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"Recuerda cómo solía
Hacerte reír al máximo
Incluso si no tengo el derecho de decir esto
Déjame compensar todo el tiempo que perdimos".

Jungkook nunca fue de los que se dejaban llevar por impulsos.

Desde que tenía uso de razón, siempre había mantenido un control tenaz sobre sus emociones, sobre sus decisiones. Pero todo eso cambiaba cuando se trataba de Taehyung.

Joder, era inevitable; pues ese omega tenía la extraña habilidad de desarmarlo, de hacer que todos sus principios se desmoronaran en cuestión de segundos. Siempre había sido así, desde el momento en que se conocieron.

Aún recuerda la primera vez que conoció al omega que habitaba en Taehyung. Fue en una noche fría de diciembre; el castaño había sufrido un celo repentino y aunque Jungkook no tenía la más mínima intención de involucrarse, terminó cediendo.

El omega estaba ahí, vulnerable, rogando; y por más que intentó mantenerse firme, su propio lobo se revolvió inquieto, exigiendo que hiciera algo, que lo ayudara.

Se había negado en un principio, consciente de lo que eso significaría. Pero cuando vio la desesperación en los ojos de Taehyung, el control que tanto se enorgullecía de tener simplemente desapareció.

Se acercó a él, sintiendo el tirón casi físico que lo obligaba a estar a su lado. El olor dulce de Taehyung, amplificado por el celo, se había instalado en su mente hasta que no pudo pensar en nada más.

Y, al final, cedió.

Como siempre lo hacía cuando se trataba de Taehyung. Su lobo rugía dentro de él, ansioso, necesitado de estar cerca del omega que había marcado su vida de una manera que nunca comprendió del todo. Esa noche se había convertido en un punto de inflexión, una línea que, una vez cruzada, no podría haber vuelta atrás.

Esa sensación de ceder, de rendirse a lo que Taehyung provocaba en él, era algo que había vuelto a sentir en ese hospital. No sabía qué demonios estaba haciendo ahí, soportando el sofocante olor a desinfectante y la ansiedad que se retorcía en su pecho. Pero, por más que quisiera irse, no podía. Algo más fuerte que él, algo más fuerte que la lógica o el sentido común, lo mantenía allí, junto a Taehyung, en ese hospital.

Quizá era culpa, quizá era algo más, joder, no podía saberlo todo. Sus manos, normalmente firmes, se sentían inútiles a su lado, como si no supieran qué hacer.

Y cuando el doctor sale, acompañado de la enfermera que empuja un equipo de ultrasonido, Jungkook siente que su corazón se acelera, pero no está seguro de por qué.  

Dios, ¿tiene siquiera permitido entrar?

La pregunta de si debería entrar se le queda atascada en la garganta, como un maldito nudo que no puede deshacer. Su lobo no entiende, no quiere entender por qué sigue parado ahí afuera, pero Jungkook sabe que tiene que mantener la cabeza fría. ¿Qué le dirá si entra? ¿Cómo puede enfrentarse a Taehyung cuando, en el fondo, no tiene ni la más mínima intención de mostrarse vulnerable ante él?

El hospital le resulta asfixiante, y no solo por ese jodido olor desinfectante, no, sino por la presión de estar ahí, atrapado en esa situación.

No se lo esperaba, dios, no tenía la menor intención de terminar en un hospital cuando vio a Taehyung hecho un desastre más temprano. Pero, como siempre, terminó metido en su vida una vez más, incapaz de mantenerse alejado del todo.

"¿De quién es que estás embarazado?" La pregunta le quema en la mente, su lobo la gruñe en cada pensamiento, pero él se niega a darle voz. Porque, en el fondo, tiene miedo.

Somebody / social media au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora