Michael (2)

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Caminé junto al crío hasta mi casa puesto que ninguno de nuestros queridos agentes se había ofrecido a llevarnos a casa. Firmé cinco mil papeles con huella dactilar y todo, y después tras dos días en el hospital decidieron que el crío podría venirse legalmente conmigo, y que en una semana me enviarían a alguien de servicios sociales para evaluar mi convivencia con Nathaniel.

"¿Eres mi padre?" dijo el niño evadiéndome de mis pensamientos. Casi me atraganto con mi propia saliva antes de negarle su pregunta.

"No, no, no, no soy tu padre" dije agitando mis manos con nerviosismo.

"¿Mi abuelo?"

"¿En serio crees que tengo pinta de ser tu abuelo?" intenté no sonar ofendido puesto que el crío tenía cuatro años. Nathaniel se encogió de hombros y siguió caminando a mi lado. Dudé un poco en si decirle o no que técnicamente era su tío, pero claro, ni yo mismo me creía esas palabras "Yo soy... esto... un amigo, sí, un amigo que se va a hacer cargo de ti"

"¿Eres un amigo de mi madre?" se me paró el corazón al escucharle mencionar a su madre por primera vez. Los del hospital me habían dicho que ya le habían comunicado el fallecimiento de Page, pero aún así sabía que el peor paso lo tendría que dar yo.

"No, bueno... sí" dije para tranquilizarle y hacerle saber que estaba en buenas manos. O eso quería pensar.

Cuando llegamos a casa Nathaniel se queda parado bajo el umbral.

"¿Voy a vivir aquí?" dijo con timidez. La verdad es que todo estaba hecho una mierda, al tener que ir de comisaría en comisaría no había tenido tiempo de arreglar todo esto.

"Será por poco tiempo" dije mientras apoyaba mi mano en su pequeña espalda animándole a entrar. Le había dicho a mi madre toda la situación que se me venía encima, no había estado más disgustada en su vida, no entendía como narices había aceptado criar al hijo de mi hermana que en la vida había conocido. Le dije que era un crío de cuatro años y la cosa cambió, ambos estuvimos de acuerdo en no dejarle ir a un orfanato, al fin y al cabo es sangre de mi sangre o algo así.

"¿Puedo usar el baño?" dijo el pequeño.

"Uhm... sí claro, espera, ven conmigo"

"Puedo ir solo" dijo con una risita divertida, parecía estar tomándome el pelo. Yo le señalé la puerta y le dije que no cerrara con pestillo, aún así me apoyé al lado del cuarto de baño con uno destornillador en caso de que el pequeño fuese tan capullo como lo era yo a su edad.

Pensé en que dejaría que el crío durmiera en mi cama puesto que era la única habitación de la casa. Ese era el motivo por el que también nos íbamos a mudar, ahora necesitaba su propio espacio, a si que para poder permitirme el lujo de tener dos habitaciones había decidido dejar la universidad y ponerme a trabajar. Eso es algo que a mi madre también le estaba matando, echar mis estudios por la borda, pero total, si no lo hacía este renacuajo lo haría mi propio cerebro.

"Uhm, Nathaniel" dije dándole un golpecito en la puerta del baño.

"¡Ya salgo!"

"No, tu tranquilo, es por si querías cenar"

"Vale" suspiré hondo y me dirigí a la cocina, miré en la nevera a ver que tipo de comida había, pero estaba completamente vacía. Después miré en el congelador, había nuggets de pollo. Me encogí de hombros y los metí al horno. Cuando Nathaniel salió del baño vino corriendo a ver que es lo que habría de cenar.

"¡Nuggets!" gritó dando palmas. Me alegré de que le gustasen, porque si no me da mi que tendría que comerse el aire.

"A si que... te gustan los Nuggets" dije en un intento patético de empezar una conversación.

"Sí, ¿te lo dijo mi mamá antes de irse al cielo?" su voz parecía esperanzadora.

"Sí, claro" sus ojos se llenaron de un brillo especial

"¿A ti te gustan los nuggets?"

"Me chiflan" dije y el niño sonrió al ver que teníamos algo en común. Menos mal que no le dije el motivo de por qué me gustaban, supongo que no era bueno que le hablase de la maría siendo tan joven.

"A si que, Nathaniel..."

"Nate, me gusta que me llamen Nate" la verdad es que no me había dado cuenta de lo feo que sonaba su nombre para un niño tan pequeño.

"Nate, vale, lo capto."

"¿Cómo que te gusta que te llamen a ti?"

"Michael"

"¡Mikey!"

"Vale, llamame Mikey" el niño se vio feliz con mi nuevo a podo, puede que al fin y al cabo esto no saliera del todo mal. En cuanto estuvieron hechos los Nuggets los dejé enfriar quince minutos y después se los di a Nate, eran pequeños por lo que intuí que no haría falta cortárselos trozos más pequeños aún. El niño los empezó a comer con la mano puesto que ni siquiera le había puesto tenedores, vele, había cosas que tenía que perfeccionar.

"¿Quieres Mikey?" dijo tendiéndome uno de sus nuggets ya mordisqueados.

"Tranquilo estoy bien, y come despacio" en realidad el niño estaba comiendo despacio pero suponiendo que esa frase siempre me la decía mi madre pensé que vendría bien que se la soltase yo también.

Mi móvil comenzó a sonar y aunque tenía que estar pendiente de Nate decidí cogerlo, eso si, sin marcharme de la cocina.

"¿Diga?"

"Hey Michael, te he conseguido el trabajo" dijo mi primo Danny al otro lado del teléfono "Es una mierda pero pagan bien y viene de lujo hasta que encuentres algo mejor"

"Oh señor muchísimas gracias" dije llevándome la mano a la frente con alivio.

"Empiezas en dos días tío, luego te paso la dirección"

"Mil gracias Danny, te debo una" antes de que pudiera colgarle noté que Danny quería decirme algo más.

"Oye tío, ¿cómo es?"

"Uhm... bajito, rubio..."

"Me refiero a cuidar de él" mi primo Danny fue el primero en saber todo esto, supongo que es el familiar más cercano que tengo. Pensé que se tomaría las cosas con menos seriedad, pero la verdad es que me estaba dando bastantes ánimos, incluso había contactado con una amiga suya para meter mi currículo para el trabajo en una piscina.

"No está tan mal, de momento creo que podré con ello" miré a Nate comiendo sus nuggets mientras los bañaba en kétchup con alegrí"Sí, creo que sí que podré con ello"

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora