Judith viajó desde Colorado hasta Washington en búsqueda de libertad y un verdadero hogar. Dejó atrás todo; los días soleados, correr por prados repletos de flores, las tardes de juegos con sus amigos, el coro de la iglesia y todos los recuerdos de...
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Las vacaciones de verano habían comenzado, el sol en Colorado empezaba a ser más caliente y hacer los días más largos. La estación favorita de Judith era el verano, amaba correr por los prados verdes y llenos de flores, hacer picnics al aire libre y pasar horas recostada en la hierba buscando formas a las nubes. Es lo que hacía cuando su madre estaba con ella.
Los veranos desde que su madre murió eran muy diferentes, ya no había paseos por los prados ni días de campo con muchos bocadillos. En cambio, pasaba sus días en casa dedicándole tiempo a sus álbumes o a su diario, visitaba a su abuela para tejer o bordar y cuando su padre le daba permiso paseaba con sus amigos por el barrio o el parque. Si tenía suerte podía dormir en la casa de Elisa.
Era otro día de ensayo en el coro, una de las pocas actividades que Judith seguía disfrutando de la iglesia. Le gustaba mucho la música y cantar. Su madre le había dicho alguna vez que tenía un don con el canto, que era capaz de calmar el corazón de las personas solo con su voz. No sabía si eso era real, pero su madre siempre se lo decía.
Había pertenecido al coro desde que era pequeña y era de los pocos niños que habían permanecido hasta ser jóvenes. Muchas de las chicas y muchachos que eran parte de coro y comenzaron a entrar a la adolescencia simplemente lo dejaron. Tenían otros intereses y era muy infantil había escuchado Judith.
Para ella pertenecer al coro no era infantil. Aaron lo había dejado hace algunos meses, había encontrado interés en practicar baseball, era bateador y en realidad era muy bueno. Solo ella y su amiga Elisa seguían participando en el coro junto con otros tres adolescentes, entre ellos Caleb.
Caleb tenía la misma edad de las niñas, era un chico con el que no convivía mucho Judith. Era amable con él y lo saludaba cada que llegaban a los ensayos, pero de ahí en fuera no interactuaban mucho.
En resientes meses Judith había notado que Caleb buscaba algún tema para tener una conversación, la saludaba muy sonriente e incluso comenzó a encontrarse mucho con él en la escuela, era raro. Elisa le había dicho que le gustaba al chico, por eso se comportaba así.
Judith no quería creerle, pero Aaron se lo confirmó. Resulta que tener un amigo hombre tenía mucha ventaja para las niñas. Gracias a su amigo se enteraban de muchos chismes por parte de los chicos y uno que otro secreto. Resulta que Caleb les había comentado a algunos chicos que le gustaba Judith.
Gustarle a algún chico era bastante extraño. A ella particularmente no le gustaba ninguno que conociera, podía reconocer la belleza ajena, pero nunca había experimentado un enamoramiento o un "flechazo" como le llamaba Elisa.
