.
Más de una vez soñó con un pequeño bebé de ojos color verde como las hojas de los árboles de olivo. Amaba despertar y encontrar a su esposo aferrado a su vientre susurrando cosas que le causaban cosquillas hasta hacerlo reír. Desde que se enteraron de la próxima llegada de su bebé, en ningún momento había dejado de sonreír. La felicidad era pura, nunca antes se había sentido como ahora, definitivamente es una experiencia que atesorará en su corazón hasta su último suspiro.

Mon amour ¿Qué te tiene pensando?— Charles cuestionó cuando se percató de que Checo estaba perdido viendo a la nada.

Sergio parpadeó un par de veces antes de sonreír y negar con la cabeza.

—Nada, solo estoy emocionado por la cita.— responde mientras aprieta con fuerza la mano de su esposo.

Hace unos diez minutos que habían llegado al área de maternidad, estaban esperando que su obstetra terminara una de sus miles de consultas, sentados en la sala de espera dónde muchas otras parejas estaban allí con una situación parecida a la suya.
El ambiente de allí era cálido y enternecedor, no había malas vibras y era lo suficiente seguro para estar.

—Pronto veremos a nuestro pequeño Soleil.—aseguró con una pequeña sonrisa el alfa.

Checo asintió con entusiasmo y hablaron durante un par de minutos más, antes de que una señorita se les acercará a decirles que era su turno.

—Sres. Leclerc, ya pueden pasar con el Dr. Vettel.— la joven les sonrió.

Ambos asintieron y se levantaron, para poco después entrar al consultorio.

Al entrar, el Alfa y doctor Vettel, les dedicó una amable sonrisa, invitándolos a tomar asiento para empezar con la cita.

—Buenas tardes a ambos.— saludó con cordialidad.— ¿Cómo han estado?

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⏰ Última actualización: Aug 13 ⏰

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