Capítulo nueve

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Por fin llegó el día en el que iba a poner en marcha el plan de Malena. Era una tremenda tontería pero yo en serio tenía ganas de saber qué narices pasaba entre esos dos.

Mis amigas decían que solo eran amigos, incluso se quejaban de que no creyese que podía existir la amistad entre hombre y mujer, pero no es que yo no creyese en eso sino que no creía en su amistad.

De hecho, claramente estos últimos días los había pasado cotilleando a ambos y había ido hasta la cuenta de la promo para ver sus ping pong ya que en su momento no lo hice, e imagínate mi cara cuando vi que se nombraban como la persona más linda de la promo respectivamente y además le preguntaban a Mili si iba a activar con él y la muy zorra respondía que podría ser.

Anda vete a la mierda rubia teñida, que encima se te notan más las raíces negras. Buf, que rabia.

Volviendo a la realidad hoy era él quien vendría a mi casa y eso me puso más nerviosa de lo esperado. Ordené toda mi habitación, acción que hasta sorprendió a mi madre quien estaba harta de decírmelo, puse todo el maquillaje y los botes del baño en orden. Es decir, que limpié todo solo por él.

Claramente me cambié de ropa a algo más normal pero tampoco excesivo para que no se notara que lo había hecho por él. Y ya para cuando terminé el interfono sonó dando a entender que ya se encontraba allí.

Y en ese momento me entraron unas ganas de vomitar horribles, mira lo nerviosa que estaba que me sucedió eso.

Abrí la puerta del piso esperando a que el ascensor llegase a mi planta. Al aparecer llevaba la equipación de futbol del equipo donde entrenaba y tenía todavía el pelo mojado.

— Perdón por llegar tarde, el bondi se retrasó.

Ni me había dado cuenta de ello.

— Ah, no te preocupes.

Entró a la casa pidiendo permiso como hacía todo argentino, lo que me parecía lo más mono del mundo, y me saludó de nuevo con un beso en el cachete.

Lo llevé hasta mi cuarto para en caso de que llegasen mis padres no molestasen pues ya los conocía.

— Che, pero qué linda casa tenes vos.

— Pero si es más grande la tuya.

— Bueno. Es linda igual.

— Gracias.

Cuando llegamos a mi habitación no disimuló nada quedándose a ver la decoración de éste, pero sobre todo las fotos. La mayoría era con mis amigas de España pues era mi manera de tenerlas cerca aunque estuviesen a miles de kilómetros.

— ¿Seguís hablando con ellas?

Esa pregunta me pilló desprevenida.

— Con algunas sí, con otras no.

— ¿Por?

— Pues porque cuando te mudas hay gente con la que pierdes el contacto, sin más. O igual hablas de vez en cuando pero ya no es lo mismo que antes.

Asintió sin saber que decir agarrando una de las fotos en las que salía con mi mejor amigo, Víctor— ¿Quién es él?

— Mi mejor amigo.

— Pensé que sería tu ex novio.

Alcé una ceja— Que coño, yo no he tenido nunca novio ni nada de eso. Es mi amigo, y ya.

— Ah bueno. Capaz eran amigos y luego estuvieron juntos.

Mi interior estaba chillando. No había pasado ni media hora y él solito había sacado el tema que tanto estaba deseando hablar.

PROMO XXIVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora