Capitulo 2

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Me encuentro en la vasta biblioteca real, un lugar que solía visitar con frecuencia durante mi infancia. Cuando era niña, mis padres estaban ocupados con asuntos del reino, y yo pasaba todo el tiempo aquí, sumida en la lectura de historias, leyendas y estudios sobre mi futuro. En caso de que no llegara a ser reina, sabía que debía encontrar una forma de contribuir al reino. Recuerdo que una vez mi madre me leyó las leyendas de las diosas de la vida y la muerte. Se decía que ellas crearon este mundo y, utilizando su magia, crearon a Merlín como su sucesor en la tierra. Luego, crearon la vida humana, y el resto es historia. Aunque es una leyenda sin fundamentos sólidos, servía para entretener y consolar a quienes la escuchaban.Ahora, busco entender el significado de mis recientes pesadillas. Comencé a dibujar el símbolo que vi en mi sueño en una hoja. Esperaba que verlo de esta forma pudiera despertar algún recuerdo. También escribí las palabras de la mujer de mis sueños: "Ellos ya vienen por ti, por la espada, por tu corona. La guerra está a punto de comenzar, necesitas fortalecerte. Cuida al traidor del clan Oscuro." Me pregunto, ¿qué significa esto? ¿Por qué vienen por mi corona? ¿Y quién es este traidor del clan Oscuro? ¿De qué guerra está hablando?En ese momento, la puerta se abre y veo a mi consejero real, Azriel.—Majestad —dice, haciendo una reverencia y acercándose a mí—. —¿Qué puedes entender de esto? —le muestro lo que he escrito sobre mi sueño. Azriel se toma un momento para examinarlo y luego niega con la cabeza, lo que considero una mala señal.—No le encuentro sentido, majestad. ¿Por qué escribió esto? ¿Alguien la amenazó? —pregunta con preocupación.—Sí —asiento y luego aclaro—. No, nadie me amenazó. Fue más una advertencia.—¿De quién? —pregunta Azriel.—Últimamente he tenido pesadillas relacionadas con mi reino y mi persona. Normalmente son sueños de mi niñez en medio de una guerra, pero anoche soñé con una mujer que llevaba este símbolo —le muestro el dibujo que hice basado en lo que recuerdo—. Ella me hizo una advertencia: que cuidara al traidor y me preparara para la guerra.Azriel sonríe, sacudiendo la cabeza antes de hablar.—Son solo sueños, joven reina. No debe preocuparse demasiado por ellos. Haré que los hechiceros reales bendigan su habitación con arena y sal para asegurar que sus sueños sean más plácidos. —Intento responder, pero decido no hacerlo. No creo que lleguemos a una solución con esta discusión.—La están esperando —anuncia Azriel—. Es hora de ir al Gran consejo para debatir sobre las acciones de esta semana.El gran consejo, o como lo llamo yo, un lugar lleno de ancianos que aspiran a ser soberanos de todo. La locura mental de esa gente es difícil de describir.

Salí de la biblioteca con Azriel a mi lado, dirigiéndome hacia el salón donde se reúnen los ancianos. El pasillo estaba iluminado por antorchas que proyectaban sombras en las paredes de piedra. El sonido de nuestros pasos resonaba en el silencio de la mañana, interrumpido solo por el ocasional murmullo de los sirvientes que se cruzaban en nuestro camino.

Al llegar a las puertas del salón del consejo, me encontré con una impresionante entrada, adornada con intrincados relieves de escenas históricas y símbolos de poder. Las puertas se abrieron lentamente ante nosotros, revelando el gran salón donde se llevarían a cabo las discusiones.

El salón estaba lleno de una multitud de consejeros, cada uno sentado en sillas de madera tallada dispuestas en un semicírculo alrededor de una mesa central. La mesa, cubierta con un tapiz de terciopelo verde, estaba repleta de documentos, mapas y pequeños estandartes que representaban los distintos intereses y facciones del reino. Los consejeros, todos hombres de edad de aproximadamente unos cuarenta años con miradas severas y actitudes autoritarias, estaban inmersos en conversaciones acaloradas.

La reunión del consejo comenzó con la discusión de los conflictos a resolver. Abordamos varios temas cruciales relacionados con el mandato y recibí valiosos consejos sobre cómo debería posicionarme ante el pueblo. Sin embargo, a medida que avanzaba la sesión, mi mente comenzaba a desconectarse. Me encontraba sumida en pensamientos sobre cómo manejar mis pesadillas, y el ruido de la reunión se convirtió en un murmullo distante.

La espada y la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora