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Los ojos de Naruto se abrieron bruscamente y se sentó en la cama. Respiraba con dificultad y su cuerpo sudaba. Tenía los ojos muy abiertos y enfocados en un solo punto. Naruto estaba de pie sobre su cama, preparado para un ataque, pero no se produjo ningún ataque. Tardó dos minutos en darse cuenta de lo que estaba haciendo. Parpadeó varias veces y miró a su alrededor, saliendo de su estado de trance.

Se tomó un momento para serenarse y se puso una mano sobre el corazón para controlar la respiración. Su corazón latía con rapidez y no estaba seguro de la causa. Se concentró en su respiración para calmarse y consiguió ralentizar los latidos.

Una vez hubo recuperado el control de su cuerpo, abrió los ojos e inspeccionó sus manos. Naruto reflexionó sobre el sueño, observando que no podía recordar ningún detalle concreto. También consideró su estado físico, observando que incluso después de recuperar el control, su cuerpo parecía ansiar algo. Observó una contracción y temblor en sus músculos. Luego procedió a vestirse y a salir de su dormitorio, llevando una botella de agua.

Se puso unos pantalones negros y una camiseta naranja antes de meter ambos pies en sus botas negras. Abrió la puerta de su apartamento y se encontró con el frío aire nocturno. Su cuerpo le pedía a gritos que actuara, aunque no estaba seguro de lo que se le pedía exactamente. Salió, cerró la puerta con llave y empezó a canalizar chakra en las piernas, saltando muy lejos. Le sorprendió la cantidad de chakra que había utilizado y la distancia que había recorrido con este único salto.

Se posó en un tejado y se impulsó más lejos, repitiendo la misma distancia. No estaba seguro de su destino. Tenía la impresión de que su cuerpo le dirigiría al lugar donde debía estar.

Era consciente de que el aire frío le golpeaba la cara, la parte superior del cuerpo, la parte inferior y los brazos. No sabía por qué no le afectaba. Toda su percepción del entorno estaba notablemente alterada. Observó a un pequeño pájaro que intentaba eludir la detección de un gato. Sintió algo y dirigió su atención hacia otra zona. Observó a un par de individuos que caminaban a la luz de la luna. Iban cogidos de la mano, lo que indicaba un interés romántico si Naruto tenía que adivinarlo. Cuando aterrizó, se alejó un poco más y levantó la vista. Sus ojos azul océano reflejaban la luz de la luna. La luna estaba casi llena. Basándose en su aspecto, la próxima luna llena ocurriría en aproximadamente dos o tres noches.

Naruto se detuvo en el parque unos minutos después. Inspeccionó la zona y observó la presencia de árboles. Delante de él había un edificio con pilares alrededor. A pesar de su falta de familiaridad con la zona, sintió un impulso imperioso de dirigirse hacia la estructura.

Lo más lógico sería seguir con su entrenamiento habitual. Sin embargo, tuvo la corazonada de que podría haber un enfoque mejor.
Naruto levantó ambas manos y las juntó en uno de los 12 signos que recordaba de sus sueños. También recordó los nombres de los 12 signos de las manos: Rata, Buey, Tigre, Liebre, Dragón, Serpiente, Caballo, Carnero, Mono, Pájaro, Perro y Jabalí.

Naruto era consciente de la respuesta de su chakra. Había invertido mucho tiempo y esfuerzo en desarrollar sus habilidades de control del chakra, tanto en las Naciones Elementales como en este mundo. Podía discernir con precisión cómo respondía. Era una sensación desconocida. Tras ejecutar el signo del Buey, pasó al signo del Carnero. A continuación, realizó tres signos manuales más y concluyó con el signo del Tigre. Aún recordaba el momento en que Indra presentó su creación al grupo. Ésos eran exactamente los signos de la mano que realizó antes de presentar su obra.

Naruto sostuvo la mano frente a él y abrió el puño cerrado. Cuando su mano estuvo completamente abierta, apareció durante un breve instante una llama de color amarillo anaranjado. Los ojos de Naruto se abrieron de par en par cuando observó el resultado de sus acciones. Su cuerpo temblaba, pero no por falta de estímulo. Naruto por fin había comprendido el asunto.

Naruto - El ermitaño jubiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora