Summer Hea[r]t | HaulDabi

ii. queen in the car stereo on a trip to the beach

Era Queen sonando en la radio. Él tarareaba lo de Freddy, Tōya cantaba lo de Bowie teniendo algo de euforia al ver el atardecer a través del retrovisor. A veces se cruzaba con su mirada azul y por ratos le gustaba quedarse en ella antes de volver los ojos a la autopista.

Llevaban de viaje una hora y quedaba menos de dos para llegar  a donde se quedarían  por una semana. Sería la primera vez que tomaría vacaciones voluntarias del hospital, sintiendo que lo necesitaba para pasar tiempo con Tōya como amantes, escuchando las canciones de Greatest Hits II de Queen, algunas de Katy Perry del dos mil diez, y las canciones de temporada con las que se daba el gusto de criticar por el alto contenido de porquería pero que las dejaba sonar para que Tōya las cantara desde el asiento trasero.

─No saques los pies de la ventana ─lo regañó, girando el timón para estacionar en una de las cabinas de una gasolinera─. Oye, escúchame un momento.

El menor dejó de ignorarlo, atendiendo─: Dime ─dijo sentándose como pudo en el espacio entre ambos asientos delanteros.

─Llenaré el tanque, ¿quieres algo? ─Tōya negó─. Bien, ya vuelvo.

Apagó el motor y salió del auto, cerrando la puerta con fuerza. Tōya no esperó para salir también del auto y alcanzarlo antes de que entrara a la tienda de la estación. Se cogieron de las manos y Tōya le sonrió con picardía al ingresar.

Mientras pagaba por la gasolina, Tōya se fue de su lado. Mencionó que iría por redbull y unas galletas oreo, pero acabo en el área de ropa de la tienda. No había casi nada decente pero prefirió eso que el odioso uniforme que llevaba y se lo quitó ahí mismo. Él le había dicho "lo sé Tōya pero no te desnudes en el auto que lo arrugarás. Cuando lleguemos te lo quitas" Sí, claro. Importaba más el uniforme de esa jodida institución de mierda que su comodidad. Así que no estaba en el auto ni cerca del lugar donde se quedarían, no quería pasar un minuto más con eso o moriría de un bochorno y eso era importante.

Buscó algo lindo estando sólo en ropa interior y encontró unas bermudas talla única, al igual que las sandalias y la camisa de algodón. Las dejó con la etiqueta puesta. Cogió la ropa que se quitó, junto al calzado oxford y fue a la caja. Kai lo esperaba impaciente y, al verlo, puso los ojos en blanco llevando su cabello corto hacia atrás, alargando un suspiro pesado.

─¿En serio? ─preguntó.

─Sí. Paga ─exigió. El cajero al verlo de nuevo creyó que era lindo; para alguien de no menos de cuarenta y tantos años, y soltero, todo lo veía con morbo y todos los jóvenes parecían lindos. Se percató del interés del cajero en él, como el chico problemas que era, quiso jugar con eso.

Se acercó al cajero para escanear los precios de las prendas, este trató de ver un poco más allá de la ropa sobrepasando su espacio pero Kai no permitió que cayera en los juegos de su pareja, devolviendo al cerdo a su lugar, y a su chico una sola advertencia que lo hizo sonreír.

Aunque le jodiera ese comportamiento, no se atreve a hacer más que protegerlo. Tōya es así, así le llamó la atención, siendo coqueto, cínico y descarado por naturaleza, utilizando las malas intenciones del cajero para provocarlo porque en verdad ama verlo molesto. Apenas logró mantener la serenidad, fulminando a Tōya con su mirada atigrada, color miel.

Pagó con tarjeta, una transacción rápida que demoró otros minutos por el cajero viéndole las piernas a Tōya cuando fue a por las oreo. No había redbull, una mierda, por lo que llevó una soda de dieta y una cajetilla de cigarrillos a pesar de haber abandonado ese mal hábito suyo, pero-... quién era él para reclamarle ese desliz al chico que lo consideraba solamente un amante ocasional. ¡Exacto! Él está igual de perdido que el gordinflón de la gasolinera.