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Naruto entró en su dormitorio y procedió a vestirse con el atuendo apropiado. Observó el estado de reposo de Mio Naruse, que estaba tumbada en su cama. Se acercó a la cama y extendió la mano hacia ella. Sin embargo, justo antes de que su mano tocara su rostro, la retiró con un rápido movimiento.

Naruto sacudió la cabeza y procedió a ocuparse de otros asuntos antes de volver a este tema. Entró en su salón y tomó asiento en el sofá. Sin embargo, antes de hacerlo, reconoció la necesidad de dormir. Se había entrenado intensamente durante el día y, gracias a sus considerables reservas de chakra, podía seguir luchando durante largos periodos.

Cerró los ojos y pronto se quedó dormido.

Naruto abrió los ojos y permaneció en silencio. Reflexionó que había estado esperando esta eventualidad. Tenía el pie ligeramente sumergido en el agua, que le llegaba hasta la mitad de la pantorrilla. Se encontraba de nuevo en la vasta sala, que se asemejaba a su subconsciente.

Era evidente que el individuo en cuestión se convertiría inevitablemente en un punto de contacto en un futuro próximo. Cuando reflexionó sobre la serie de acontecimientos desafiantes que habían tenido lugar en las últimas semanas, quedó claro que aquella persona probablemente volvería a convertirse en una fuente de interacción en un futuro próximo.

Recordó con claridad el dolor causado por este individuo recluido entre rejas. Él fue el principal factor que contribuyó a la difícil experiencia de Naruto en las Naciones Elementales. Debido a su presencia, la aldea tenía sentimientos negativos hacia Naruto. Carecía de conexiones sociales y se encontró con numerosos acontecimientos adversos.

La última vez que vio al Kyūbi, no era más grande que un perro adulto. Parecía haber recuperado parte de su fuerza. Había crecido ligeramente hasta alcanzar el tamaño de un rinoceronte. El Kyūbi estaba durmiendo, pero su oreja se agitó cuando Naruto dio una palmada.

Estaba ansioso por concluir este asunto. Era consciente de que el Kyūbi no tenía toda la culpa, basándose en los recuerdos que había observado de sus otras versiones. También era consciente de que el Kyūbi había sido utilizado para atacar Konoha. Un individuo llamado Madara Uchiha, o más concretamente Obito Uchiha, había ejercido control sobre el Kyūbi mediante el uso de una formidable técnica Genjutsu, facilitada por el Sharingan.

Podría argumentarse que el Kyūbi también era una víctima y carecía de capacidad para alterar sus circunstancias. Al principio fue privado de su libertad, obligado contra su voluntad, y posteriormente encarcelado dentro de Naruto.

A pesar de ser consciente de estas circunstancias, Naruto siguió experimentando una gran angustia durante su estancia en las Naciones Elementales. Carecía de un sistema de apoyo y se quedó con una profunda y duradera sensación de aislamiento. El dolor era tan intenso que amenazó con abrumarle en numerosas ocasiones.

Sin embargo, ahora estaba en condiciones de controlar su frustración y su ira, tras haber liberado previamente todas las emociones reprimidas durante su visita a Chisato Hasegawa. Por tanto, estaba en condiciones de negociar con los Kyūbi. Sin embargo, no estaba seguro de si este Kyūbi era el mismo individuo que había encontrado anteriormente. Era igualmente posible que se tratara de una versión diferente del Kyūbi que había conocido.

Si éste fuera el caso, sugeriría que el Kyūbi que tenía delante podría haber establecido ya un vínculo con otra versión de Naruto y que ya no le consume el odio. Esto se ve corroborado por el hecho de que todas las demás versiones de Naruto han conseguido crear una sólida asociación con el Kyūbi, lo que ha dado lugar a una relación positiva y duradera.

Sin embargo, Naruto era reacio a utilizar las habilidades del Kyūbi. A pesar de que ya no albergaba intensos sentimientos negativos hacia la entidad, no se sentía inclinado a explotar sus capacidades.

Naruto - El ermitaño jubiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora