"El diablo está en los detalles"• • • • • •
A Judith le encantaban las fiestas, la multitud de niños en un solo espacio jugando sin parar, explorando sus mentes y su imaginación en escenarios casi imposibles, pero que en su pequeña cabecita la palabra imposible parecía distante. La música estaba sonando en todos lados creando un espacio armónico y ameno.Pero lo que le gustaba más eran los globos y las serpentinas, le encantaban los colores y ciertamente eso es lo que le estaba haciendo un poco de falta a su casa los últimos días. Sin embargo, hoy no se iba a permitir pensar en ello. Después de todo era su cumpleaños número ocho y había estado tan emocionada todo el mes con las planificaciones.
Había hecho una extensa lista de cosas que quería en su fiesta y se la había explicado muchas veces a su madre. Le gustaba hacerlo ya que siempre le regalaba una dulce sonrisa, una gran diferencia con su padre que solo se quejó por lo costoso que iba a ser eso y dijo que ya estaba un poco grande para fiestas. No supo cómo su madre lo convenció de lo contrario.
Le comenzaba a doler su pancita de todo lo que había reído en el día junto a sus amigos y sus piernas ya se sentían un poco pesadas de todas las veces que había corrido en su jardín trasero. Solo se detenía en breves momentos para tomar alguna fotografía.
No había soltado su cámara desde que su madre se la había dado esa mañana, muy probablemente ya tenía la mitad del rollo lleno de todas las fotografías que había tomado. Era una Canon AE-1, seguía siendo analógica y para algunos algo vieja, sin embargo, se había enamorado de ella desde que la vio. Era su primera cámara fotográfica profesional, anteriormente solo había tenido una polaroid y una cámara instantánea comercial.
La primera fotografía que tomó fue a su madre, se veía bellísima con ese vestido color melón con elegantes botones que abrochaban el frente desde el cuello hasta la cintura. Esa mañana en especial su cabello rubio brillaba como el sol, su madre era como un sol y algún día quería brillar como ella.
Después le sacó fotografías a prácticamente toda su casa, a su madre preparando la comida en la cocina, los adornos para su fiesta de cumpleaños, sus girasoles en el jardín, al perro del vecino que iba pasando en ese momento en frente de su casa. Le tomó fotografías a todas sus muñecas y peluches, por último, le pidió a su madre que le tomara una foto a ella.
Rachel había buscado casi en toda la ciudad de Broomfield un vestido adecuado para su pequeña hija. Había encontrado uno de color amarillo con estampados de girasoles, era simplemente perfecto. Se le derretía el corazón cada que veía a su pequeña Jud tan alegre con su nuevo vestido.
Judith quería juntar todas las fotografías posibles para incluirlas en uno de sus tantos álbumes fotográficos. Pasaba su tiempo decorándolos, seleccionaba cuidadosamente cada fotografía y buscaba los recortes o calcomanías adecuadas para decorar la foto. Tenía un librero especial donde guardaba sus álbumes y todas las revistas y catálogos que usaba.
Siempre que tenía oportunidad pasaba al mercado de pulgas con su madre para comprar revistas al menor precio, sus mejores amigos Elisa y Aaron también le ayudaban a conseguir cosas o incluso la acompañaban al campo o parques para conseguir flores. Amaba conservar flores, las guardaba entre las páginas de algún libro, esperaba a que secaran y después las ponía en un plástico especial para conservarlas.
No conforme con tener gruesos álbumes repletos de fotografías, también tenía muchas fotografías pegadas en su habitación. Tenía muchas de su madre, de algunos familiares, del grupo del coro de la iglesia al cual pertenecía, de algunas festividades de la congregación y varios autorretratos suyos.
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HOME - Jacob Black
أدب الهواةJudith viajó desde Colorado hasta Washington en búsqueda de libertad y un verdadero hogar. Dejó atrás todo; los días soleados, correr por prados repletos de flores, las tardes de juegos con sus amigos, el coro de la iglesia y todos los recuerdos de...