Capítulo 1

54 1 0
                                    

Estoy corriendo y no entiendo por qué lo hago, tengo miedo y siento que me siguen, está todo muy oscuro, subimos las escaleras hasta el sótano, no quiero ver, por alguna extraña razón sé que sucederá y no quiero volver a verlo, veo a mamá y quiero ir hasta ella, quiero protegerla de lo que sé va a suceder, pero no puedo, no hago más que sujetarme a su mano mientras sollozo y gimoteo pidiéndole que nos vayamos de allí, pero ella, no lo hace, solo mira a la figura frente a nosotras, que nos encuentra y a quien le ruega por nuestras vidas.

- Por favor, deja que se vaya –le dice mamá entre sollozos a nuestro atacante- tómame a mí, pero deja que Josephine se vaya, es una niña, no sabe lo que vio.

- Sí que eres estúpida –lanza una carcajada el hombre frente a nosotras y al cual reconozco- eres más estúpida de lo que pensé.

-Silas, por favor, no lo hagas, es nuestra hija, tu hija, no puedes...

La voz de mamá se apagó en el momento en que un disparo suena y yo tapo mis oídos y me acurruco en el suelo y lloro en silencio.

-Voy por ti, hijita –dice con voz casi que dulce, pero lo que hace es producirme más miedo.

Destapo mis ojos, le veo haciendo algo con la pistola que tiene en sus manos, para después decir que al fin se terminarán sus problemas, entonces cuando me apunta y sonríe de forma horrible, haciéndolo parecer un monstruo de las películas de miedo, veo que su expresión cambia y se lleva las manos a la garganta, mientras yo siento una punzada en mi barriga, veo mis manitas llenas de sangre, lo que hace que despierte exaltada y sudando.

- ¡MAMÁ!

Todo fue una pesadilla, otra vez, esa bendita pesadilla, ¡Dios! la detesto, principalmente por ser un recuerdo exacto de lo que sucedió, más aún detesto las consecuencias que ese hecho trajo consigo a mi vida.

Me giro hacia la mesa de noche al lado de mi cama y veo la hora, 3:05 am; aún queda tiempo por dormir, pero no creo que pueda volver a hacerlo, es viernes y tengo la junta con los directivos de la empresa.

¡carajo!

Sí que voy a tener buena pinta en la mañana, me levanto, camino por el pasillo del apartamento hasta la cocina, abro la nevera y me sirvo un vaso de agua, tengo aun el pulso acelerado, siento que Silas está en cualquier esquina de mi apartamento, aun cuando sé que es imposible que lo esté, por eso enciendo las luces de la sala, voy hasta el pasillo y a mi cuarto para hacer lo mismo, sé que es infantil, pero es lo que me tranquiliza cada vez que tengo un episodio de estos.

Camino hasta el sofá frente a la cocina, decido encender el televisor, pero la verdad es que estoy aún muy conectada a la pesadilla, sigo sintiendo miedo, detesto que a pesar de tener 28 años, siga reaccionando de esta forma a situación que pasó hace ya 25 años, me termino el vaso de agua fría, lo pongo en la mesita que está frente al sofá, recojo mis piernas y me acuesto a lo largo del mismo, sigo viendo la televisión sin verla realmente, solo está en mi mente mi madre, el cómo terminó muerta en mis pequeños brazos intentando salvarme, inconscientemente mi mano llega a mi cadera donde está la pequeña cicatriz por donde entró la bala, la acaricio, pensando en cómo podría haber estado si Dominique y Henry no me hubiesen adoptado, entonces recuerdo que este fin de semana dije que iría casa a visitarlos, no por obligación, quiero hacerlo, lo necesito; estiro mi mano hacia el teléfono fijo en la mesa que está al lado del sofá y marco el número de casa de mis padres que timbra tres veces hasta que contestan.

- ¿Hola? –dicen con voz adormilada.

-Hola papá, lo siento si te desperté.

-Hola cariño –bosteza- sabes que puedes llamarnos cuando quieras, ¿Qué pasa?

El pasado que me atormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora