Step twelve; Wall.

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Debieron de pasar dos o tres días desde la llamada telefónica que desconfiguró el cerebro de JiMin. Las tardes pasaban lentas y las miradas que compartía con JungKook eran fugaces. Sus presentaciones habían disminuido debido a la finalización de la etapa promocional de su disco, de modo que entraban por algunos días en ese agradable período de descanso. De vez en cuando la residencia que compartían los siete integrantes se sentía más vacía debido a los viajes que realizaban para ir al encuentro de sus familias.

Así transcurrió el tiempo y el tema no volvió a tocarse, para mala fortuna de Park. Como en cada encuentro anterior, JungKook evadía la situación y la vida de ambos chicos continuaba su curso normal. JiMin quería aclarar esa confusión, pero el menor decidió enterrar esa confesión tres kilómetros bajo tierra. No tenían tiempo a solas y, cuando coincidían, estaban demasiado ocupados para pensar en el placer y la congoja del otro. Así fue como el castaño comenzó a irritarse por la falta de atención a la que él mismo se estaba sometiendo. JiMin le había prometido ayudarlo, pero la confusión que este generaba en su cuerpo era quizás aún peor que la falta de actividad sexual. Sin embargo, el placer que su hyung mayor podía provocarle era adictivo, y esa adicción y deseo era más fuerte que cualquier otra perturbación en su cabeza.

Ese sábado por la noche, JungKook estaba más borde de lo normal. NamJoon pudo notarlo gracias a la buena relación que tenían y lo mucho que había aprendido de él a través de los años.

—Koo, bájale el volumen a la televisión, no puedo escuchar mi juego.

Se queja amargo SeokJin, apenas alzando la voz contra JungKook.

—¿Y por qué no te vas a la habitación de YoonGi? Está vacía y silenciosa.

Se mordía el labio con insistencia. JiMin alza una ceja al escucharlo hablar de una forma tan cortante con el hyung y, además, tratando sin ningún respeto a su líder y mayor.

—Pero no me gusta estar solo y los otros están cenando aún.

JungKook resopla, molesto. Jin no tenía la culpa de su irritabilidad debido al estrés que le provocaba su cabeza.

—¿Sabes, Jin? Deberías estar practicando. Eres el único que no se toma en serio nuestros ensayos. Te saltas las prácticas de baile y cuando estás en ellas olvidas tus lentes y no te posicionas bien en la sala de práctica. Estás todo el maldito día en esa consola.

Kim se encoge en el sofá. Decir que no le afecta que sea así de rudo sería una mentira, pero confía en JungKook cuando dice que su desempeño no es el mejor durante ese último tiempo. Él nunca le mentiría.

—Gguk, no seas tan brusco con él. Jin-hyung tiene derecho a descansar. Además, aún no estamos cerca de ningún evento importante.

HoSeok se escucha tranquilo y esto provoca que Jeon apriete los dientes. Es el bailarín, quien más esfuerzo debe poner sobre sus hombros y el equipo. No obstante, siempre que se trata de Jin, actúa tan suave y condescendiente.

—Debes estar bromeando.

JungKook abre la boca, pero antes de poder agregar algo más, JiMin golpea con su taza la mesa del comedor donde él y HoSeok estaban cenando, a una distancia no mayor del living donde JungKook y Jin ven televisión.

—Basta ya. Estoy cansado de tus quejas sin sentido. No tienes ningún derecho de tratar de esa manera a tus mayores y mucho menos a Jin-hyung.

Jeon siente el rostro arder. ¿Por qué JiMin tenía que hacerlo callar? ¿Por qué no podía ser como HoSeok o NamJoon y defenderlo a él aunque no tuviese razón de hacerlo? Tan distante, solo desea sentirse querido.

—¿Y tú crees tener derecho por ser mayor? ¿por ser el trainee legendario? ¿por hacer todo bien?

El menor siente los ojos húmedos. Seca su ira con su manga blanca, levantándose del sofá luego de apagar la televisión y lanzar el control remoto hacia un cojín. Odiaba no controlar esas emociones fuertes y quebrarse cada vez que tuviese que enfrentarlas.

Limerence | JiKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora