Te Encontré

Capítulo 3

En un par de horas la casa se volvió una completa locura; Madre empacando todo lo que necesitaba, tenía cuatro maletas en el suelo deviniendo aquello que me hacía ver menos "femenina" Mi hermano continuaba ladrando ordenes como un general mientas que mi Padre solo le seguía el juego en su pequeño "Plan de 5 fases para infiltrarme"

Yo por otra parte continuaba apartándome de todo eso, fue cuando revisando cada notificación de mi celular que una me llamo la atención me recordó en que día vivía, hoy era el Campeonato Nacional de Preparatorias de Saitama, era un lástima que el equipo no llegara a la final, sobre todo después de lo que habíamos sacrificado por ellos. – Mediocres.

Aun asi la final entre la Preparatoria Ichinan y Matsukaze Kokuou sería algo divertido, al mirar sobre la pantalla logre ver a quienes eran mis Padres moverse de un lado al otro y a mi clon en silla de ruedas preguntando quien había tomado las vendas, esa definitivamente era la señal para huir, tome las llaves junto con mi celular y cartera, después de dejar un nota en la entrada de la casa escape de aquel cataclismo que yo misma había ocasionado, todo seria mas fácil si hubiera nacido hombre.

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Creí que al llegar al estadio mi humor cambiaria pero fue todo lo contrario, ver el partido que se desarrollaba frente a mis ojos solo me llenaba de frustración, quería tomar un uniforme blanco entrar al campo y anotar un gol contra aquellos presumidos, el marcador era lamentable. 0 – 1 pero existía la posibilidad de remontar, esa esperanza se esfumo dejándome con un malestar de estómago en cuento aquel jugador paso el balón. ¿En qué pensaba el numero 11? Estaba en ángulo, en posición y con buen rango de tiro pero los ladridos de su entrenador lo hicieron dudar, era débil. Las manos me hormigueaban y sin darme cuenta me estaba mordiendo el labio inferir con tanta fuerza que al dejar de hacerlo dolió. Demasiado.

– Idiota, entregaste tu gol.- Tome mis cosas para dirigirme hacia casa, al pasar por donde estaba el equipo perdedor. Me quede escuchando las palabras de motivación que aquel intento de entrenador les daba pero la única verdad es que eran un grupo de perdedores y ningún discurso iba a cambiar aquello.

Bueno no todos eran lamentables, tal vez alguno de ellos tenía una pequeña posibilidad.

El sonido de una llamada cuando estaba saliendo del estadio me asusto sacándome de mis pensamientos en cuanto respondí un grito me interrumpió – ¡¿En dónde estás?! ¿Escapaste? ¿Por qué no has regresado? ¡Más vale que regreses gemela loca!

– Si yo también te quiero, Idiota

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El día había llegado y con eso una despedida como si estuviera por ir a la Universidad, había pasado cerca de una hora intentando convencer a mis Padres de que no era necesario que me acompañaran, eso y que todo el equipaje que constaba de seis maletas era un exceso, lagrimas, gritos, consejos y presión fue lo que me acompaño durante treinta minutos más.

– ¿Estas lista?

– Siempre.

– Entonces suerte, hermanito

– No la necesito, nosotros... Labramos nuestro camino.

– Labramos nuestro camino.

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El maldito destino me odia, es lo que me gano por ser tan arrogante. – Matare a ese idiota cuando salga de aquí.

Toda la determinación se había ido tan rápido como llego, entrar a una sala llena de hombres no era lo que me molestaba ni siquiera era el hecho de que algunos de ellos lucían como delincuentes juveniles, ¿Qué les pasaba por la mente al teñirse el cabello de aquella forma? Lo que en verdad fue asqueroso fueron sus malditas feromonas. Aprendan a controlarse gorilas. Eso y ser consiente gracias aquel loco de lentes que nos encerró aquí de que no solo competiré contra un gran grupo de hombres, sino que específicamente son 300 locos a los que debo engañar. Te maldigo Ego en donde quiera que estés ahora.