El Pueblo

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Becky

Siento el aroma de su perfume floral , su cercanía acelera los latidos en mi pecho y su aliento rozándome el rostro me hace pasar saliva.

—Becky...

Mi nombre suena muy bien en su boca.

—Tu piel esta fría.

—Estamos una épocas frías, princesa.

Nos miramos a los ojos y no recuerdo haber vivido esto, pero apoyo las manos sobre sus amplios hombros y me inclino hacia ella.

Despierto sobresaltada y sentándome de golpe.

Y esa es la primera vez que sueño con Freen.



◼️◼️◼️



Ingreso al comedor esa mañana, aun tengo sueño ya que no pude conciliarlo demasiado anoche, sin embargo desayunar con los reyes es algo en mi itinerario matutino.

Camino hacia mi lugar en la mesa luego de desearles los buenos días a los reyes y cuando llego a mi silla, intercambio una mirada con Freen.

Los recuerdos de mi huida nocturna y nuestro momento anoche en la biblioteca me hace sonrojar y tomo el asiento enseguida solo para eliminar esa conexión de miradas.

—¿Tuviste dulces sueños, lady Becky? -
Pregunta la reina, mientras echa el azúcar sobre su té.

—Te vez cansada. —Secunda el rey analizándome.

—Si, solo me costo dormirme anoche—Mi mente recuerda a Freen y trato de no dar muchos detalles—Se me pasara al medio día.

—¿Y como van tus recorridos por el palacio? Freen dice que eres buena memorizando.

No puedo evitar ver a Freen, quien prefiere no mirarme.

—Lo soy y estoy maravillada por cada rincón del palacio.

—Es un hermoso palacio—Continua el rey—Será el lugar perfecto para que críen a sus hijos.

Trato de no verme sorprendida, pero se me nota.

—Claro que primero tendría que conocer a mi futura esposa—Bromeo.

Ellos intercambian una mirada.

—La Princesa sigue en su expedición, pero estamos seguros que aparecerá en nuestro baile del sábado.

Abro mucho los ojos. —¿Celebramos algo importante?

—Claro que si, querida—Habla el rey—Tu llegada.




◼️◼️◼️


Termino las ultimas líneas de la carta dirigida a mi madre y salgo de la habitación, encontrando a Freen en la puerta, los ojos se me abren mucho y ella luce igual de sorprendida.

Carraspea. —Me disculpo por mi intromisión, pero ha estado toda la mañana encerrada y es casi la hora del almuerzo.

—Estuve escribiendo una carta.

—¿Para su madre?

—Si.

—¿La termino?

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