vii. take a lesson

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Sentía una ligera molestia en la garganta, pero lo compensaba con el sentimiento que guardó en el pecho. Usaba los lentes de sol de Kai y la sensación más deliciosa por ir de la mano con él hacia la playa para las lecciones de surf.

─¿Te pusiste bloqueador?

─Sí.

─¿Trajiste tu botella de agua?

─No. La dejé en la sala.

─¿Necesitas que tengamos esta conversación de nuevo? —mencionó a modo de regaño. Tōya se encogió de hombros.

─No pero me puedes comprar un coco en la playa cuando esté sediento —dijo, recibiendo un apretón en su mano.

Llegaron a un hostal con vista y salida directa a la playa, Kai se quedará ahí mientras Tōya toma la clase con la chica a la que el día anterior él le había dado su número y por la que el menor hizo un berrinche respecto al tema. Vio su expresión de desagrado cuando ella lo saludó; pensó en lo divertido que resultaría esa dinámica y tomó su distancia para observar sin interferir.

La morena dibujó líneas en la arena donde Tōya se debía de recostar bocabajo, se levantaría, se quedaría guardando el equilibrio y lo repetiría.

Lo miró al hacerlo tal cual, antes de probarlo en el mar. Se ajustó el leash al tobillo e intentó dar los mismos pasos que hizo en la arena. Pensó en lo adorable que se miraba o posiblemente era el alcohol que estaba ingresando en su sistema que hacía que amara las muecas de frustración que ponía cuando lo corregían.

Estaba pidiendo un trago detrás del otro sin ningún cuidado. Alcanzó a ver a Tōya entrando al mar, cayendo de la tabla y volverlo a intentar.

Sintió un delicioso cosquilleo en su vientre cuando vio que montaba la primera ola, suspiró de satisfacción sintiendo palpitaciones que lo hicieron sujetarse la entrepierna y acomodarlo.

Había bebido suficiente.

─¿Me viste? ─regresó Tōya con el cabello pegado en la frente, buscando la toalla. Él asintió con una risa en los labios.

─Lo hiciste muy bien. ¿Quieres el coco que te prometí?

Tōya negó, sentándose a un costado de la silla plegable de Kai. Él no lo rechazó, tomando su cintura, sintiendo la calidez de su mano sobre la piel para acercarlo y que se recostara en su pecho sin importar que mojara su ropa.

─¿Te sientes bien? ─habló Tōya desde abajo, él asintió aunque no pudiera verlo.

─Estoy ebrio.

─Lo sé —buscó poner distancia para hablar, posando sus manos en el pecho—. ¿Quieres que vayamos al apartamento?

─Si nos vamos, creo que terminaré por follarte.

Se sinceró sin pensar, había sido lo suficiente prudente en sus palabras y acciones para no revelarle las ganas que traía por él. El menor abrió los ojos y su expresión de sorpresa fue   lo que necesitó para hacerlo a un lado y poder levantarse, necesitaba respirar para relajarse y pensar con claridad lo que acababa de decir.

─Quiero que lo hagas ─suplicó como un niño al que no le prestaría atención.

─Iré por un café.

Regresó al interior del hostal, dejando al menor con una melancólica insatisfacción.

Summer Hea[r]t | HaulDabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora