¡Formas de Respirar II!

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Badir corría por la vasta e infinita habitación blanca, esquivando con agilidad los golpes de una Alina claramente decidida a golpearlo con una herramienta improvisada hecha de periódicos enrollados

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Badir corría por la vasta e infinita habitación blanca, esquivando con agilidad los golpes de una Alina claramente decidida a golpearlo con una herramienta improvisada hecha de periódicos enrollados. Sabía que su comportamiento era infantil, pero ni loco se comportaría como el "maduro" en esta situación solo para terminar con un golpe en la cara.

Maldijo en silencio el hecho de que, a pesar de tener cierta resistencia al dolor físico, su cuerpo aún era vulnerable a las molestias que estos golpes le causaban. Aunque apreciaba profundamente este cuerpo, su forma original, no podía evitar la aversión que sentía hacia el dolor, un sentimiento amplificado por los recuerdos de sufrimiento físico de Nero y otros.

—Mi señor, por favor, dé el ejemplo y acepte su castigo —dijo Alina con un tono juguetón mientras lo perseguía—. Si haces algo mal, es evidente que debes ser castigado.

Badir esquivaba los ataques con facilidad. Si algo había aprendido en su vida era a esquivar. Tenerle miedo al dolor físico tenía sus ventajas, aunque no quisiera admitirlo. Pero, en realidad, era su memoria muscular, entrenada desde que era un niño, la que le permitía moverse con tal destreza.

Su madre, preocupada por su seguridad y decidida a que desarrollara sus habilidades rápidamente, le asignó un maestro desde los tres años. Sin embargo, su entrenamiento dejó mucho que desear; no adquirió la pericia necesaria para ganar una pelea, pero al menos aprendió a esquivar. Algo es algo.

—Mi señor, es de mala educación eludir un castigo.

—Yo no hice nada malo —respondió Badir con monotonía, evitando mirar hacia atrás—. Tu reacción es exagerada.

—Claro que no~ —canturreó Alina, aumentando su velocidad.

Justo cuando Badir pensó que había logrado evitar otro golpe, Alina lo sorprendió, logrando que él, por instinto, alzara su sombra como protección. Pero antes de que el golpe de Alina se concretara, un círculo rodeado de pequeñas chispas apareció sobre ella. En su interior, un fondo negro infinito se hacía visible, y luego, de repente, un esqueleto cayó desde el portal, aterrizando con fuerza sobre Alina.

La rubia soltó un sonido de molestia mientras sentía el peso de los huesos sobre ella. Aunque su cuerpo, compuesto de tejido vivo, era esencialmente humano, su casi nula capacidad para sentir cosas amortiguó ampliamente el dolor. Sin embargo, le irritaba no haber previsto la caída de esa entidad esquelética. Su radar no lo había detectado y su sentido de peligro tampoco la había alertado; era como si el esqueleto hubiera aparecido de la nada.

Badir se detuvo en seco, observando al esqueleto que comenzaba a levantarse con dificultad. Por un momento, estuvo confundido. Pensaba que todavía le quedaba una hora o un poco menos. Tal vez había calculado mal...

—¡Estuve cayendo... por 30 minutos! —exclamó el esqueleto mientras se acomodaba su glorioso sombrero llanero, girando su calavera hacia Badir, claramente molesto.

ᴛʜᴇ ᴜᴘᴘᴇʀ ᴍᴏᴏɴꜱ ʀᴇᴀᴄᴛ 𝗩𝟮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora